Gracias por hacernos soñar en grande
Juan Ignacio Lorente fue un referente, un padre, para las generaciones posteriores
eneko pou
Miércoles, 23 de marzo 2022, 00:02
Conocimos a Juan Ignacio Lorente de muy pequeños cuando visitabamos aquella consulta de oftalmología que regentaba en la calle Postas de nuestra Vitoria-Gasteiz. Entonces ... nos parecía un caballero y seguimos manteniendo esa sensación durante toda nuestra vida: amable, educado, respetuoso...Nos gustaba visitar aquel lugar porque rezumaba historia montañera por los cuatro costados, sobre todo por aquellas fotos de las dos primeras expediciones vascas al Everest, en las que Juan Ignacio Lorente fue 'el jefe'.
Era una época en la que hacer alpinismo no era tan sencillo como ahora: tenían pocos vehículos, poco dinero, las carreteras eran mucho peores, los aviones comerciales no funcionaban como los de ahora, todos tenían su profesión y la montaña solo era un hobby... Sin lugar a dudas, una época más romántica en la que nosotros siempre nos hemos querido reflejar.
Por aquel entonces, cualquiera de los componentes de estas dos expediciones era un héroe para nosotros, y en nuestra ciudad teníamos varios. Además de Lorente, estaban Ángel Rosen y los hermanos Olazagoitia. Una generación irrepetible que tanto Iker como yo tratamos de emular desde el primer momento. Toda nuestra juventud discurrió soñando con poder realizar estas grandes expediciones y viajar a lugares remotos como ellos. Para conseguirlo, de los siete días de la semana, corríamos en el monte cuatro y escalábamos el resto, mientras la mayoría de nuestros compañeros de clase estaban mas preocupados en hacer fiesta. Buscando parecernos a ellos llegó aquella invitación de Juan Oiarzabal para participar en el Annapurna, su último ochomil, donde descubrimos aquel mundo de aventura que ya no pudimos abandonar.
El montañismo vasco ha ido dejando su legado generación tras generación y la clara prueba de ello es lo acontecido en nuestra provincia. Oiarzabal era discípulo de Lorente, Juan Vallejo (hijo de Ángel Rosen) y en cierta manera también nosotros, lo fuimos de Juanito y esa otra generación genial que junto a él dio nombres como Atxo Apellaniz, Antonio Miranda, Adolfo Madinabeitia y Alberto Zerain. Entre medio de estas dos estuvo la de nuestro aita, que por cercanía también fue una gran fuente de inspiración.
Esta transmisión de valores montañeros ha sido la que le ha permitido al montañismo vasco estar en lo más alto durante años. Juan Ignacio ejerció en cierta manera de padre de todo esto, siendo uno de los personajes más queridos y respetados. Un referente de una época que marcó un antes y un después en nuestro imaginario con aquella primera ascensión a cargo de Martín Zabaleta -otra persona por la que sentimos una profunda admiración- y Pasang Temba al techo del mundo. Gracias por hacernos soñar en grande José Ignacio. Todo un pueblo te recuerda. Goian bego.
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