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Las huertas de Lodosa ofrecen una amplia gama de productos típicos navarros. Pimientos del piquillo y espárragos, sobre todo, reivindican los lugareños a la espera ... de la llegada de los ciclistas. Ewan adelantó la recolecta a este martes. «Es que no iba a tener más días así», justificaba. Sus compañeros del Ineos hicieron la siembra y el australiano la recogió. Como un misil. No dejó nada para Van Boven, al que remontó en lo que dura un silbido. Ni para la fuga de Xabier Isasa, que murió en la orilla. En la del Ebro.
Lodosa está cercada por el río más caudaloso de España, esplendoroso hasta cuando baja turbio, y por muchos molinos, tiesos en la jornada de este martes. Apenas se movieron, lo mismo que la etapa inalterable de esta Itzulia. El viento era lo único que podía romper el más que previsible sprint final. Y no hizo acto de presencia. Rachas de ocho kilómetros por hora no son suficientes para incomodar a un pelotón con más ganas de salvar el día que de guerra. El sol aplastó el paisaje, repleto de rectas que confluían en las misma dirección. La victoria de Caleb Ewan.
Hasta el domingo no entraba en los pronósticos. El australiano de origen coreano y potencia innata, con apenas 1,65 de altura, llegó a la Itzulia de rebote. Como al Ineos. «A falta de una semana para Navidad, me dijeron que no tenía hueco en el Jayco», detalló sobre el divorcio con su exequipo. Un golpe. Tenía 30 años, victorias de etapa en todas las grandes vueltas y nadie tenía espacio para un tipo de 1,65 metros. «No iba a ir puerta por puerta. Si no llegaba un equipo bueno que me motivara para volver a mi mejor nivel, podía ser el final de mi carrera». A finales de enero, apareció el imperio británico, que había roto con Pidcock.
El Ineos atraviesa un periodo de reinvención. El duro accidente de Bernal en 2022 les dejó sin un candidato a hacer lo que llevaban casi una década haciendo. Ganar el Tour. Sería un sueño para Carlos Rodríguez, segundo el año pasado en la Itzulia y lesionado de la clavícula tras el UAE Tour. Quedaba un hueco y se coló Ewan, al que bien apodan 'Pocket Rocket' (cohete de bolsillo). Entra por cualquier lado.
Da la casualidad que al antiguo Sky le patrocina Grenadier, que nació como un vehículo agrícola. Los británicos extendieron su gama a lo largo y ancho del sur de Navarra. Casi desde Pamplona, de donde arrancó una etapa inalterable. La salida contó con la presencia de Miguel Induráin. «Disfrutad de un buen paraíso ciclista», les imploró.
Eso quisieron hacer los cinco fugados. Xabier Isasa (Euskaltel), Julen Arriolabengoa (Caja Rural), Sinuhé Fernández (Burgos Burpellet), Tobias Bayer (Alpecin) y Diego Uriarte (Kern Pharma), que pasó el primero por el único puerto del día. Iba a ser el Alto de la Oliva, pero la organización reparó en que la carretera para bajar no estaba en el mejor estado. No era día para correr riesgos. Se cambió por San Martín de Unx y escalador navarro ya pudo decir que es a todos los efectos líder de la montaña, ayer llevaba prestado por Schachmann, que sigue de amarillo.
La escapada no llegó a gozar de más de tres minutos. Ineos la tenía controlada desde el inicio. «No teníamos mucha ayuda, asi que hemos necesitado a tres corredores para trabajar y al final no estábamos tan organizados». Al paso por Lerín, el tiempo de la fuga se estabilizó. No bajaba del minuto. Es el primer pueblo español con el certificado Starlight. Donde más brillan las estrellas. Pero este año relucen lejos de la Itzulia. Más oportunidades para los rebeldes, como Isasa.
El de Zumarraga creció con las fugas de Amets Txurruka o Rubén Pérez. Soñaba correr de naranja. Iba a las carreras y tiene espíritu de pelea. A falta de cinco kilómetros arrancó con fuerza. Tarde, a su juicio. «Me equivoqué. Tenía que haber atacado antes. Estaba con piernas», lamentó en la meta. El pelotón le integró en lo que era centrifugadora. Rotaba la cabeza del mismo hasta que hubo una caída dentro de los tres kilómetros finales, sin consecuencias.
El Euskaltel tenía la baza entonces de Aberasturi, que sabía que tenía que salir bien colocado de la curva a izquierdas con la que acababa el puente sobre el Ebro. Ni él ni Zingle pudieron. Luca Van Boven salió el primero. Pero ni así. Caleb Ewan se hizo una bola y alcanzó hasta 70 kilómetros por hora. No concedió ni una licencia. Al revés que Schachmann. En sala de prensa se comió una chistorra y una mini hamburguesa. El nutricionista querría mandarle a freír pimientos. De Navarra. Así sació su hambre antes de las cuatro etapas decisivas.
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