Todos los galardonados

Listado de todos los galardonados con los Premios de Competitividad Sostenible entregados por la BBK y EL CORREO:

La sostenibilidad no sólo pone deberes a las empresas. También impone una nueva manera de hacer las cosas a los ciudadanos y, por supuesto, a las instituciones, obligadas a implantar en su propio funcionamiento y a difundir entre la sociedad modelos de gobernanza que favorezcan la puesta en marcha de iniciativas comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Una tarea en la que los primeros Premios Competitividad Sostenible han querido reconocer la labor del Ayuntamiento de Bilbao.

Desde 2007, el buen gobierno se ha consolidado como línea estratégicas de actuación en el consistorio bilbaíno, que ha mostrado su esfuerzo en esta materia liderando en varias ocasiones el ránking de transparencia municipal español de Transparency International o siendo la primera institución pública del Estado en obtener la Certificación de Calidad de Ciudades Inteligentes y Open Data, según la Norma UNE 17830. Y todo sin olvidar que, como recuerda su alcalde, Juan Mari Aburto, «por encima de la tecnología está siempre el factor humano».

«La transparencia no es un objetivo; es un medio para recuperar la confianza de la ciudadanía en la política, que sólo tiene sentido si tiene vocación de servicio», aseguró ayer Aburto al recibir el reconocimiento de manos del presidente de BBK, Xabier Sagredo.

El cáncer es la principal causa de mortalidad en Euskadi, donde en 2020 ocasionó el 25,66% de los fallecimientos registrados. Es, por tanto, uno de los grandes desafíos de la investigación médica. Una auténtica guerra en la que Oncomatryx ha escogido como «campo de batalla» el estroma peritumoral, el tejido formado por células no tumorales que rodea el tumor e influyen tanto en la evolución de éste así como en su respuesta a los tratamientos.

La firma, creada hace once años por Laureano Simón, fundador de Progenika y uno de los pioneros del sector biotecnológico español, desarrolla desde el Parque Tecnológico de Bizkaia productos de diagnóstico y fármacos personalizados en los que las moléculas citotóxicas (con capacidad para destruir las células cancerosas) se unen a anticuerpos del propio paciente. Esa composición individualizada, unida al hecho de que no se ataque directamente el tumor sino su entorno, hacen que el tratamiento además de más efectivo resulte menos invasivo.

Esta labor fue ayer reconocida con el galardón que subraya el impacto social de las empresas vascas. «Saber que hay enfermos que ya son tratados con nuestros compuestos, saber que ya son accesibles y dan esperanza a quienes antes no la tenían, es lo que nos levanta todas las mañanas y donde no os vamos a fallar», aseguró Simón, quien estuvo acompañado por el director de operaciones de la firma, Manuel Sanz.

«En las juntas generales de accionistas, siempre dedico más tiempo al dividendo social que al económico». Con estas palabras, Ignacio Galán subrayaba ayer la importancia que para Iberdrola tiene la sostenibilidad y, sobre todo, cómo ésta se debe entender más allá de las implicaciones medioambientales. «Las empresas tenemos que tener valores con V mayúscula. Tenemos la obligación de mirar siempre qué podemos hacer por el entorno natural, pero también por la igualdad, por el empleo, por la formación...», continuó.

El presidente de la compañía ganadora del premio especial de la primera edición de los galardones Competitividad Sostenible, recordó que «a lo largo de nuestros 120 años de historia uno de los objetivos fundamentales ha sido crear un verdadero progreso social duradero basado en un modelo energético seguro y respetuoso con el medio ambiente». Una tarea a la que se dedican 40.000 personas en todo el mundo.

«Para lograrlo -enfatizó Galán- fue esencial romper esa falsa oposición entre sostenibilidad económica y sostenibilidad medioambiental. Hace dos décadas parecían cosas opuestas; hoy está asumido que la lucha contra el cambio climático es motor de crecimiento económico y fuente de empleo. Igual nosotros lo vimos tan claro por proceder de esta tierra donde tan rico e importante es el paisaje». Iberdrola genera el 2% del PIB vasco y es el principal contribuyente a la Hacienda.

«Reconocimientos como éste nos animan a seguir avanzando por este camino que, hoy más que nunca, pasa por asegurar el suministro y la autosuficiencia energética aprovechando los recursos autóctonos», aseguró haciendo referencia a la «trágica y desgraciada» invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Iberdrola, el mayor productor eólico del mundo y que lidera la inversión en energías renovables, se ha marcado ser neutral en carbono en Europa en 2030 y en el resto de mercados, en 2050. «Queda mucho por hacer y lo vamos a hacer promoviendo desde esta tierra más crecimiento, más competitividad sostenible y más bienestar para todos».

