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Las grasas que más duelen

No hace falta sufrir una enfermedad crónica para tener una mayor sensibilidad al dolor; si la suya es una dieta rica en producto graso, ya conoce el origen de su problema

Viernes, 16 de diciembre 2022, 00:07

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Si usted es de los que les duele algo un día sí y otro también y no sabe por qué, piense en lo que come. La respuesta puede estar en su dieta. Un nuevo estudio nutricional –y no es el primero– advierte de que una dieta rica en grasas, como la que hacemos con demasiada frecuencia en los países occidentales, favorece la aparición de dolores de todo tipo. No hace falta, según cuentan, vivir con diabetes o sufrir migrañas un mes sí y otro también para padecer las consecuencias del dolor crónico. Si come mal, si lo hace como obliga el actual ritmo de vida frenético, corre muchísimo riesgo de que le duela.

No sé si estar a las puertas de las fiestas navideñas es el mejor momento para hablar de este tema. Pido disculpas por adelantado, pero recuerden que a los periodistas la actualidad nos manda. Un estudio de la Universidad de Texas hecho con ratones, pero que confirma trabajos similares en humanos, sugiere que una dieta alta en grasas, aunque se mantenga durante poco tiempo, «puede estar relacionada con sensaciones de dolor, incluso aunque no se tenga una lesión previa y una condición preexistente de obesidad o diabetes».

Estímulos

El trabajo, que se publica en la revista 'Scientific Reports', revela que meterse demasiado queso, mantequilla y carne roja –insisto en la idea que es importante de que no hace falta que sea durante mucho tiempo– favorece la aparición de problemas de salud que generan dolor. Para empezar, genera cambios neurológicos que hacen que el organismo se vuelva más sensible, lo que favorece que el dolor agudo, el que se desencadena en un momento puntual, se convierta en crónico.

Además, favorece la aparición de algo que los expertos denominan alodinia, que no es otra cosa que el surgimiento de dolores producidos por estímulos que nunca resultaron a uno dolorosos. Las personas que consumen grandes cantidades de productos grasosos tienen grandes cantidades de ácidos libres circulando por su torrente sanguíneo, que tienen la mala peculiaridad de que favorecen la aparición de procesos inflamatorios.

La inflamación de los tejidos es la respuesta natural del sistema inmune para localizar y reparar los daños sufridos por el organismo. Una vez realizada esa 'tarea', la inflamación desaparece. Si no es así, si se convierte en crónica, el cuerpo tiene un problema que, por norma general, se acompaña de dolor.

Ojo, aceite de palma

El grupo investigador dirigido por el profesor de neurociencia de la Escuela de Ciencias del Comportamiento y del Cerebro Michael Burton también descubrió otra cosa muy interesante. Buscaron ácidos grasos saturados en la sangre de los ratones alimentados con una dieta rica en grasas y descubrieron que hay un tipo de ácido graso llamado –atención al nombre– palmítico, que es el más común en los animales, que se une a un receptor particular en las células nerviosas y eso provoca inflamación y dolor, porque imita una lesión en las neuronas.

¿Y sabe usted por qué se denomina a ese ácido con el nombre de palmítico? Porque contiene el principal elemento que da nombre al aceite de palma. Si necesitaba otra razón para no consumir alimentos que contengan este tipo de grasa, ahí la tiene. Muchísimos dulces y galletas lo contienen y no descarte, porque es así, que muchos de los dulces que se venden por Navidad, también. Ojo. «Los metabolitos de la dieta están causando inflamación antes de que veamos que se desarrolla la patología», advierte Michael Burton.

No hay alimentos que curen en dolor crónico, pero sí algunos que alivian. Los pescados ricos en Omega 3, el aceite de oliva, la pimienta negra, la cayena... y también bajar de peso y hacer ejercicio. Nunca es tarde para empezar de nuevo.

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