Kylie Minogue en la discoteca de los sueños
La australiana ejerció de diva simpática y repasó su carrera, desde los «místicos y mágicos» 80 hasta el 'Padam Padam', pasando por..., sí, por esa
Vamos a empezar citando a otro ilustre australiano: Bandit, el padre de la perrita de dibujos animados Bluey, habla en alguna ocasión de «un lugar llamado los 80», y fue precisamente allí donde conocimos a Kylie Minogue. Podría haber sido uno de tantos productos efímeros de aquella década, pero aquí estamos, en 2025, bailando con sus canciones en un país llamado festival. La propia artista mostró su asombro en el momento más declaradamente nostálgico del concierto, cuando presentó aquella versión de 'The Loco-Motion' que la dio a conocer globalmente, algo así como un electroshock para la memoria del público más veterano. «Aquí estamos, en el BBK Live, en 2025. ¿Alguien sabe cuándo empezó este viaje para mí?», comentó, en un recuerdo a aquellos días «místicos y mágicos».
En algunos momentos del concierto dio la impresión de que Kylie se ha pasado todo este tiempo dentro de una discoteca, en una fantasía continua de bolas de espejos, haces de láser y estribillos que tiran de los pies. Sus canciones son un repaso a cuatro décadas de baile, con sus correspondientes modas, pero en directo suenan compactas, coherentes, sin bandazos. Y en la Kylie de 57 años reconocemos de alguna manera todas las Kylies de nuestra vida, porque su presencia en el escenario sigue siendo más o menos la misma, con esa actitud de diva simpática (dos palabras que pocas veces van juntas) que mira traviesa de reojo y, más que sonreír, se ríe. Arropada por ocho bailarines, cuatro instrumentistas y tres coristas (fundamentales, las coristas) y con una sucesión de atuendos que permitían dividir el concierto en actos (el mono azul, el mono rojo brillante, el vestido rojo, el vestido negro largo, el corto rosa con flecos, el poncho negro, el vestido-pareo con su nombre estampado...), Kylie ofreció la «versión festival» de su Tension Tour, con un repertorio más corto pero también exhaustivo, gracias a las versiones abreviadas de algunos temas y a un par de 'medleys'.
Una de las primeras cumbres fue 'Spinning Around', en la que bailó haciendo molinetes con los brazos y quedó claro que Kylie sabe mucho de esto: durante todo el concierto dosifica sabiamente el esfuerzo, baila sin excesos y deja buena parte del trabajo vocal a las poderosas coristas, que incluso se ocupan del estribillo en canciones tan importantes como 'Better the Devil You Know', una de sus inmersiones en el pasado profundo y otro de los mejores momentos de la noche. Tanto esa como la siguiente, 'Shocked', sonaron actualizadas, aligeradas de aquella producción de Stock, Aitken y Waterman que tanto marcó la música comercial de aquel momento. El público agradeció el retorno a eras remotas y la piropeó a coro (reina y guapa, le dijeron). «Sois increíbles», agradeció antes de acometer 'Dancing', uno de los pocos desvíos estilísticos de la noche, con ese aire a lo Dolly Parton y los bailarines ataviados como coloristas cowboys. Otros pasajes especiales fueron el final de 'Hold on to Now' (con las coristas como protagonistas y Kylie arrodillada ante ellas, de espaldas al público), el arranque acústico de 'Say Something' (a solas con el guitarrista y sentadita en una silla, que siempre se agradece), la dramática 'Confide in Me' (quizá la mejor de todas, con escenografía particularmente sobria) y la tanda de poderoso electro de 'Slow' y 'Timebomb' (ahí la vimos caminar como en una pasarela, y era como un videoclip de carne y hueso).
Tarareo infeccioso
Y llegó la canción, claro. La cantante australiana posee un repertorio extensísimo, pero también maneja una baza infalible, un himno que no puede faltar, ese 'lalalá-lalalalá-la' de 'Can't Get You Out of My Head' cuyo poder conoce muy bien. Le bastó insinuar los lalalás para que brotasen los móviles como impulsados por muelles, listos para grabar el momento clave, y cuando la canción terminó Kylie volvió a juguetear repitiéndolo a capela con el público: lo cierto es que podría explotar la canción aún más y extenderla unos cuantos minutos extra, porque la gente se queda con ganas de seguir bailándola. Muchos pensábamos que todo acababa ahí, igual que ocurrió el jueves con Pulp y 'Common People', pero no: aún quedaban un coreadísimo 'All The Lovers', mientras ascendían pompas hacia el cielo, y el bis con su bombazo reciente 'Padam Padam' y el desparrame disco-soul de 'Love at First Sight'. Después Kylie hizo mutis por el fondo, igual que si entrase en la luz de la pantalla, como disolviéndose en la discoteca de los sueños.
Más de uno se marchó canturreando lo de 'lalalá-lalalalá-la', ese infeccioso tarareo que ciertamente, como dice el título, no hay manera de sacarse de la cabeza. Veinticuatro años tiene la canción ya, pero aquí viene al pelo citar otra vez 'Bluey'. En una escena muy emocionante, durante una visita al abuelo, la madre evoca su propia infancia. «Hace tanto tiempo...», suspira. Y el anciano le pasa el brazo por el hombro y le dice: «Fue justo ayer». Pues eso, que los años no son nada y 'Can't Get You Out of My Head' fue ayer. Qué diablos ayer, ¡ha sido hoy!