Jessica Pratt logra el milagro del público silencioso
La cantautora californiana creó un inusual ambiente de recogimiento con sus canciones de arreglos mínimos y delicados
Daba un poco de miedo el concierto de Jessica Pratt a media tarde en el escenario principal. De todo el cartel de esta edición (quizá ... de todos los carteles de la historia del festival), la música de la artista californiana es la más cercana al silencio: son canciones delicadas, tenues como suspiros, y aquello corría el riesgo de convertirse en un recital de parlanchines charlando con cantautora de fondo. Pero se ha visto beneficiada por la escasa concurrencia de espectadores a esa hora y ha logrado el milagro de tener delante un público mayormente callado y atento.
Todo ha sido atípico, casi antifestivalero. Pratt y sus cuatro músicos se han sentado en línea, bastante atrás en el escenario, y ya con el primer tema, 'World on a String', han dejado clara la tónica del concierto: la líder cantaba con su voz singular, cercana a menudo a una trompeta asordinada, y el resto la acompañaba con detalles mínimos, sin ansiedad por llenar el espacio vacío: unos apuntes levísimos de percusión, un tímido subrayado de saxo, unos teclados que casi se escondían... Y todo a volumen bajito, como en un club nocturno, y tomándose su tiempo entre canciones para afinar y beber buchecillos de agua. Pero, lejos de romper a hablar (uno aún recuerda el estruendo de bar cuando, a una hora similar, actuó Phoebe Bridgers), la gente se mantenía pendiente del embrujo: ¡si hasta se oyeron algunas toses, como en los conciertos de música clásica!
Eran canciones con melodías enrevesadas, a menudo impregnadas de bossa nova (un caso claro fue 'By Hook or by Crook') y a veces cercanas a un 'easy listening' jazzístico y sofisticado, como si acompañasen la escena onírica de alguna película (por ejemplo, 'Poly Blue'). Ha habido que esperar a la penúltima del lote, 'Life Is', para tener un ritmo de batería propiamente dicho, y aquello casi parecía un cataclismo dentro del recogimiento y la desnudez de los arreglos. Tras la última ('Fare Thee Well'), Pratt, que casi no se ha dirigido al público, se ha levantado y se ha ido. Eso, como un suspiro.
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