Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Alex Txikon ya está en casa. Este viernes al mediodía ha aterrizado en el aeropuerto de Loiu junto a su compañero de expedición Eneko Garamendi, con el cuerpo todavía tocado por la operación de apendicitis que sufrió en Katmandú. Ha llegado con una sensación agridulce. « ... Estoy contento por estar con vida, porque con lo terco que soy y el dolor del apéndice a punto de reventar estaba decidido a tirar para arriba. No sé lo que me dio por dentro y decidí ir al hospital porque aquello no era normal, y eso ha sido lo que me ha salvado», ha destacado.
Es consciente de que una simple apendicitis «me hubiera matado de no habernos pillado en el sitio que nos pilló», pero ha admitido que la experiencia de pasar por un quirófano en Nepal ha sido «muy traumática por los niveles de higiene que hay». «No sabemos lo afortunados que somos por la sanidad que tenemos aquí».
Ahora necesita bajar el ritmo. Recuperarse. Tiene la herida un poco infectada, «por lo que estoy asustado». Lleva años sin ir al médico y está un poco nervioso porque tendrá que estar pendiente de proceso de recuperación. «Estoy muy débil todavía. Los puntos me tiran mucho. Eneko me ha estado vistiendo hasta el séptimo día. Los cuatro primeros no me podía levantar de la cama», ha resumido.
Desde su punto de vista, lo que le ha ocurrido ha sido fruto del desgaste de todo un año, «en el que he estado trabajando más de 16 horas al día. Y el cuerpo explota. Si quieres hacer expediciones de 8.000 metros tienes que currar mucho en jornadas largas e intensas. No vamos pisando alfombras rojas. Es así de claro», ha subrayado.
Durante el periodo de convalecencia ha hablado mucho con su compañero sobre el futuro. «Estando allí, mirabas para arriba y te entraban ganas de subir por el sentimiento que tienes de amor a la montaña», ha descrito. Y cuando sientes eso «es porque esto todavía no se ha acabado». Mientras esa chispa esté presente «habrá que seguir persiguiendo los sueños. Sabemos algo de esto. Si estamos aquí es porque hemos hecho cumbre en el Nanga Parbat y en el Manaslu en invierno. Nadie nos dijo que el camino iba a ser sencillo».
Tiene «ganas de volver». Quiere continuar en esto. Lo que le ha ocurrido es «una piedra más en el camino. Un problema médico». En Katmandú perdió un poco la motivación porque quedó descolgado, «pero ha costado cambiar la decisión de cambiar el vuelo», ha admitido. Arrastra sensaciones encontradas. «Estoy como en una ola. Es raro. Hay momentos que estás más contento y otros más tristón». Pero la expedición sigue en pie. «La gente está repartida, unos en Katmandú, otros en Pokhara y otros en el campo base».
En su camino de regreso han recibido noticias de una ventana de buen tiempo entre los días 18 y 20 que puede posibilitar la cumbre. «Hay compañeros allí y hay que intentarlo. Es buen año». «Se ha llegado hasta el campo cuatro –7.100 metros– en dos días de trabajo cuando el año pasado nos costó casi tres semanas y seis ascensos a campo tres».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.