Ciertas fotografías poseen la magia de explicarlo todo: melena al viento, pantalones vaqueros cortos, camiseta sin mangas souvenir del valle de Yosemite, mirada felina y un enorme vacío bajo sus pies presionando el granito de la mítica vía 'The Nose', en El Capitán. Es Lynn Hill, es Historia de la escalada en pared. Es también una enorme revolución fechada en 1993.
El pasado año se celebraron los 25 años de la primera ascensión en libre de la primera ruta que surcó el impresionante muro de El Capitán, con sus casi 1.000 metros de desnivel. Ningún ser humano había sido capaz de recorrer sus techos, placas, fisuras y chimeneas sin recurrir a la escalada artificial. Lynn Hill fue capaz y la comunidad escaladora contuvo el aliento para resoplar con los ojos bien abiertos y reconocer que la gesta de la menuda escaladora estadounidense (contaba 33 años entonces) era un golpe de estado, una revolución, y un asunto de magia al mismo tiempo.
La semana pasada circuló por las redes sociales un vídeo que remitía inevitablemente a otra grabación de 1993: ahí estaba Hill probando con la cuerda por arriba los pasos de contorsionista del largo clave de la vía, el 'Changing corners' cuya graduación real de su dificultad no se conoce exactamente. «Creo que es imposible de graduar», resumió entonces Lynn Hill, quien inventó unos movimientos tan alucinantes que fueron calificados como los pasos de Houdini, en alusión al mago escapista.
Ahora, a sus 58 años, la única diferencia con la imagen icónica de los 90 es que la estadounidense lleva casco, el pelo recogido en una coleta, y pantalones largos… pero sigue siendo capaz de repetir esos movimientos que han rechazado a escaladores varones de prestigio. Si Hill permaneció en 1993 cuatro días en la pared hasta lograr lo que parecía un imposible, un año después subió las apuestas y logró algo con lo que nadie realmente contaba: la primera ascensión en el día y en libre. Necesitó cerca de 23 horas y cambió por completo la manera de afrontar las paredes yosemíticas.
Hill, una de las mejores escaladoras de competición de la época también adoraba escalar en pared vías de autoprotección. Su fortaleza, su técnica y sus conocimientos del medio le permitían sobrevolar en libre muchos largos que la mayoría de los hombres solo podía asumir en artificial. Pero con 'The Nose' no pretendía demostrar nada, tan solo reivindicar una idea: «No hace falta ser un hombre para soñar con romper ciertos moldes, para escalar algo que está ahí fuera, esperando», declaró tras su éxito.
Su gesta resultó tan estimulante como intimidante. Empezaron a correr bulos que pretendían explicar por qué los hombre no eran capaces de escalar en libre los dos largos clave de la ruta: el Gran Techo y el Changing corners: que si los dedos menudos de Hill entraban mejor en las pequeñas fisuras, que si su flexibilidad era la clave… el caso es que hasta 2005 nadie pudo imitarla, pero ese año, el matrimonio formado por Beth Rodden y Tommy Caldwell se acercó mucho: cada uno liberó uno de los dos largos difíciles. Un año después, Caldwell se convirtió en el primero en repetir en libre 'The Nose'… en menos de 12 horas.
«A lo largo de toda mi vida, una de las cualidades subyacentes que me han inspirado a perseguir lo que es posible, y parece imposible, tiene que ver con confiar en lo que realmente quiero y deseo. Cultivar sentimientos de pasión y convicción es algo que me ha permitido abrir la fuente de mi ser y acceder a la inmensa fuerza del espíritu humano», consideró Lynn Hill en una de las entrevistas que concedió tras su impresionante logro.
La semana pasada, Barbara Zangerl y Jacopo Larcher firmaron la octava y novena ascensión en libre de la ruta… 26 años después de la gesta protagonizada por Lynn Hill, que sirvió para seguir demostrando un hecho obvio: también en el microcosmos de la escalada las mujeres enseñan el camino a los hombres.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.