El impulso al Puerto de Valencia relanza el corredor mediterráneo frente al cantábrico

Será mañana cuando el Consejo de Ministros dará luz verde a la licitación de las obras de la terminal norte que tendrá una superficie de unas 137 hectáreas y 1.970 metros de línea de atraque, con una capacidad para albergar 5 millones de contenedores.

No es una inversión más. Primero, porque se hace en la segunda gran puerto del país en movimiento de mercancías, sólo por detrás de Algeciras, lo que fomentará su potencial, crecimiento y liderazgo respecto al resto de infraestructuras, entre ellos el de Bilbao (mueve menos de la mitad de toneladas: 64 millones frente a 28, en el acumulado del año hasta octubre). Y segundo, por la enorme carga política de la decisión.

La apuesta del Gobierno central por el corredor mediterráneo viene de largo y este proyecto viene a confirmar que las muchas advertencias que viene lanzando Euskadi, con el lehendakari Iñigo Urkullu a la cabeza, no son meras pataletas. El último toque de atención lo dio el pasado día 4, en el Foro Expectativas Económicas organizado por EL CORREO y Banco Santander. Se refirió al anuncio en medios de comunicación que se vienen publicando en favor del corredor mediterráneo y en la necesidad de hacer «un esfuerzo compartido y corresponsable para la reivindicación del Corredor Atlántico, no sólo ferroviario, sino también de las interconexiones eléctricas, energéticas y de otra naturaleza».

Ferroviario es una palabra clave porque en el proyecto valenciano, como enfatizó el ministro, permitirá «derivar los tráficos de contenedores al tren» porque contempla «la mayor terminal ferroviaria que va a tener ningún puerto de la Península y probablemente ninguno en Europa, en un momento en el que el 93% de los contenedores que entran y salen de las instalaciones lo hacen en camiones». En Bilbao, por ejemplo, la Variante Sur Ferroviaria sigue durmiendo el sueño de los justos en una vía muerta pese a que el presidente de la Autoridad Portuaria, Ricardo Barkala, confesó a este periódico estar «muy preocupado» por esta parálisis.

Lo que está claro es que el corredor mediterráneo le está ganando la partida al cantábrico. Así lo viene advirtiendo Urkullu, que a mediados de marzo lanzó el llamado 'lobby del Norte' como arma de «presión política». Lo hizo citando en Vitoria a los presidentes autonómicos de Galicia, Alfonso Rueda (PP), de Asturias, Adrián Barbón (PSOE), y de Cantabria, entonces liderada por el regionalista Miguel Ángel Revilla.

El nuevo foro nació con un primer objetivo muy claro: reclamar al Gobierno francés que no demore más su conexión de alta velocidad con Euskadi. A través de una declaración leída por Urkullu, el grupo denunció los «gravísimos incumplimientos» del Elíseo, que ha retrasado el final de las obras previstas hasta 2042 (el mediterráneo estará operativo en 2030), y pidió al Ejecutivo central y a la UE que «fuercen» a Emmanuel Macron a cambiar el paso y acortar los plazos. «Corremos el riesgo de volver a quedar fuera de foco», advirtió el lehendakari.

Urkullu también ha llevado su particular batalla hasta Bruselas, donde el martes consiguió 'in extremis' que el Consejo Europeo aprobase la tramitación del llamado Arco Atlántico. Lo hizo previo cruce de mensajes con Pedro Sánchez porque el tema se había 'caído' del orden del día de la reunión. Finalmente entró y se aprobó. No deja de ser un trámite, sí, pero cargado de simbolismo.