«Después de la carrera algún kalimotxo que otro ya va a caer»
La afición vitoriana llevó en volandas a los más de 4.500 corredores en una edición de récord de participación y de ánimos
J. M. Navarro
Domingo, 11 de mayo 2025, 13:11
En una edición de récord, la Maratón Martín Fiz en Vitoria guarda muchas más historias que los de quienes levantan la cinta. Detrás de ... los que se suben a los escalones del podio han marchado más de 4.500 corredores con ganas de pasar un buen rato haciendo deporte. Cada uno se pone las zapatillas por un motivo muy distinto: por ponerse a prueba, por una causa solidaria o por empezar en el 'running' y subirse a la ola de un deporte que ha vuelto a conquistar a cientos de aficionados en los últimos años.
Forofos que no sólo dan zancadas, sino que también empujan a quienes las dan. Como la pequeña June, que a sus siete años sostiene un cartel para empujar a su madre Ainize. 'Goazen, ama! Tú puedes con todo', reza. Como Pedro Rubio, que en la calle Diputación aplaudía a los más rezagados antes de comprar el pan. «Se les ve más cara de sufrimiento que a los primeros».
Esos 'chutes morales' son los que más han animado a los participantes de la prueba. Los que han empujado a Almudena y a Eva Delgado hasta la meta. Cuando hablan con este periódico todavía les cuesta respirar por el esfuerzo. Venidas desde Madrid llevan la camiseta de 'Corre en Rosa', una fundación que apoya a mujeres pacientes de cáncer o que han superado la enfermedad. Y aún con el aliento justo, después de fundirse en un abrazo, tienen tiempo de agradecer la ayuda de los espectadores. «El ambiente es lo mejor. Este año corríamos por una compañera, que vamos a recibirla ahora, pero el balance de la carrera es tremendamente positivo, no hay nada negativo», relatan.

Mismas sensaciones trasladaban, una vez pasada la línea de meta, la familia Fernández tras correr juntos la prueba de diez kilómetros. Alberto, el padre, es el que mejor se muestra tras la prueba, aunque también es el que más concienzudamente se ha puesto a punto. «He entrenado muy bien y hemos ido en ritmo, el ambiente es brutal». David, de 17 años, admite que «no hemos preparado tanto la prueba» y que él y su hermana Rocío, de 20 años, han confiado en la juventud.
Estirar para soltar los músculos y comer
Para recuperar fuerzas, en casa de los Fernández hoy se sirve paella para comer. Otro Fernández, Iñaki, deja claro que el plan de su cuadrilla veinteañera (Leire Bergara, Rafa García, Mariasun García y Paula Álvarez de Arcaya) va más de bebidas isotónicas. «Algún kalimotxo que otro ya va a caer», sentencia. Él y Rafa no tenían previsto apuntarse, pero «las chicas se habían apuntado, mi amigo y yo teníamos pendiente un reto, nos comieron el tarro y poco tardamos en liarnos». Paula se queda con el resultado y el buen rato. «Lo he disfrutado muchísimo. Hemos corrido incluso mejor que en los entrenamientos», señala. Así que el kalimotxo parece merecido.

Entre los corredores nacionales, baleares, navarros y madrileños copan los orígenes de fuera de Euskadi. Antonio Gutiérrez, José Antonio Fernández y Miguel García han llegado a Vitoria desde Aranjuez con su club. En total, «más de cincuenta personas» repartidas por las distintas pruebas, desde los 10 kilómetros hasta la maratón completa. «Solemos hacer dos salidas: una habitualmente al norte y otra al sur. Este año nos hemos decantado por Vitoria, que ya la teníamos fichada», señala José Antonio. García, pese a que apunta a un «ambiente fenomenal», cree que la ciudad tiene recorrido para mostrarse mejor en una carrera así. Aquí, aunque toca primero «estirar y hacer una carrerita para soltar los músculos», tampoco van a renunciar «a tomar unos pintxos a mediodía por el centro» para reponerse del esfuerzo.
En la carrera también ha habido corredores extranjeros. Aunque aquí el espíritu deportivo va igualmente por barrios. Desde corredores estadounidense ataviados con la equipación nacional hasta un grupo de chinos que se han sumado de golpe a la carrera sin dorsal. Tung Shao y Xi Qi encabezan el grupo y Shao asegura que han conseguido completar los diez kilómetros «en una hora». Tras la carrera, dicen que toca «estirar y descansar», aunque aún les quedan energías para posar para una foto, tratar de conseguir una medalla y dirigirse hacia el podio para subirse a él antes de que llegue la ceremonia de premios.
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