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Coincidiendo con el paso del Gran Circo por el Circuit de Catalunya, en Montmeló, merece atención un pequeño pueblo situado a unos kilómetros del trazado ... del Vallés, en las faldas del Montseny. San Antonio Vilamajor se llama y asiste eufórico a la consagración de su vecino más ilustre que no es otro que Álex Palou Montalbo, brillante ganador de las 500 Millas de Indianápolis hace una semana. Con su victoria en una de las pruebas de la triple corona –Gran Premio de Mónaco, 24 Horas de Le Mans y las citadas 500 Millas– Palou convierte en cuarteto el selecto trío de pilotos nacionales que ha triunfado en alguna de estas citas y que hasta ahora componían solo tres hombres: Fernando Alonso, Marc Gené y Miguel Molina.
Después de haber alcanzado tres campeonatos de la Indycar lidera cómodamente el actual y ha hecho historia en el templo de la velocidad de Indiana, con lo que está en camino de igualar a ilustres de los ovales como Ted Horne y Dario Franchitti; los únicos pilotos que encadenaron tres títulos de la Indy con la victoria en las 500 Millas. La maniobra por el interior de la primera curva que el domingo pasado le sirvió para tomar el mando en carrera y su defensa de la posición durante las últimas catorce vueltas supusieron la demostración fehaciente del talento que derrocha el catalán, un hombre cortejado pero nunca seducido por la Fórmula 1.
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Álex Palou ha alcanzado la gloria deportiva después de haberse reinventado. Apadrinado por el inolvidable Adrián Campos –cuánto le debe el deporte del motor al difunto piloto de Alzira– Palou hizo las maletas para probar fortuna en el país del sol naciente y acabar encontrándola más allá, al otro lado del Pacífico. Ciertos cantos de sirena de McLaren le habían permitido atisbar alguna posibilidad de sentarse en un monoplaza del Gran Circo después de disputar los libres de Austin hace tres años. Sin embargo el catalán rompió su compromiso con los de Woking tras verse relegado por el este domingo ganador Oscar Piastri y regresó al mejor equipo de la Indycar que paradójicamente le había demandado por sus devaneos con la propia McLaren. Dicen que el tiempo lo cura todo, y en el automovilismo las victorias son el mejor bálsamo. La segunda etapa de Palou con la escuadra Ganassi ha aportado dos nuevos títulos y un patrocinador del calibre de DHL; así que miel sobre hojuelas para todos y la creencia de que el piloto tiene bien calculada –y financiada– la indemnización que deberá pagar por su plantón a los de Woking, con los que aún litiga en los tribunales del Reino Unido.
La imagen pública de Alex Palou en Norteamérica se ha reforzado tanto por sus victorias sobre el asfalto como por su colaboración con una asociación de veteranos de guerra. Todos los pilotos de la Indy están obligados a prestarse a causas solidarias y el catalán se alistó –valga la expresión– para colaborar en la prevención de suicidios entre excombatientes. Su discreto compromiso saltó a los medios y multiplicó su popularidad, atrayendo al monoplaza a numerosas marcas de prestigio para mayor satisfacción de Chip Ganassi; el eufórico jefe de un top driver que acaba de hacer historia y es el personaje del momento en los Estados Unidos.
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