Igor Antón: «El Vivero es mi puerto fetiche, tenía que estar aquí»
El exciclista de Galdakao ha repartido agua a sus antiguos compañeros en la subida a esta montaña clave en su trayectoria deportiva y en su vida en general
Entre los cientos de personas congregadas en El Vivero, destacaba uno muy especial. Para Igor Antón, esta montaña es el centro de su geografía ... deportiva, el itinerario por el que suben y bajan sus recuerdos, y este jueves ha estado aquí para entregar bidones junto a los auxiliares del equipo Dimension Data. «Este es mi puerto fetiche, le tengo muchísimo cariño. ¡Me vienen a la cabeza tantos entrenamientos! Arraiz también va a ser un lugar clave, pero yo tenía que estar aquí, en El Vivero», decía el exciclista de Galdakao pocas horas antes de la llegada de los corredores.
La memoria de sus interlocutores se escapa inevitablemente hacia aquella gloriosa jornada de 2011 que culminó con su victoria en Bilbao, pero las reminiscencias de Antón alcanzan más lejos, hasta la infancia, cuando «trasteaba» con sus amigos por los búnkeres del Cinturón de Hierro, y también hasta las barbacoas con la cuadrilla. Eso, sin olvidar el alto de Ganguren, un lugar de resonancias casi místicas para él: «Es un punto muy especial de Galdakao. Se ve el mar y es un sitio muy bueno para meditar: a lo mejor una tarde me imaginaba de profesional, en el pelotón, o en una fuga... ¡Cuántas veces me he imaginado cosas aquí!», evocaba.
Pero la clave de todo estaba en la subida desde Lezama, la que han utilizado este jueves los ciclistas, una cinta de asfalto que Antón ha recorrido en incontables ocasiones. En entrenamientos, pero también en la Clásica de Loroño o en la carrera de su pueblo. De las cuatro opciones para llegar hasta aquí arriba, es su favorita: «Me la sé como la palma de mi mano. Son 3,6 kilómetros hasta aquí y luego un kilómetro más», comentaba, señalando la curva que bordea el aparcamiento. ¿Y no preferiría estar subiéndola una vez más en lugar de esperar aquí? «Para mí es una situación novedosa. Después de once años corriendo la Vuelta, es una sensación de querer estar ahí, pero también me apetece este otro lado, ver y animar en una etapa tan especial para tantos compañeros».
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