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Ejea de los Caballeros, el agua o la vida

Ejea de los Caballeros, el agua o la vida

El riego cambió la vida en esa seca comarca de Zaragoza y la etnografía ayuda a interpretar las herramientas y las técnicas empleadas en la agricultura

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Lunes, 29 de abril 2019, 15:41

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Entre las localidades zaragozanas de Ejea de los Caballeros y El Bayo hay poco más de 15 kilómetros de distancia y, sin embargo, en el camino se pueden conocer unas cuantas buenas historias. Todas están relacionadas con el agua. Bueno, no todas, porque Ejea de los Caballeros –que a lo largo de 10.000 años ha sido poblada por todo tipo de tribus y civilizaciones y recibido nombres como Sekia, Segia, Egessa, Siya, Exea– da para mucho, pero es un hecho que el agua ha sido aquí fundamental.

Aquagraria (Ejea de los Caballeros)

  • Dónde Manuel Lorenzo Pardo, Ciudad del Agua. 876637603

  • Web www.aquagraria.com.

  • Casa del Colono La información y la visitas se tramitan a través de Aquagraria.

Así es como lo cuentan dos museos como Aquagraria, en la primera de ellas, y La Casa del Colono, en la segunda. Cuando las gentes pudieron desviar el preciado líquido para regar zonas que hasta entonces no conocían lo que era un buen curso fluvial, la vida de la comarca cambió. La llegada del agua animó el movimiento de personas y el nacimiento de nuevos pueblos, los de colonización, en los que la huerta ha sido seña de identidad. La de los colonos es una realidad que solemos colocar en puntos muy lejanos del mapa mundi pero que en la Península se dio durante el siglo XX en distintas latitudes. En la comarca de las Cinco Villas, de la que Ejea de los Caballeros es centro neurálgico, se sitúan Bardenas, El Bayo, Pinsoro, Valareña, Santa Anastasia, El Sabinar, Alera, Sancho Abarca y Santa Engracia. Algunos de ellos cumplen 60 años en abril próximo.

Llegan los colonos

El recorrido por la zona para entender bien el gran cambio que supuso la construcción del embalse de Yesa y la canalización de sus aguas por el llamado Canal de las Bardenas, muy bien puede comenzar por el Museo Aquagraria, en Ejea de los Caballeros. Aquí se muestran la importancia del agua desde siempre, los aparejos agrícolas de muy distintas épocas que han servido para sacarle rendimiento a la tierra y unas cuantas lecciones sobre el cuidado del medioambiente.

En la ciudad, además, puede darse un buen paseo por la Historia en general, ya que en la localidad y alrededores se han encontrado restos de hace hasta 10.000 años. A la vista están edificaciones más cercanas en el tiempo (pero con varios siglos en sus piedras) como la iglesia de San Salvador, que fue declarada Monumento Nacional ya en 1931 y que tiene trazas de románico y de gótico; impresiona con su pinta de fortaleza, con una torre almenada y hasta un camino de ronda. La de Santa María de la Corona tiene su origen en el castillo que estuvo en la parte alta de la localidad. También de raíces románicas, pero del císter, aquí se conserva el escudo de la villa más antiguo. El templo de la Virgen de La Oliva, avanzando en los siglos, es barroco.

Actividades al aire libre

Desde Ejea hasta El Bayo se puede tomar algún desvío para ver la realidad constructiva de los pueblos de colonización como Santa Anastasia, Valareña y Pinsoro. Son muy pequeños y ordenados, que esta era la ventaja de empezar a levantar casas sobre terreno virgen cuando ya se sabía algo sobre urbanismo. En las inmediaciones no escasean los parajes idóneos para las actividades al aire libre. Es lo que ocurre en Pinsoro: muy cerca está el llamado Lagunazo de El Moncayuelo, un espacio natural en el que hay un observatorio de ánades, y tampoco quedan lejos las Bardenas Reales, donde se pueden realizar rutas en BTT y senderismo, y algún que otro pantano menor.

Parando aquí y allá se llega hasta la Casa del Colono, en El Bayo, una aldea inaugurada el 8 de abril de 1959 pero que toma su nombre de un poblado que existió allá por el siglo XII. El museo recoge la historia de quienes hicieron las maletas por toda la comarca y se mudaron para emprender una nueva vida en una tierra en la que no estaban sus raíces. No se fueron muy lejos, eso es cierto, pero fue toda una revolución en su época y supuso volver a trabajar desde cero. El centro que les rinde homenaje y susurra sus historias, unidas a la llegada del agua, abre solo previa reserva.

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