Una huelga paraliza Bélgica para protestar contra los recortes

La primera jornada de huelga se dejó notar sobre todo en la red ferroviaria. La mitad de los trenes entre Bruselas -que funciona como una gran estación internacional- y París quedaron cancelados, lo que afectó a miles de funcionarios europeos que tenían intención de asistir esta semana al pleno del Parlamento Europeo. También se vieron alteradas las conexiones con Alemania y entre Ámsterdam y Londres, con una cuarta parte de los trayectos suspendidos. El transporte público, además, quedó paralizado prácticamente en la capital belga.

Los paros se intensificarán a lo largo de hoy, cuando se espera que no haya actividad en los servicios públicos, y especialmente mañana, con la convocatoria de una huelga nacional intersectorial. Ese día no saldrán vuelos del aeropuerto de Bruselas y algunas llegadas también se verán afectadas. La situación será peor en el aeródromo de Charleroi, donde no despegará ni aterrizará ningún avión. El malestar por los recortes que planea el Gobierno de De Wever ya dio lugar hace un mes a una manifestación en la capital belga que fue secundada por más de 120.000 personas.

El descontento social con las políticas presupuestarias de la coalición nacida a principios de año tras meses de negociación es notorio. El Gobierno de De Wever plantea una modificación del IVA sobre ciertos productos, quitar la indexación automática de la inflación a los salarios superiores a 4.000 euros brutos y la reincorporación al trabajo de las personas con enfermedades de larga duración. El Ejecutivo espera ahorrar así unos 2.000 millones para 2029.

El nuevo IVA es una de las cuestiones que generan más debate. El gabinete federal quiere subirlo para las actividades deportivas y recreativas, las comidas para llevar, los plaguicidas y el gas natural, mientras que aboga por reducirlo en el caso de las bebidas no alcohólicas. También se espera que se incrementen las tarifas sobre el diésel y la gasolina. Además, el Ejecutivo acordó este lunes la adopción definitiva de la reforma de las pensiones, que considera equivalentes los periodos de enfermedad y de baja.