Comprometidos con la transformación competitiva
Nos encontramos en un periodo muy ilusionante, de grandes oportunidades, una coyuntura que está llamada a favorecer una nueva transformación del tejido productivo y social, para transitar hacia un modelo más sostenible y digital.
Los fondos europeos asociados al Plan de Recuperación van a determinar el modelo de desarrollo económico del futuro más próximo. Se trata de unas ayudas que no tienen parangón, y no sólo por su elevado volumen. Es la primera vez que la Unión Europea se endeuda de forma solidaria para hacer frente a las ayudas a todos los estados miembros. No ha sido una tarea fácil, ya que determinados países miembros no han visto muy clara la puesta en marcha de esta iniciativa.
Al tratarse de unos fondos finalistas, que no han sido diseñados para cubrir problemas pasados, el reto consiste en que su ejecución en tiempo y forma sea correcta. Y a los estados miembros no nos queda otra que dar la talla, no podemos fallar. Debemos saber conectar con las prioridades marcadas por la Unión Europea, dirigidas a crear empleo, enderezar el deterioro económico y social provocado por la pandemia e impulsar proyectos ecológicos y digitales.
Las iniciativas vinculadas a la sostenibilidad y la transición energética, con la digitalización como herramienta clave, se configuran como el motor del nuevo tejido productivo, con sectores modernos, innovadores y capaces de retener el talento.
También considero relevante que se defina la labor que el sector financiero puede jugar en este periodo de transición. Los bancos trabajamos desde hace tiempo con la Administración Central para centrar y definir nuestro papel, que es muy importante, por la capilaridad, la capacidad de transmisión de las ayudas, el apoyo administrativo que podemos proporcionar o por la posibilidad de anticipar y cofinanciar estos fondos en los casos en los que sea necesario. Hasta el momento no hemos podido lograr que se defina con nitidez dicho papel, y cada entidad financiera hace lo que considera más útil para su entorno.
En el caso de Kutxabank, trabajamos con la vocación de mantener el compromiso con los ejes de avance citados, y ser un agente impulsor y catalizador del cambio.
Por ello hemos diseñado, en colaboración con las organizaciones empresariales vascas, un plan que respaldará la recuperación del tejido, mediante el mejor aprovechamiento del programa de ayudas europeo y que se complementará con un programa propio de financiación adicional.
Las apuestas de futuro han de priorizar la digitalización, en línea con la agenda europea. El confinamiento y la pandemia han implicado toda una serie de aprendizajes en materia digital que, de ser correctamente aprovechados, influirán positivamente en el propio proceso de transición de la economía.
Lo digital aporta la capacidad de articular modelos productivos y de atención capaces de responder de forma rápida y eficiente a las necesidades repentinamente superiores de la ciudadanía, en los que el concurso de la tecnología resulta imprescindible.
La nueva era se entiende, asimismo, en clave de sostenibilidad. La consecución de una sociedad y un tejido productivo sostenibles, además de ser una petición social imparable, cuenta con el apoyo de los principales líderes europeos.
La sociedad del futuro dibujada por los fondos de ayuda europeos tampoco se entiende sin el concurso de nuevos profesionales con capacidad de desarrollo y adaptación, en definitiva, perfiles que se acoplen en esta nueva Europa más ecológica, digital y resiliente. Formar, promover y, sobre todo, retener todo ese talento es nuestra responsabilidad.
Estamos, en definitiva, en un periodo de intensa transformación económica. Desde Kutxabank queremos realizar este viaje junto a las empresas e instituciones locales, a las que ofrecemos toda nuestra colaboración y conocimiento, siempre con el objetivo de favorecer la recuperación de su competitividad.