La industria alimentaria consume el 70% del agua dulce del mundo y es responsable del 80% de la deforestación. Unos registros nefastos y, sobre todo, desmedidos, ya que según la FAO, una tercera parte de la producción mundial de alimentos se desperdicia. Un derroche, tanto de comida como de los recursos necesarios para producirla, ante el que cada vez hay más conciencia y, gracias a la innovación, también más soluciones. Una de ellas es la ofrecida por Oreka, cuya tecnología hace posible que los excedentes diarios de comedores de colegios, centros de trabajo u hospitales -es decir, comidas en perfecto estado- esquiven el cubo de la basura y lleguen a los bancos de alimentos o comedores sociales en idénticas y buenas condiciones.

Además de facilitar a las empresas la realización de donaciones, asegurar las recogidas y garantizar que este transporte puerta a puerta se realiza con todas las garantías higiénico-sanitarias, Oreka ofrece a las compañías donantes una plataforma 'online' en la que no sólo se hace seguimiento de todo el proceso, sino que también se pueden consultar los datos que genera su propia actividad.

Es decir, les permite saber, por ejemplo, con qué menús tienen los mayores excedentes, lo que se traduce en mejores decisiones a la hora de hacer compras u organizar su oferta. Y es ahí donde su actividad redunda en el cuidado del entorno, porque aun mejor que preocuparse por aprovechar lo que sobra, es esforzarse por evitar producirlo. «Seremos más o menos ricos en recursos en función de cómo los aprovechemos», subrayó Denis Ugalde, su fundador y consejero delegado, al recibir el premio entregado por Ibon Galarraga, socio y fundador de Metroeconomica.

El Grupo Urbegi lleva dos décadas dando forma a un proyecto de fuerte compromiso social. En su ADN está aportar soluciones competitivas y de alta calidad a empresas e instituciones. Y, lo más importante, generando oportunidades de empleo para personas en situación de vulnerabilidad.

La diversificación, solidaridad, innovación e internacionalización son los pilares sobre los que descansa la filosofía de Urbegi. Actualmente emplea a 500 trabajadores que desarrollan su actividad ya sea en las propias instalaciones o en las de sus clientes. Y bajo las mismas condiciones laborales y salariales que el resto de empleados.

En estos 20 años el grupo ha crecido de forma constante, incorporando nuevas actividades, iniciativas, capacidades y procesos. Cuenta con tres áreas diferenciadas de actividad empresarial. Una de servicios y medio ambiente, dedicada a servicios auxiliares para empresas e instituciones (limpieza de edificios, jardinería, mantenimiento, 'call center', etc.).

Un segundo departamento es el industrial, especializado en la externalización y subcontratación de operaciones industriales, logísticas y de fabricación de subconjuntos. La tercera pata del proyecto es el área de transformación social. Se encarga de la transferencia de conocimiento y asesoramiento del grupo, para el impulso de proyectos relacionados con el ámbito de la mejora social.

Javier Larrañaga, presidente y cofundador de la compañía, destacó la capacidad del grupo para generar «empleo de calidad». Subrayó además el salto que se produjo cuando abrieron una planta en México de la mano de Arteche. Allí dan trabajo, de forma prioritaria, a mujeres en riesgo de exclusión social, muchas de ellas madres solteras.

La energía eólica está normalmente asociada a grandes parques con inmensos aerogeneradores, con el consiguiente impacto visual y ecológico. Pero, tal y como ya ocurre con la fotovoltaica, el poder del viento también puede estar en manos de pequeños consumidores.

Tener un aerogenerador en el tejado de casa, o en cualquier otro edificio de las ciudades, puede ser una realidad más pronto que tarde. En eso se empeña Roseo Eólica Urbana, empresa creada por un grupo de estudiantes del Grado de Ingeniería de Energías Renovables que se imparte en Eibar.

Lo que en un principio era sólo un ejercicio práctico del curso, se ha convertido en un proyecto empresarial. La idea con la que nació era la de generar energía donde se consume, evitando las pérdidas en el transporte y fomentando la generación distribuida, todo ello además con una alta rentabilidad social y medioambiental. Hay que tener en cuenta que la instalación de parques eólicos se enfrenta muchas veces a la oposición de vecinos y grupos ecologistas.

El proyecto está en la fase de pruebas del tercer prototipo con vistas al desarrollo de un primer modelo de aerogenerador que, esperan en la empresa, vea la luz en los próximos meses.

El director ejecutivo de la firma, Mario del Río Rodríguez, y su directora financiera, Ariana Martín Martínez, recibieron el premio de manos de José Luis Ruiz de Munain, fundador y director general de SpainNAB.

En el posterior discurso de agradecimiento, Del Río Rodríguez explicó que es necesario «aprovechar todos los recursos para mejorar la crisis climática global en la que nos encontramos. Nos hace ilusión trabajar en un proyecto que pueda generar otra forma de energía renovable para conseguir edificios más sostenibles y de consumo casi nulo».

Arteche está de enhorabuena. Este 2022 cumple 75 años y, además de convertirse en una empresa referente en el mercado de los bienes de equipo eléctricos, lo ha hecho con la ética, la solidaridad, el compromiso y la transparencia por bandera. La firma de Mungia contribuye de manera proactiva al desarrollo social y a la generación de valor en las comunidades donde está presente a través de sus acciones. Su código ético y políticas de conducta públicas son la base de una estrategia de sostenibilidad que persigue metas ambiciosas, pero alcanzables. Alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

Arteche cuenta con un Comité Global de Sostenibilidad impulsado desde su consejo de administración y que se replica en cada una de las regiones del planeta donde tiene presencia. Estos comités definen cada año los planes de sostenibilidad, llevan a cabo el seguimiento de los avances de cada una de las acciones e impulsan las iniciativas internas que reciben a través del buzón de sostenibilidad.

En el último año la empresa ha puesto en marcha 65 acciones vinculadas a los objetivos de desarrollo sostenible en los que centran sus esfuerzos: igualdad de género; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; ciudades y comunidades sostenibles, y producción y consumo responsables.

Por estos motivos Arteche es un ejemplo inspirador para la sociedad y otras empresas del ecosistema industrial vasco. Su lema, 'Moving Togheter', expresa el convencimiento de que sumando fuerzas un futuro mejor es posible. El secreto de la firma es haber concebido la empresa como «una comunidad humana», destacó su consejero Lander Arteche tras recibir el premio de manos del diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria.

La desigualdad y la pobreza conforman muchas veces un escalón demasiado grande para personas que intentan hacerse un hueco en el mercado de trabajo. Afortunadamente existen iniciativas que trabajan en la formación, capacitación e inserción laboral para colectivos en riesgo de exclusión.

Uno de los casos más reseñables en Bizkaia es el de Peñascal Kooperativa, que lleva 30 años al pie del cañón.

El centro promueve una cualificación profesional, «con valores y actitudes de responsabilidad y solidaridad», para que las personas sean «soberanas y protagonistas activas en sus propias vidas y en la sociedad».

Un modelo de éxito que combina el itinerario formativo con el social y de empleo para incrementar la eficacia de su programa y lograr así resultados satisfactorios. No obstante, hace tres años Peñascal Kooperativa quiso dar un paso más allá junto a la asociación Factoría F5. La combinación de ambos proyectos dio lugar a Peñascal F5, una escuela digital inclusiva, gratuita y solidaria.

Factoría F5 está dirigida a personas con dificultades para acceder al mercado laboral, especialmente mujeres. No importa si el alumno carece de conocimientos previos, informes académicos o recursos económicos.

El centro ofrece cursos de calidad con el objetivo de formarse en perfiles con alta demanda laboral, tener acceso a formación de nivel superior o, incluso, poner en marcha iniciativas empresariales. Juan Manuel Cano, presidente de la cooperativa, insistió en el trabajo que se realiza «para llevar a las personas menos favorecidas lo más lejos posible y que puedan desarrollar todas sus capacidades».

Hogares, restaurantes, hoteles o empresas de distribución alimentaria son un sumidero por el que todos los días se pierden miles de kilos de alimentos. Sucede a nivel doméstico, en nuestras casas. Unas veces porque dejamos estropear la comida, otras porque no terminamos la que tenemos encima del plato… Este desperdicio alcanza dimensiones mucho mayores si hablamos de empresas. La tecnología desarrollada por Oreka permite a estas donar su exceso de alimentos de manera sencilla y segura, algo fundamental cuando se habla de comida.

La solicitud de recogida se puede realizar con una aplicación móvil. Posteriormente los conductores de Oreka recogen y entregan los alimentos de manera segura en una asociación sin ánimo de lucro cercana. Las empresas colaboradoras pueden realizar un seguimiento de sus excedentes para así poder tomar mejores decisiones de compra.

La idea es que, por cada euro que una firma invierta en reducir el desperdicio alimentario, reciba un retorno de inversión «mucho mayor», en forma de ajustes de producción, competitividad, rentabilidad e incluso ahorros tributarios.

Gracias al compromiso de las empresas colaboradoras, Oreka consigue repartir sólo en un año entre 75.000 y 100.000 comidas. Esto quiere decir que aproximadamente unas 30 toneladas de alimentos no engrosarán la vergonzante estadística de comida que acaba en la basura.

Como recordó su fundador y consejero delegado, Denis Ugalde, «al final cada pequeña acción e impacto es importante». Quiso dedicar el premio «a los que hacen un poco mejor y sostenible la vida de la gente».

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