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Iván Fernández Anaya (Vitoria, 1988) cuelga las zapatillas. Así lo ha aunciado el propio atleta alavés a través de sus redes sociales. «Me retiro del atletismo al más alto nivel», informa. «Digo adiós a un lugar en el que he sido muy feliz y he disfrutado de experiencias increíbles, pero sobre todo he conocido a personas maravillosas. Me llevo amistades para toda la vida y el calor de la gente que me aplaudía incondicionalmente», se despide.
Lo hace en una fecha señalada para el. El 2 de diciembre. Tal día como éste de hace diez años, su deportivo gesto con el keniano Abel Mutai en el Cross Internacional de Burlada dio la vuelta al mundo. El africano, destacado en primera posición, se frenó a una decena de metros del arco de meta pensando que ya había vencido. El alavés, que venía detrás, le indicó, casi le empujó a que traspasara la línea, en vez de aprovecharse del despiste de su rival y ganar él.
La acción fue recogida por cámaras y vídeos. Los reconocimientos llegaron desde todas partes en esta aldea global. A Iván Fernández no le hizo falta batir un récord mundial para ser reconocido más allá de las fronteras del atletismo como un deportista íntegro. «Ufff, cómo pasa el tiempo», evoca en su despedida.
«Me voy dando las gracias a todos lo que me ayudaron a llegar a cumplir mi sueño. A mi familia, mis padres, los primeros. Sus enseñanzas, sus valores han sido y son fundamentales para entender quién soy. Muchas han sido las carreras perdidas frente a las ganadas, las lesiones... De todo siempre he sacado aprendizajes que ahora, fuera de la competición, aplico en el proyecto más ilusionante que inicié en 2019 y que ahora ocupará mi vida», precisa.
Se refiere a la Escuela del Club Atletismo El Prado, donde disfruta transmitiendo esos valores deportivos a los trescientos niños y niñas que la componen. «Seguiré corriendo con otros objetivos, pero como cuando con seis años empecé a romper zapatillas, con ilusión y sin perder la sonrisa», concluye Iván Fernández.
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