Cenas con vistas al zoo de Cabárceno

La idea es dejarse sorprender gracias al paisaje y degustar alta gastronomía. Hacerlo mientras contemplas los recintos de elefantes, watusi, cobos lichi, bisontes, cebras, leones, linces y osos, entre otros animales vecinos del lugar. Se trata de 'Las Cenas de Cabárceno' que aportan productos de kilómetro 0 a los dieciocho bocados servidos. De incluir a la mesa las materias primas más representativas de la región, placeres como anchoas, pescados, mariscos, carne de vaca de Tudanca, quesucos, arándanos cántabros, cerveza artesal Mazal de Portus o ginebra Siderit…

¡Atentos a la propuesta porque aporta un extenso menú! Las cenas se sirven en la línea triangular de la telecabina, para un máximo de cuatro comensales por pieza. En la zona de bienvenida, alojada dentro de carpas, espera la coctelería firmada con nombre propio, el de Óscar Solana, de Taberna la Solía, en Liaño. Será el encargado de marinar las primeras degustaciones de Bastard, el primer contacto con el Cantábrico, pues los asistentes probarán un Macarrón de Wakame relleno de crema mantequilla de café y anchoa. En el Puesto de queso cántabro podrán, además, repasar los regalos lácteos de esta tierra de este a oeste. Y habrá música para propiciar un ambiente de relajación, tonos armónicos con el parque de la naturaleza que acoge el encuentro.

Ya en la cabina aparecerán los pequeños bocados de la cena acompañados por nuevos cócteles. En la Estación de Elefantes habrá que hacer sitio al crujiente de pistacho, rábano negro, mostaza y hoja de capuchina. La latita de caviar cántabro. El tartar de langostino con holandesa. La latita de anchoa el capricho. El pan hojaldrado y la mantequilla del Cantábrico. La foccacia con bacalao pil-pil y piperrada. Y el crujiente pan con papada curada.

Continúa la travesía fundiendo paisajes naturales exteriores e interiores gastronómicos. Hacia la Estación Mirador de Rubí, donde toca hacerse con el steak ibérico, el bao con rabo de vaca Tudanca, el nigiri de chipirón, el cous-cous de pollo Pedrés, y el aguacate, caviar y pil-pil de lechuga. Ahí no se detiene la invasión de referentes culinarios. En la Estación de Intercambiador de Osos se añaden a la mesa la tartaleta de cerezas, el barquillo relleno de cremoso de guisante, el macarrón dulce de arándano cántabro, el tocinillo de cuelo y bizcocho remolacha, un bombón Casona del Judío y el mini helado de albahaca y frambuesa.

Para bajar lo acumulado organizan despedida y fin de fiesta a la altura con tres propuestas para los comensales: gintonic mimado de nuevo por Óscar Solana, córner del grupo Dromedario para disfrutar de los mejores cafés y cierre de cena con el helado más emblemático de la comunidad autónoma, el de Regma. Más música, por supuesto.

La novedad respecto a la edición inaugurada el pasado año es el componente benéfico, ya que dos de los ochenta euros que cuesta la cita se destinarán a una asociación con fines sociales. Multiplicados por el total de treinta y ocho cabinas con sus consiguientes ocupantes, la aportación ayudará a este propósito solidario.