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I. Ugalde
Jueves, 1 de mayo 2025, 20:46
Woranan Pannacha tenía 25 años. Era tailandesa, transexual y ejercía la prostitución. Su historia podría ser como la de tantas jóvenes que encuentran su medio ... de vida en esta práctica ancestral, ilegal en un país que es, sin embargo, ampliamente conocido por ser un destino recurrente para el turismo sexual. Sin embargo, su historia ha alcanzado estos días repercusión mundial por haber sido salvajemente asesinada y desmembrada por un turista chino de 42 años que la apuñaló en el cuello y el abdomen, le extirpó el corazón, le arrancó los implantes de silicona y se comió su pulmón derecho por negarse a mantener relaciones con él.
El asesino confeso, identificado como Fu Tongyung, conoció a Pannacha la noche del 26 de abril en la playa de South Pattaya. Tras mantener una conversación e intercambiarse los teléfonos, la invitó a practicar sexo en la vivienda que éste tenía alquilada. A cambio, la joven recibiría 8.000 bath, el equivalente a 200 euros. Según el relato que el homicida contó a la Policía al ser detenido horas después en el Aeropuerto Internacional de Suvarnabhumi, la víctima inicialmente había accedido. Pero en el último momento se negó al rechazar las prácticas sadomasoquistas que le exigía el cliente.
La renuencia de Pannacha fue el inicio de una violenta pelea entre ambos. Fu comenzó a golpearla por no querer reembolsarle la joven la mitad del pago que le había realizado y ésta se defendió como pudo arañándole la cara con las uñas, que le provocaron varios cortes en el rostro. Fue así cómo el asesino confeso encolerizó y descuartizó a la víctima. El hombre, un turista habitual de la zona, contó a los agentes en el interrogatorio que desmembró el cuerpo desde el cuello hacia abajo hasta los genitales con unas tijeras porque quería «jugar» con él ya que había visto «una serie de televisión sobre un crimen».
Fue una trabajadora de la limpieza quien encontró al día siguiente el cuerpo de Pannacha en la bañera y gracias a las imágenes obtenidas por los agentes de las cámaras de videovigilancia pudieron identificar a Fu, que para entonces se disponía a tomar un vuelo hacia la ciudad se Kunming, en el sur de China. Al ser arrestado, Fu reconoció el asesinato y lo desgranó con todo lujo de detalles. Se disculpó con el argumento de que no pudo controlarse tras ser atacado por la víctima y dijo no estar seguro de padecer una enfermedad mental.
El horrendo asesinato ha vuelto a alzar las voces de cientos de prostitutas que desde hace años exigen al Gobierno de Tailandia la despenalización del negocio del sexo para poder contar con una cobertura legal que les brinde una mayor protección y les permita denunciar los frecuentes abusos y agresiones que sufren.
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