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La etapa más rompepiernas y vertiginosa de esta Itzulia, con siete subidas y los equipos entregados al espectáculo, se decidió en una sala del Ayuntamiento ... de Beasain. Había ganado y ganó Aranburu, emocionado en la línea de meta, con tiempo para celebrar, tras tomar la rotonda del último kilómetro por el lado que no indicaban. Allí estaba colocada una valla para señalizar. Marcaba para la izquierda, el peor lado. Por el que se hacían más metros. Y, por el contrario, el que marcaba el libro de ruta. El guipuzcoano, de Ezkio, a 13 kilómetros de la meta, se fue por la derecha. El paso estaba medio abierto. No había cinta. ¿Se podía elegir? A priori no. Así lo decidieron los jueces de la carrera. El VAR. Como en el fútbol. El peor desenlace para una etapa bella.
La victoria primero se anuló. El paso no estaba cerrado, pero sí había dos Ertzainas le indicaban al ahora ciclista del Cofidis que por ahí no. Por dónde marcaba el libro de ruta, no. Conflicto. El reglamento es como el de las normas de circulación. Prevalece la indicación de un policía a las de las señales. Gregoiré cruzó segundo la meta, a tres segundos. Y se apuntó la etapa. La segunda en el palmarés del francés de 22 años, que se impuso al sprint del año pasado en Amorebieta. «No lo siento como una victoria. Es extraño. Pero Alex ha tomado la glorieta por la derecha y los demás por la izquierda», apuntó el presunto ganador.
Pero protestó el Cofidis. «No sé por qué han puesto la flecha a la izquierda», se quejó su director Bingen Fernández. Seguía el cónclave de los jueces. Se les amontonaron las pruebas. Y al final ratificaron la victoria de Aranburu. Dos horas después. «Se ha podido comprobar que toda la información disponible indicaba que la rotonda debía tomarse por el lugar elegido por el corredor del Cofidis», justificaron. Lo recoge el reglamento de la UCI. «Los corredores deberán estudiar con anticipación el recorrido». Aranburu lo hizo. Y aumentó su ventaja después de la glorieta. «El Colegio de Comisarios ha decidido anular su decisión inicial». Con el ciclista ya en el hotel. «La organización reconoce el error en la señalización». La Itzulia sigue gafada.
Justicia o injusticia, también fue cuestión de velocidad. A nivel élite, apenas hay puertos que por sí solos hagan daño. La diferencia la hace la velocidad. El pelotón hizo a casi 45 km/h la primera hora de carrera. Con subidas a Meaga y Andazarrate. La puerta de entrada al corazón de Gipuzkoa. Laberinto ciclista. Kuss, Soler, Adriá, Haig, Mollema, Haterley, Ryan, Mintegi... muchos buscaron la salida. Pello Bilbao no encontró el rumbo. El de Gernika, que optaba al podio pero fue uno de los que se cayó ayer a la entrada de Lodosa, «con muchas abrasiones», se despidió de cualquier opción al final de la larga subida a Santa Águeda.
Hundido el de Gernika, abajo el UAE abrió su catálogo. Atacó a Del Toro. Le siguió Vlasov. Luego McNulty, salió Lipowitz. Duelo al sol con el RedBull Bora. El estadounidense, pese a su mala crono, insistió. Y cuando se movió el Movistar, Almedia pilló despistado al RedBull y se fue con ellos. Lipowitz tuvo que hacer un esfuerzo en solitario en Mandubia para sofocar el incendio. La respuesta del UAE fueron más ataques. El turno de Marc Soler.
El catalán se llevó con él a los franceses Berthet y Molard camino de Beasain. Un primer paso bonificado al lado de la meta antes de la traca final. Dos muros. Gaintza y Lazkaomendi. Berthet salió de las rampas del 20% del primero con un minuto de ventaja. Pero la organización fue benévola. Se bajaba del pueblo hasta a Alegia en vez de a Zaldibia, dejando un largo tramo llano para los rezagados.
Ahí murieron las opciones del galo, que ama el ciclismo, comprometido con la corredora Juliette Labous, y se desencadenó una nueva carrera. Schachmann, que había sufrido en los seis puertos anteriores, se le vino a la mente Pogacar. «Gracias Tadej por mostrar que se puede atacar desde cualquier distancia». Lo probó en el llano, con Almeida y Skjelmose despistados. Más ritmo, más vértigo. En el tablero, el Red Bull le ganaba la partida al UAE por más de 30 segundos. Vlasov y Lipowitz por delante para entrar en el estrecho y empinado Lazkaomendi.
Pero Almeida es de los que tiende a remontar en los puertos. «No tiene puertos muy largos, no es la carrera perfecta para mí«. Empezó con desventaja el muro, 700 metros al 15,5%. Coronó con los mejores pese a los intentos de Lipowitz primero, Aranburu, Gregoiré y Schachmann. Y atacó en el repecho que quedaba después de la pancarta antes del descenso final.
En la bajada le atrapó Aranburu y se la jugaron en las rotondas de entrada a Beasain. En la primera se fue largo Almeida. En la segunda, el guipuzcoano se saltó las indicaciones. Siguió su instinto. Y el libro de ruta. Y ganó, en diferido. La general sigue apretada, con Lipowitz segundo a cuatro segundos y Almeida tercero también a cuatro tras las bonificaciones. Van Wilder es cuarto a 17 segundos y Skjelmose quinto a 18. El Cofidis, que al menos celebró la victoria, perdió las opciones de podio con Ion Izaguirre.
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