

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Seis semanas después de anunciar su retirada, Víctor de la Parte (Vitoria, 1986) anda «más liado que cuando corría». «Tengo cosillas y no paro. Esquiar, ... correr… pero sobre todo disfrutar», señala desde Andorra, su residencia habitual. Se acabaron los sacrificios de una carrera ciclista atípica, que comenzó de imprevisto, ya con 21 años, pasó por muchos países, algunos de lo más exóticos, y se acaba a los 38 años: «Nadie lo hubiera dicho en mis inicios», asegura.
- ¿Cómo definiría su carrera?
- Empecé tarde, pero vieron que tenía motor. Los inicios fueron en equipos pequeños, unos años de trotamundos disfrutando muchísimo de otro ciclismo y luego llegué a los más grandes, al Movistar, a la élite. Otro mundo. Y acabo en casa, en el Euskaltel. Ha sido todo muy progresivo y bonito.
- ¿De dónde sale ese motor, si hasta los 21 no empezó a andar en bici?
- Parece algo innato porque no había practicado ni un deporte en serio. En mi primer año un médico de Vitoria me hizo una prueba de esfuerzo y me preguntó: '¿tú qué has estado haciendo hasta ahora?'. Y cuando le conté no le salían los cálculos (risas). Tenía un gran motor, pero faltaba pulirlo. Cuando pasé a profesional estaba sin hacer. Mis piernas eran de todo menos de ciclista. Empecé sin depilar, con una talla de bici pequeña, zapatillas grandes… Era un cromo. Pesaba 5 kilos más de lo que pesaba cuando he competido, y mi cuerpo se fue haciendo muy lentamente. Cuando me depilé definitivamente, se me pusieron patas de ciclista y ya llevaba 3 años de profesional.
- ¿Recuerda cómo fue su primera carrera?
- Me dieron un maillot y un culote del gimnasio K2 y aparecí así en una carrera amateur cuando ya todo el mundo tiene equipos. Antes había salido mucho de juerga y demás, no tenía el hábito, la educación que tiene un ciclista que lleva desde los 12 años. La adolescencia fue muy diferente a la de los demás. Llegué a trabajar, estaba en la universidad y salía como hobby, pero me picaron en el gimnasio y en la grupeta de Beloki (Joseba) y así, y tenía la rabia de un chaval que salía a tope con mis pintas, que muchos se reían, pero que luego acababa reventando.
- ¿Cómo fue su primera vez con Beloki y demás?
- Fuimos a la Cruz de la Demanda desde Vitoria, que nos salieron como 220 kilómetros y fui sin comida ni nada. Y aguanté, ¿eh? Ahora es impensable. Me ve un nutricionista y me mata. La vuelta por Cucho y Zaldiaran me sobró, era un inconsciente, con 21 años no sabía lo que es el ciclismo. No sabía ni las carreteras. Me aprendí una ruta que era Agurain y volver por Gordoa y poco más.
- ¿Sus padres le apoyaron desde el principio?
- Se les hizo raro. Había empezado la segunda carrera y mis padres me decían que el deporte está muy bien, pero los estudios más. Les costaba entenderme. Yo tampoco tenía el objetivo de llegar a ser profesional, pero me gustaba. Creo que nadie pensaba que iba a vivir de esto. Hasta acabé la carrera y todo.
- ¿Cómo recuerda aquel episodio en el que el Caja Rural le aparta?
- Un médico del equipo nos dio una lista de productos que había que comprar en una farmacia de Andorra y casi todo el pelotón lo hizo, pero fuimos cuatro idiotas los que compramos con nuestras tarjetas y vinieron a por nosotros. Tuve la rabia esa de un chaval recién llegado y la injusticia, no sabía por dónde venían los tiros. Ahora me río, ves que es parte del ciclismo y que somos los corredores los que pagamos, pero siempre tuve la mente tranquila.
- Le tocó correr por todo el mundo.
