La búsqueda de Blanca se intensifica sin éxito en la Sierra de Guadarrama
Drones, perros y escaladores peinan bosques, senderos y peñas en busca de una deportista acostumbrada a dormir al raso en el monte
J. Luis Álvarez
Miércoles, 4 de septiembre 2019, 00:35
Blanca Fernández Ochoa no es una senderista de fin de semana. Está acostumbrada a dormir al raso en el monte y el valle de ... la Fuenfría, al pie de Siete Picos. Su paraje preferido. Esta zona del Parque Nacional de Guadarrama, al noroeste de la Comunidad de Madrid, es un espacio que los Fernández Ochoa han pateado desde pequeños. Por eso, la familia, junto a compañeros de estudios y amigos de los hijos de Blanca, participa en su búsqueda. Conocen a la perfección las rutas y caminos por los que solía adentrarse. Pero la segunda jornada de búsqueda intensiva tampoco dio resultados.
El olor al pino de Valsaín inunda todo, pese a los murmullos de los coches de los medios de comunicación, las motos de las fuerzas de seguridad y el sonido de los helicópteros sobre los riscos. Ayer por la mañana se formaron once grupos, entre miembros de la Guardia Civil, Policía Nacional y local, Bomberos, agentes forestales y 60 voluntarios seleccionados entre los que se presentaron al Ayuntamiento. «No se ha cogido a más por la dificultad de coordinarlos».
Por la tarde, el dispositivo se dividió en nueve equipos, uno con voluntarios y otro con expertos que accedieron a las zonas más complicadas. En total, unas 350 personas. El rastreo se realizó desde el aire con drones y helicópteros equipados con cámaras térmicas. Junto a ellos trabajaron una veintena de perros adiestrados en buscar rastros de personas. «Queremos que la búsqueda sea más concienzuda que la del lunes», dijeron los responsables del dispositivo.
La principal novedad fue el uso de los drones. Tres aparatos de la Policía Nacional, tres de la Guardia Civil y uno de Bomberos. Según uno de los pilotos del instituto armado, adscrito a la Unidad Especial de Intervención, el dron tiene dos cámaras. Una es diurna con un zoom muy potente y la otra detecta diferencias térmicas. «Hemos trabajado apoyados por un especialista en montaña -Greim- y nos iba diciendo las zonas donde teníamos que ir inspeccionando», explicó. «Eran zonas muy escarpadas, casi imposibles para una persona a pie e incluso para verlas en helicóptero, porque con el dron nos podemos meter incluso en las grietas».
Según este piloto, el dron permite detectar cualquier objeto que se encuentre «por medio de los treinta pasos de zoom óptico que tiene la cámara, a los que se suman los pasos digitales». «Si hubiéramos visto una zapatilla nos habría llamado la atención, y más al compañero que está acostumbrado y distingue perfectamente si es una piedra o una prenda de vestir». El vuelo se realizó a una altura de 30 metros en un radio de 1.700 metros del piloto que operaba el dron.
«Estamos muy animados y queremos encontrarla», manifestó ayer el marido de su hermana Dolores
Adrián Federighi
Objetos abandonados
Durante los rastreos se encontraron mochilas, bastones, una tienda de campaña y objetos abandonados por senderistas. Los expertos consultados advierten que no siempre es posible encontrar a personas perdidas en alta montaña. No obstante, el cuñado de Blanca, Adrián Federighi, expresaba el «buen ánimo» de la familia por hallarla, pese que cada hora que pasa hace temer por su suerte. «Estamos muy animados y queremos encontrarla». Por estos caminos existen cuevas, donde Blanca podría haber buscado refugio ante una eventualidad. «La esperanza es lo último que vamos a perder», señaló uno de los voluntarios.
La familia Fernández Ochoa hizo de Cercedilla su hogar y del esquí su modo de vida
Francisco Fernández Ochoa, Paquito, con su oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1972, en Sapporo (Japón), dio a conocer a escala nacional a una familia que hizo del esquí su forma de vivir y de la Sierra de Guadarrama su hogar. Cada vez que subía al podio a recoger una medalla mencionaba Cercedilla, su pueblo adoptivo, una localidad que hoy guarda el recuerdo de una familia «que hizo mucho por nosotros».
Todo empezó cuando el padre, Francisco Fernández, conserje en la Federación Española de Esquí, se casó con Dolores Ochoa, cocinera de la institución. El deporte blanco marcaría sus vidas y, a mediados de los 60, no dudaron en cambiar su residencia del barrio de Carabanchel a la estación de invierno del puerto de Nacacerrada. Allí regentaron una panadería. Mientras que Francisco se ocupó de la Escuela de Esquí, Dolores trabajó en el restaurante de sus padres.
Del matrimonio nacieron Paquito, fallecido a consecuencia de un cáncer en 2006, Ricardo, Juan, Blanca, Luis y Dolores. Desde pequeños vivieron en un lugar privilegiado para el deporte del esquí. Y es allí, lugar en de referencia para el esquí alpino español, donde los hermanos se calzaron por primera vez las tablas.
Cercedilla (6.900 habitantes), ubicada al noroeste de la Comunidad de Madrid, con el puerto del Alto del León a un lado y al otro el puerto de Navacerrada, era desde principios del siglo XX punto de encuentro de aficionados a los deportes de montaña. En el puerto de Navacerrada ya se practicaba el esquí en 1915, una afición rara en aquella época y, sobre todo, en un lugar tan al sur de Europa. También la localidad fue punto de encuentro de la Generación del 27. Sus integrantes dejaron su impronta en el Mirador de los Poetas.
Corría 1963 y los Fernández Ochoa «conocían sus montes como la palma de su mano». Blanca consiguió la medalla de bronce en los JJ OO de Albertville de 1992. Con los años, la impronta de la familia quedó ligada a Cercedilla. Bienvenido Lozoya, jubilado que se afana en una partida de ajedrez en el Centro de Mayores del pueblo, recuerda que «la familia ha sido muy importante y muy querida en el pueblo, al que han ayudado bastante».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión