Un duelo de alto voltaje
Norris y Piastri, compañeros en McLaren, tienen una rivalidad tan intensa que se auguran grandes cara a cara
Austria ha supuesto el punto de partida al verano europeo de la Fórmula 1 y el título es cosa de Oscar Piastri y Lando Norris, ... los pilotos de McLaren. Su enconada rivalidad recupera duelos de alto voltaje como el de Mark Webber y Sebastian Vettel cuando compartían el garaje de Red Bull, aunque lejos aún de los cuerpo a cuerpo que protagonizaron Senna y Prost, Alonso y Hamilton o Mansell con Piquet. La historia del Gran Circo insiste en demostrar que si dos pilotos de talento disponen de idéntica montura la gresca está asegurada, y no le digo nada si uno de ellos aporta un patrocinador adinerado a las finanzas del equipo. Norris y Piastri –tanto monta– parecen gente sensata y después incluso de que el primero acabara contra el muro en Montreal fueron capaces de limar sus diferencias discretamente.
El inglés es un tipo divertido, la salsa de cualquier sarao que se precie. A Piastri podría usted contratarle como sherpa para hacer cumbre en el Himalaya y difícilmente se apartará unos centímetros del sendero establecido, aunque echarán de menos a Norris para celebrar el logro. Esta temporada en que apenas Verstappen ha podido batirles acabará apareciendo el gen competitivo que ha permitido a uno y otro llegar a la categoría reina del automovilismo, y la subida del voltaje nos traerá los mejores momentos del curso. Dependiendo de cuánto se adelante McLaren a los acontecimientos tomará la deriva uno u otro sentido, porque no olvidemos que no son sólo Oscar y Lando quienes mantienen el pulso sino todos los integrantes de la escudería que respaldan con su trabajo a cada uno de ellos. Son cuatro ingenieros y diez mecánicos por cada uno los que velan por el interés de este o aquel y consideran al vecino de garaje su más encarnizado rival.
Con Zak Brawn al timón McLaren ha optimizado la gestión de la escudería y pese a haber alcanzado un altísimo nivel de competitividad no supieron –o no pudieron– hacerse con el título de pilotos el curso pasado. Cuesta creer que por más vacilaciones que repitan puedan perder este año ambos títulos y que no esté todo hablado, porque cuando seis bólidos negocian a la par la primera curva de carrera no es momento de ejercer una caballerosidad mal entendida sino de hacer valer el arrojo y el talento de cada cual para tomar ventaja, como ocurrió en aquella recta de Canadá. Llegado ese momento deberán haberse dado directrices claras desde el box de McLaren, pero jamás en el briefing posterior a la clasificación del sábado o en el previo a la carrera, donde cada piloto está concentrado exclusivamente en su trabajo. Tiempo hay en la fábrica o en un ambiente apartado de la propia F-1 para gestionar estos asuntos, más aún teniendo en cuenta que los pilotos de hoy en día siguen siendo muy sensibles a cuestiones que para cualquier tipo corriente resultarían nimias, como a cuál de los dos se dirige en primer lugar su jefe cuando les habla.
En el caso que nos ocupa McLaren también debiera tener presente que Mark Webber vela por los intereses de Oscar Piastri y en su momento salió escaldado de Red Bull al sentirse perjudicado una y otra vez en favor de Vettel; y con toda seguridad no tolerará que esta vez la historia se repita en beneficio del británico que pilota para la más británica de las escuderías.
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