Benjamín Romeo entrega su Alma en La Place de Bordeaux
El viticultor de San Vicente, único español con dos 100 puntos Parker consecutivos, entra en el exclusivo club de bodegas que venden en Burdeos con un tinto que dedica a su hija
El nuevo vino de Benjamín Romeo (Bodega Contador) nace, como suele suceder con las joyas raras, de un desengaño, de una frustración. Festejaba el único viticultor español con 100 puntos Parker consecutivos (2004 y 2005) el cumpleaños de Andrés, su hijo mayor. Había descorchado un Château d'Yquem del 99, año de nacimiento del mocete. Tanto le gustó aquel vino dorado de Sauternes que el chaval le susurró al patriarca: '¿Y no podrías hacerle un vino así a mi hermana?'
«No le dije nada, pero me puse a ello. Reservé una parcela de Moscatel, Malvasía y Viura para un vino dulce», dice Romeo. Una golosina que dejó sobremadurar para capturar todos los rayos de Sol en las uvas. «Fuimos a vendimiar un sábado y me las habían quitado todas. Todas», cabecea mientras se le ensombrece la mirada.
Así que Romeo tuvo que esperar a la siguiente cosecha para cumplir con el encargo de Andrés Romeo. En 2020 juntó las uvas de tres parcelas singulares «para resumir la esencia del paisaje de San Vicente». Racimos de La Viña de Andrés, plantada por Benjamín con su difunto padre (conocido como Pajarico) junto al meandro del Ebro; de El Bombón, paraje con injertos de vides centenarias, y de Diasol, ladera orientada al Norte y a 620 metros de altitud. «Viña Andrés da madurez, grado y grasa; El Bombón, estructura y el toque mineral de un suelo con mucho cuarzo, y Diasol esa parte de la Garnacha fría y elegante, una Garnacha muy rica, balsámica y fresca, que marca mucho», explica Romeo, que acaba de cumplir 37 cosechas como elaborador y maneja 50 hectáreas divididas en 68 parcelas.
«Al explicarlo siempre decía que era un vino con alma. Más femenino, más fresco y ligero. A mí lo que más me gusta de mi trabajo es ese momento de la creación, de ir combinando los vinos de las distintas parcelas. Cuando lo llevé a que lo cataran los négociants en La Place de Bordeaux, les expliqué que era un vino con alma, que tengo una hija llamada así (cumplirá siete años en junio). Me dijeron '¡pues ya tienes el nombre!' Y aquí está Alma».
De Alma (14,5 %) se han embotellado 12.000 botellas (120 €) que se han comercializado en exclusiva (también en España) por los commerçants bordeleses, un 'privilegio' del que apenas disfrutan otros cuatro vinos españoles de prestigio y que los coloca en un escaparate universal.
La etiqueta (vertical, otro cambio bien visible) presenta un dibujo de un San Vicente medieval y del Ebro dibujado por Andrés Romeo e incluye el término «con privilegio», expresión que aparece, por ejemplo, en El Quijote, ya que el Manco de Lepanto se ganó con sangre la exención de impuestos. «Un año muy cálido y húmedo ha dado lugar a un tinto fresco, con una fruta nítida y delicada, mineral, equilibrado y delicioso en boca», apunta Romeo. Criado 20 meses en barrica nueva de roble francés, mejorará en botella. «Un pH bajo, acidez, grado alcohólico y tanicidad son los secretos de la magia para hacer que un vino dure», explica Romeo, un mago que acaba de sacar otro conejo de esa chistera sin fondo que aparece como seña de identidad en la etiqueta de su Predicador.
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