Más virtuosismo que emoción
Al Di Meola presentó su último disco 'Twentyfour' en un concierto cuyo repertorio que no terminó de conectar con la audiencia
Unas horas antes de subirse al escenario montado en el polideportivo de Mendizorroza –que pronto cambiará de denominación en reconocimiento a la labor musical y ... baloncestista de Iñaki y Xabier Añua–, Al Di Meola (Jersey City, 1954) subía a sus redes un vídeo donde se veía al luthier Felipe Conde, tercera generación de los artesanos Esteso-Conde, ajustando su guitarra. El artista, de ascendencia italiana (por si quedaban dudas), dejaba claro que todas las piezas estaban en su sitio. A los pocos compases, también él mismo demostraba estar en forma.
A pesar del derroche técnico y del talento interpretativo, el concierto de una hora y media se vivió con altibajos y no resultó tan fluido como se esperaba. A muchos les quedó la sensación que habría funcionado mejor en un recinto más cerrado esta propuesta acústica. Al Di Meola aparenta menos edad de la que tiene –cumple 71 años el martes–, y no solo lo decimos por su actividad en redes. El referente de la fusión del jazz, el rock y las llamadas músicas del mundo salió al escenario a las ocho y media con camisa de lino ibicenca, gesto serio y proyecciones idílicas de montes suizos como telón de fondo. Se tomó con humor el hecho de que el micrófono no funcionara cuando quiso hablar. «Muchas gracias, buenas noches», dijo tras tocar 'Fandango' y presentar 'Turquoise', un tema de aires orientales que daba cuenta de la versatilidad. Fue de las pocas palabras que pronunció en una actuación en la que le respaldaron el guitarrista italiano Paolo 'Peo' Alfonsi y el maestro madrileño de la percusión Sergio Martínez, que ha trabajado tanto con figuras del flamenco como Enrique Morente o Diego el Cigala, como con referentes del jazz como Joe Lovano o Terri Lyne Carrington.
Una de esos puntos en contra del directo fue que buena parte del repertorio se debía a su último disco 'Twentyfour', el menos conocido. La propia portada del álbum, en la que se ven distintos ramos de colores, servía para simbolizar el directo: lleno de florituras. Pero también con partituras exigentes como 'Ava's Dance in the Moonlight', dedicado a su hija. En ese tema se preveían imágenes de archivo en la pantalla junto a ella. Sin embargo se proyectaron antes. Algo no acabó de cuadrar ahí. Tampoco resultó natural el momento en el que se lanzó a improvisar junto al percusionista.
Esas trabas, sin embargo, muchos se las perdonaron en el cierre. Si algo evoca el nombre de Al Di Meola es 'Mediterranean Sundance', ese clásico del álbum que compartió con Paco de Lucía y John McLaughlin, 'Friday Night in San Francisco' (1980), todavía el disco de guitarra instrumental más vendido de la historia. «This is for Paco», anunció antes de ejercitar unos dedos tallados de horas de dedicación. Lo dejó para el final en una actuación de hora y media, que evidenció su virtuosismo, pero que no emocionó demasiado.
Como cabeza de cartel de la jornada se hizo indiscutible Kenny Barron (82 años), uno de los grandes pianistas del post bop. En su regreso a la capital vasca (la última vez fue en 2017, en un homenaje a Thelonious Monk), salió a las 22.24, acompañado de Kiyoshi Kitagawa (bajo) y Johnathan Blake (batería), para impartir una lección de puro jazz. Volvió a haber guiño a Monk en el arranque de una actuación cargada de lirismo, maestría absoluta a las teclas e incluso buen humor.
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