«No hemos conseguido obtener la confianza que queríamos»
Los seguidores de Podemos asistieron en el Itsasmuseum a la debacle de la formación, anunciada por la división del voto de izquierdas
La cita era en el Museo Marítimo, lo que daba pie a los símiles náuticos. Los contados simpatizantes de Elkarrekin Podemos que se acercaron al Itsasmuseum a sufrir la noche electoral comenzaron recordando la gabarra atracada en el exterior. «Con cuatro escaños la sacamos», retaba un optimista. «Esto es lo mejor de la noche», indicaba otro señalando las mesas con pintxos. Al final del escrutinio, un compañero periodista recordaba con mala baba el Titanic.
Nadie confiaba en repetir los seis escaños que la formación morada obtuvo hace cuatro años. Los sondeos al cierre de las urnas alimentaban, al menos, la esperanza de mantener a Miren Gorrotxategi en el Parlamento de Vitoria. Pero en cuanto empezó a ascender el tanto por ciento de los datos reales de escrutinio las caras largas anunciaban que se avecinaba un naufragio.
«Ni nos citan, se ha borrado el morado de la pantalla», se asombraba un afiliado pegado al televisor. «La tristeza del año pasado se va a quedar corta», presagiaba otra simpatizante. La nave de Podemos no solo hacía aguas, sino que la tormenta arreciaba a cada momento. Primero, Vox sacaba escaño. Después, Sumar, con votos desgajados del tronco común de la izquierda, obtenía representación. «No sé vosotros, pero yo prefiero que el escaño se lo lleve el PNV», se escuchó en el Museo Marítimo. Alguien hizo cuentas: Podemos y Sumar sumaban, valga la redundancia, casi 60.000 votos.
Al 98% del voto escrutado la travesía tocó a su fin para no hacer más dolorosa la singladura. Miren Gorrotxategi compareció ante los periodistas aunque no abrió la boca. Habló Pilar Garrido, coordinadora general de Podemos Euskadi. Los militantes puestos en pie las recibieron con un largo aplauso y los ojos vidriosos.
Desbandada general
«Elkarrekin Podemos-Alianza Verde ha obtenido unos malos resultados, no hay que negarlo», reconoció Garrido. «No hemos conseguido obtener la confianza que queríamos para seguir empujando nuestro proyecto. También sabemos que, como pasa en la vida, hay que saber ganar y saber perder. Asumimos este duro golpe porque creemos que nuestro proyecto es muy necesario para el futuro de este país y vamos a seguir trabajando».
El rostro del veterano Juan López de Uralde resumía la catástrofe, explicitada en un tuit que escribió poco después: «Si algo queda claro es que sin una izquierda confederal fuerte no es posible vencer a la derecha. Seguimos trabajando para levantarla». No hubo declaraciones ni corrillos, sino abrazos emocionados y una desbandada general. Fue un velatorio incómodo, de esos en los que siempre se coloca un chiste oportuno en medio del dolor: «La última cena», observó alguien entre los restos de pintxos.