- Fue lo más bonito. Hacía carreras por Asia, por países muy extraños de ciclismo. Lo que he vivido ahí no lo he vuelto a vivir. Hice muchos amigos. Aquello unía. En los países del Este, por ejemplo, ibas a los hoteles y no sabían ni lo que comían los ciclistas, teníamos que cocinarnos la pasta como podíamos. Y en China, en el buffet casi todo eran patas de gallina. Me decía: '¿Con esto cómo voy a andar?'.
- ¿Cómo fue trabajar para Quintana y Valverde?
- Yo venía de CCC, que ya era un equipo grande, pero estar ahí con esa gente, un equipo de casa, fue una apuesta grande y me lo tomé con muchísima ilusión. Yo ya ni pensaba en algo así ni lo tomaba como un objetivo. Si hubiese tenido en mente estar en un World Tour, no hubiera hecho nada en mi carrera. Y claro, llegas a un equipo que tiene autobús propio, algo que no había tenido en mi vida, todo el mundo se preocupa por ti, es diferente. Entrenaba para ganar y entonces era hacer que ellos ganen, y con ellos dos era fácil. Me llenó porque sabía que nunca iba a vivir en mi piel lo de pelear por lo más grande.
- ¿Por qué se retira?
- Ya tenía decidido que iba a ser mi último año y cuando tienes eso en la cabeza… se hace más duro. Empecé el año y me costaba entrenar, que a mí nunca me ha costado y tomé la decisión rápido.
- ¿Se arrepiente de haber empezado la temporada?
- No, soy impulsivo. En dos días tomé la decisión. Si veo que no disfruto… no corro más y ya está. En invierno hice la pretemporada y estaba perezoso. Me iba a esquiar muchos días y decía: 'ahora que vamos de concentración, que entre un poco en carrera, me centro un poco', pero no. Han sido muchos años y no quería quedarme con mal sabor de boca y alargar más de lo que toca.
- ¿Y ahora qué quiere hacer?
- Necesito desconectar, pero el día de mañana sí quiero volver. Para director… Creo que tengo una visión de ciclismo diferente a lo que están viviendo los chavales ahora. Pero me gustaría poder aportar algo.
- ¿Cuál es su visión?
- Menos presión a los chavales. Ahora está todo mucho más profesionalizado y son un poco robots, como máquinas, y yo no comparto eso. Creo que en los últimos años, no veo que disfruten de entrenar y viajar por el mundo, que al final es la profesión. Se centran exclusivamente en el rendimiento. Ahora no hay un chaval de 17 o 18 años que no pese los gramos de avena o de arroz, de carbohidratos… Vienen muy pulidos. Saben más que yo. Está todo muy medido, y parece un trabajo las 24 horas. No me gusta.
- ¿Cómo ve el futuro del ciclismo alavés y del Euskaltel?
- Las canteras están haciendo un trabajo grande. Los equipos juveniles son de los más grandes de España y hay buen porvenir. El futuro del Euskaltel se está complicando. El ciclismo ha cambiado muy rápido y parece sólo para la élite. El que no tenga 15 millones, fuera. Ahora planifican para asegurar el tiro con los puntos y otros equipos le han cogido mucha ventaja.
- ¿Cuál fue su momento más especial?
- La vuelta a Austria de 2015 marcó mi carrera. No estaba acostumbrado a correr con equipos World Tour, y había unos cuantos. Sabía que llegaba bien, estuve casi tres meses haciendo altura, cuidándome, con el objetivo de estar adelante pero no de ganar. Eso me permitió ir a mejores equipos.
- ¿Y la carrera que le marcó más?
- El Giro, la primera grande que corrí con Nairo (Quintana), aunque no ganamos. Tenía la bici rosa preparada y el último día ya la quitó. Un año empezamos en Israel, otros en Sicilia... Es una carrera que varía mucho, no es como un Tour. Los tifosi están locos y se vive de una forma especial.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Hallan muerta a la mujer que se cayó ebria estando con un bebé de 1 año a su cargo
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.