Sébastien Lecornu.

Macron da 48 horas a Lecornu para negociar la formación de un Gobierno y evitar elecciones

El primer ministro galo dimitió medio día después de anunciar su gabinete ante la falta de apoyos y la amenaza de una moción de censura

Enric Bonet

París

Lunes, 6 de octubre 2025, 09:55

Nuevo episodio en el polvorín permanente e inextricable en que se ha convertido la política en Francia. El primer ministro galo, Sébastien Lecornu, presentó este ... lunes por la mañana su dimisión, que fue aceptada por el presidente, Emmanuel Macron. Lo hizo menos de un mes después de haber asumido el cargo el 10 de septiembre. Su renuncia llegó apenas 14 horas después del anuncio de su primer Gobierno. ¿Esta decisión acentuará la profunda crisis política en Francia? ¿O bien se trata de una maniobra poco ortodoxa para que Lecornu salve finalmente el cargo y logre adoptar los presupuestos del 2026? Dependerá de lo que ocurra en las próximas 48 horas.

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Macron, que ya ha perdido en menos de un año a dos responsables del Ejecutivo (Michel Barnier y François Bayrou), dedicó el lunes por la tarde a reunirse con varios actores implicados en esta crisis. No se puede descartar que nombre de nuevo al primer ministro dimisionario, de 39 años. El Elíseo informó por la tarde que le ha pedido a Lecornu que intente «unas últimas negociaciones» hasta el miércoles por la noche. Un acuerdo in extremis evitaría que se confirme definitivamente su renuncia. En el caso de que fracasen esas conversaciones, el presidente «asumirá sus responsabilidades», indicó su gabinete. Sin embargo, el entorno de Lecornu sugirió a medios nacionales que no desea seguir en el cargo y que participará en ese diálogo como una especie de intermediario.

Lecornu anunció a primera hora de la mañana su dimisión ante la posibilidad real de que una mayoría de diputados votaran en los próximos días una moción de censura. A esa amenaza se le sumó la crisis entre los socios del Gobierno: los macronistas y la derecha tradicional de Los Republicanos (LR). Aunque desde un inicio se sabía que la tarea que le esperaba era ardua —mantenerse en el cargo ante una Asamblea Nacional muy fragmentada y adoptar unos presupuestos que redujeran el elevado déficit público del país—, esta se ha complicado todavía más a principios de este mes.

Desconfianza

Por un lado, no gustó a los partidos opositores la presentación el jueves pasado del primer borrador de los presupuestos, parecido al impopular plan de austeridad de su predecesor, François Bayrou. Por el otro, el anuncio el domingo por la tarde de un Gobierno claramente continuista a pesar de haber tardado 27 días en formarlo envenenó aún más la situación. La composición de ese gabinete no solo había enfurecido a las oposiciones (izquierda insumisa, socialistas, derecha radical lepenista…), sino que tampoco gustó a los socios minoritarios de LR.

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«La composición del Gobierno no refleja la ruptura prometida», criticó Retailleau, ministro del Interior y líder de los conservadores, pasadas las nueve de la noche del domingo. La derecha tradicional había convocado un gabinete de crisis para el lunes por la mañana, donde iban a valorar su continuidad en el Ejecutivo menos de un día después de haberla aprobado. Lo que más molestó a la dirección de LR fue la vuelta de Bruno Le Maire, que había llevado las riendas del Ministerio de Economía entre 2017 y 2024. Es considerado por una parte de la opinión pública como responsable de la grave situación económica del país.

«Me reuní durante una hora y media con el primer ministro, pocos minutos antes de que se anunciara el Gobierno. (…) Y me ocultó el nombramiento de Le Maire», explicó Retailleau en el plató de TF1. Esa designación de un dirigente con el que mantiene malas relaciones el ministro del Interior, y que puede ser un rival de cara a las elecciones presidenciales de 2027, provocó esa precoz crisis gubernamental. Le Maire anunció el lunes por la tarde que renunciaba al Ministerio de Defensa, lo que abre la puerta a un nuevo acuerdo entre la derecha republicana y los partidos afines a Macron. Pero no resuelve la amenaza de una moción de censura exitosa por parte de socialistas, lepenistas, izquierda insumisa, verdes y comunistas.

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De hecho, Lecornu reprochó a las oposiciones que «sigan adoptando una postura como si todos ellos tuvieran la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y (…) que prefieran su partido en lugar del país», durante la breve comparecencia en el Palacio de Matignon en que explicó su dimisión. Además, el que fuera ministro de Defensa entre 2022 y principios de septiembre lamentó que no se hubiera valorado lo suficiente su decisión del pasado viernes de renunciar a un polémico decreto gubernamental para adoptar los presupuestos del año que viene.

Ese anuncio ya reflejó cierta desesperación por parte de este dirigente que por ahora no ha brillado en el arte de la negociación. Durante los 28 días que ha pasado en Matignon, no ha logrado acercar las posiciones con el Partido Socialista ni la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Tampoco ha calmado la indignación de los sindicatos, que organizaron tres huelgas generales en el último mes.

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Elecciones anticipadas

La pelota vuelve a estar en el tejado de Macron, al que una parte significativa de la opinión pública acusa de este galimatías debido a su incomprendida decisión de convocar las elecciones legislativas anticipadas del verano de 2024, que dejaron un Parlamento casi ingobernable. El presidente puede tomar ahora cuatro posibles decisiones: designar de nuevo a Lecornu, nombrar a otro primer ministro, convocar unas elecciones legislativas anticipadas o presentar su dimisión. Esta última es la más improbable, pero la exige una parte de la oposición.

«La única decisión sabia en estas circunstancias es (…) volver a las urnas y que los franceses den una nueva dirección al país», defendió la ultraderechista Le Pen pidiendo unos nuevos comicios en el Parlamento. «Tres primeros ministros derrotados en menos de un año. (…) La cuenta atrás ha empezado. Macron debe irse», afirmó en la red social X la diputada Mathilde Panot, presidenta del grupo parlamentario de la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos).

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Ninguna de las decisiones que puede tomar el presidente ofrece garantías claras de estabilidad. Las arenas movedizas de la profunda crisis en Francia suben de intensidad. A una incertidumbre gubernamental casi crónica se le suma la sensación de un teatro político de bajo nivel en un país presidencialista y con poca cultura de pactos en el Parlamento. Una situación que corre el riesgo de acentuar la desafección de la ciudadanía.

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