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Diego Sacristán
Domingo, 10 de julio 2016, 00:13
Si uno mira los números, el año 2015 debería haber sido un buen año para las editoriales riojanas. Según los datos del adelanto de la Panorámica de la Edición Española de Libros, realizado por el Observatorio de lectura y el libro del Ministerio de Cultura, las diversas entidades riojanas registraron 321 obras con ISBN, un 46,6% más que el año anterior, en el que la producción riojana fue de 219. Una cifra que contrasta aun más con la del año 2012 en el que La Rioja registró 167 ISBN.
Pero, en ocasiones, hay que recurrir a la palabra para comprender verdaderamente tanto número. Más concretamente a la palabras del fundador de Ediciones Emilianenses, Emiliano Navas, que asegura que 2015 no ha sido para nada un año bueno para el sector editorial riojano. «Respecto a 2014 se editaron cincuenta y pico libros menos», cuenta. Y es que las publicaciones con ISBN no solo recogen libros. Folletos, catálogos, trabajos de investigación... también están incluidos en esta categoría. Según sus cálculos, en La Rioja en 2014, se editaron en torno a 150 libros, mientras que en 2015 la cifra cae hasta los 90.
Otra persona que conoce bien el mundo editorial y la situación del mercado de la lectura es Víctor Sáenz-Díez, de Pepitas de Calabaza. «En 2008 explotó la burbuja, hubo muchísimas ventas, pero en realidad no eran ventas de lectores. Eran ventas de bibliotecas o de regalos y desde entonces estamos en una situación que va para abajo», cuenta.
Y es que los españoles no somos muy de leer: tal y como revela el CIS de junio de 2016, casi cuatro de cada diez (39,4%) no leyeron ningún libro el año pasado. Debe ser que, a algunos, ver muchos libros juntos incluso les asusta, ya que solamente uno de cada cuatro (25,3%) encuestados visitó una biblioteca el año pasado y menos de la mitad (42,5%) entró en una librería.
«No hay ventas. Vas a la feria del libro y ves que no se vende», cuenta Emiliano Navas, que cree que la gente que antes leía sigue leyendo, aunque la caída del poder adquisitivo ha mellado los beneficios de las editoriales. «Y eso que seguimos con el mismo tipo de IVA del 4%, que si nos lo cambian... pues a morir, porque es imposible comprar un libro con un 21% de impuestos».
Ante este panorama, las estrategias de las grandes editoriales pasan por reducir la tirada de cada ejemplar y aumentar la cantidad de títulos para, así, intentar atraer más lectores ante la variedad de opciones y explorar otros nichos de mercado. Pero, aun así, la tendencia nacional apunta a la baja. Aunque las cifras pueden engañar. En el contexto nacional, el registro de ISBN aumentó -apenas lo hizo en un 0,2%- , pero solo gracias a los libros de texto escolares. La aplicación de la Lomce entre otros factores supuso un aumento del 15,3% frente a los libros de texto registrados en el año 2014. De los 79.397 ISBN registrados a nivel estatal, 11.273 pertenecen a esta clase de libros.
Respecto a los sectores de edición aumentan, además los libros de texto, los relacionados con ciencia y tecnología (14,7%) y el libro infantil y juvenil (5,5%). Los descensos se registran los de temática sobre tiempo libre (11,8%), libros de ciencias sociales y humanidades (4,8%) y creación literaria (4,4%). Y, de todos ellos, las traducciones representa el 16,2% de la producción, destacando el inglés con más de la mitad de las obras (51,7%).
Aunque la realidad de las editoriales riojanas es muy distinta. En general, las autóctonas se caracterizan por ser de un tamaño pequeño y por tener una actividad muy limitada respecto a las grandes empresas del sector. Pepitas de Calabaza junto con otras -Fulgencio Pimentel y Siníndice- supone un peso pesado de la edición riojana y edita en torno a los veinte libros anuales. Una cifra impensable para otras más pequeñas que, como Ediciones Emilianenses, se mueven en torno a los cinco libros anuales. Para hacerse una idea del peso de las grandes empresas, hay que tener en cuenta que el 31,8% de la producción privada de 2015 fue editada por 96 empresas, que representan el 3,2% de las que tuvieron actividad en 2015.
«Hay dos fórmulas grandes, las de la gran editorial que se mueve por la novedad y que vende mucho éxito y luego están las pequeñas, que tienen un grupo de seguidores muy fieles», explica Sáenz-Díez.
Su editorial, Pepitas de Calabaza, se basa en la consigna de editar solo los libros que recomendarían a un amigo. Con esa fórmula ya llevan dieciocho años llenando las listas de lecturas pendientes de amigos y conocidos. Uno de los éxitos de 2015 fue la tercera parte de Diarios de Iñaki Uriarte, un libro que Víctor Sáenz-Díez califica como «un clásico moderno». Admite que no es un bestseller y, si una gran editorial viese sus cuentas, pensaría que son «una empresa ruinosa». Pero eso les da igual porque, según cuenta, no les importan las ventas. «Queremos que la gente lea», dice.
Editoriales Emilianenses representa una mota en el panorama editorial nacional, pero sigue fiel a sus principios. «Desde un principio nos gustó la idea pedagógica o didáctica que supone hacer contenidos de La Rioja, pero con una gran vertiente divulgativa», relata su fundador. Entre las obras que publicaron en el año 2015 no podía faltar el tinte riojano. De Segeda a Canales es un ejemplo de ello. Aunque también están interesados, dice, en encontrar y editar obras de jóvenes escritores riojanos.
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