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La premisa común es clara: «No hay tiempo que perder». Lejos de los formalismos que dicta el manual político en el capítulo poselectoral, sin esperar ... a esas rondas preliminares de pura cortesía, los dos miembros de la alianza hegemónica en Euskadi no se van a andar con rodeos. Casi sin digerir los resultados, PNV y PSE-EE apuestan de forma inequívoca por reeditar el Gobierno vasco de coalición que llevan compartiendo ininterrumpidamente desde 2016 y se preparan para comenzar «cuanto antes» una negociación que, sobre el plácido colchón de una nueva mayoría absoluta (39 de 75 escaños), deberá dirimir un reequilibrio de fuerzas ante el retroceso jeltzale y la subida socialista.
En puridad, la crónica de un pacto anunciado había escrito una nueva página incluso antes del escrutinio del domingo. A lo largo de la campaña, el PNV no ocultó que la alianza con los socialistas sería la opción preferente tras el 21-A, si bien trató de infundir dudas de que ese deseo fuera recíproco al alertar de que sería Pedro Sánchez, «en función de sus intereses» en Madrid, quien tendría la última palabra. El PSE-EE, reivindicándose en todo momento como agente autónomo en la toma de decisiones, evitó hablar con tanta claridad en busca de perfil propio, pero, en la práctica, su insistente negativa a acordar con EH Bildu no daba opción a más alternativas.
Con los resultados electorales en la mano, representantes de ambas formaciones se emplazaron desde ayer mismo a sentarse a la mesa a la mayor brevedad. Por los nacionalistas, Andoni Ortuzar avanzó que en primer lugar deberán analizar «la compatibilidad» entre sendos programas, pero vaticinó que se pondrán de acuerdo «para dar estabilidad al país», mientras que Itxaso Atutxa abogó por comenzar «cuanto antes» las conversaciones. Recogió ese guante el socialista Eneko Andueza, quien también apostó por «sentarse lo antes posible para negociar» y responder así a las demandas de una sociedad vasca que «no está en la clave de perder el tiempo».
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Los primeros contactos, aún informales, van a empezar desde ya con la vista puesta en que la formación del próximo Gobierno vasco quede resuelta para mediados de junio, seguramente tras las elecciones europeas del día 9 de ese mes. La búsqueda de un nuevo pacto tendrá como base los acuerdos de gobierno suscritos en 2016 y 2020, pero se enfrenta a una novedad: por primera vez, la brecha electoral entre jeltzales y socialistas se ha reducido en beneficio de estos últimos, lo que obligará a calcular un nuevo reparto de fuerzas acorde con la representación de ambos.
El PNV, el único que ha pagado el desgaste del poder al caer de 31 a 27 escaños, asume que los 12 asientos del PSE-EE (dos más que en la anterior legislatura) encarecen el precio. Atutxa no tuvo remilgos en reconocer que sería comprensible que los socialistas pidieran más poder, si bien Ortuzar quiso señalar que la diferencia es «abismal». Al otro lado, en el equipo de Andueza evitan enseñar aún sus cartas pero en privado admiten que su ascenso deberá plasmarse en «más programa socialista en el acuerdo y más peso en el Gobierno».
En la anterior legislatura, el PNV gestionó ocho de las once carteras del Gabinete de Iñigo Urkullu y el PSE-EE se quedó con las tres restantes: Trabajo y Empleo; Planificación Territorial, Vivienda y Transportes; y Turismo, Comercio y Consumo. Se replicó así el esquema del anterior mandato, pero con una vicelehendakaritza para cada uno de los partidos que, en el caso de los socialistas, les ha otorgado mayor visibilidad con una Idoia Mendia que no seguirá -al igual que Iñaki Arriola- y apunta a las listas del PSOE para las europeas. Está por ver si Andueza decide dar el paso de entrar al Gobierno o se inclina por mantener una bicefalia que le ha permitido más libertad a la hora de criticar al PNV.
Los socialistas aún no quieren dar pistas sobre los departamentos que aspiran a liderar, aunque sí abogan por dar continuidad al trabajo realizado en sus tres áreas. Hay que tener en cuenta que el PSE-EE controla carteras como Turismo y Transportes también en diputaciones y ayuntamientos, lo que contribuye a alinear las políticas en todos los niveles institucionales. Otra opción que puede aparecer sobre la mesa de negociación es la presidencia del Parlamento vasco, en manos de Bakartxo Tejeria desde 2012. Jesús Eguiguren llegó a ocupar ese cargo en el primer mandato de José Antonio Ardanza, pero entonces los socialistas tenían más escaños que los jeltzales.
Imanol Pradales, quien se convertirá en lehendakari en base a ese previsible pacto, conoce de primera mano lo que es negociar una formación de gobierno con el PSE-EE. No en vano, el candidato nacionalista lideró hace menos de un año las conversaciones que desembocaron en el pacto entre ambos para hacer diputada general de Bizkaia a Elixabete Etxanobe. En aquella experiencia, las dos partes alcanzaron sin mayores problemas un pacto programático, pero protagonizaron un intenso choque por el reparto de áreas precisamente porque los socialistas exigían más peso en el Gabinete foral después del tropiezo jeltzale en las elecciones.
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