Los hermanos Pou comparten escalada en el hielo con la invidente María Petit
Los alpinistas alaveses se quedan «sin palabras» ante la destreza de la catalana, que perdió la visión a los 17 años
Los hermanos Pou son una referencia para los escaladores de todo el mundo. Sus hazañas son admiradas en todos los rincones del planeta y no ... excluyen ni siquiera a personas invidentes como María Petit. La catalana tenía 17 años cuando, al salir de una discoteca, un choque en moto con un camión de harina mal aparcado la dejó sin visión y sin olfato. El casco le salvó una vida a la que se ha adaptado sin perder el optimismo y las ganas de superarse.
Once años más tarde de quedarse ciega, se citó con los alpinistas alaveses en el Valle de Benasque, en el Pirineo Aragonés, para conocer a los chicos de los que lleva mucho tiempo consumiendo sus vídeos. «Nos dijo que le gusta nuestra actitud, que para ella es como leer un libro e imaginarse a los personajes», cuentan asombrados los Pou por su valentía, ya que la barcelonesa de 28 años es una habitual de la montaña y los triatlones.
Así que los hermanos se lanzaron a la aventura en un evento organizado por por La Sportiva y Petzl, dos marcas referencia en el material de montaña. Con la inestimable ayuda de sus guías de Cim Project, compartieron escalada con Petit sobre una pared helada con piolet y crampones. El reto no se presentaba sencillo dado que era habitual el desprendimiento de cascotes de hielo, pero la joven no se arrugó. Sin perder la sonrisa, cumplió con el objetivo marcado.
«Ha sido asombroso ver su entereza, su entrega y su valentía», alaban los Pou, que aseguran que acabaron la jornada con una sonrisa en la boca por la lección que les dio la vida. «Ver esa sonrisa y esa motivación en una persona que está más hace que miren las cosas de otra manera diferente y sobre todo que te quejes menos y afrontes tus problemas diarios de otra manera». Para ellos, casi lo más alucinante no fue la escalada de la pared de hielo, si no llegar andando hasta allí. «Al menos hay dos horas y le dio tiempo a subir, escalar y volver a dormir a los Llanos del Hospital, el último lugar al que se puede acceder en coche».
No es su mayor hazaña deportiva, pero sí una de sus grandes experiencias de vida. «De repente te das cuenta que estás aprendiendo muchísimas cosas y acabas la jornada feliz y con una sonrisa en la boca. Portándote bien con los demás, al primero que te hace sentir bien es a ti», reflexionan a la vuelta tras ser partícipes de una increible historia de superación.
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