Marta da Silva, driblando por la igualdad
La futbolista brasileña es una pionera en el mundo del deporte y en la lucha contra la pobreza infantil
En los últimos días me ha venido a la cabeza una historia de superación de una futbolista difícilmente comparable con cualquier otra. Se trata de la brasileña Marta da Silva, conocida por todos como Marta. Esta brasileña ha sido una fuente de inspiración para miles de niñas gracias a su lucha contra los prejuicios y contra la falta de apoyo familiar y social. Una vida plagada de trabajo, sacrificio y sudor que le ha hecho convertirse en una auténtica pionera del mundo del deporte y la lucha contra la pobreza infantil.
La infancia de Marta no fue sencilla ni en lo personal ni en lo futbolístico. En lo personal, la casa familiar tenía el techo de zinc y tuvo que dejar el colegio con nueve años porque su familia no tenía dinero. En lo futbolístico, sus primeros disparos a portería fueron sin zapatillas y tenía que hacer frente al rechazo social por querer practicar un deporte considerado de hombres. Su gran obstáculo fue su género. Ser mujer le impedía disfrutar de su pasión en un país en el que, por aquel entonces, era mal visto que una mujer diera patadas a un balón. Sin ir más lejos, sus hermanos llegaron a encerrarla en casa para que dejase de jugar a fútbol. Otra vez, un entrenador rival amenazó con retirar a su equipo de un campeonato si Marta seguía jugando.
En este contexto, resulta paradójico decir que Marta tuvo suerte; pero fue así. Sólo una serie de sucesos aleatorios que se juntaron en un momento determinado hicieron que la brasileña fuera descubierta con 14 años y pudiera jugar en uno de los pocos clubes de Brasil que contaban con equipo femenino: el Vasco de Gama.
En el club brasileño estalló su genial y exitosa carrera. Enumerar los éxitos de la brasileña resulta casi imposible por la cantidad de premios individuales y conjuntos que atesora. Es la máxima goleadora de todos los tiempos del Mundial, con quince goles, y ha sido nombrada como mejor jugadora del mundo entre 2006 y 2010, ganando su primer título individual con sólo veinte años.
Entre todos sus éxitos, Marta siempre habla con cariño de uno que nada tiene que ver con el fútbol. Marta es embajadora de buena voluntad de la ONU desde 2.010, puesto que sólo ocupan otra decena de personas en todo el mundo. Las funciones de la brasileña en el organismo mundial consisten en luchar por disminuir la pobreza y por la autonomía femenina.
En toda su carrera futbolística, Marta tuvo que driblar a rivales mucho más duros que las defensas contrarias: las broncas de su familia, la pobreza, los insultos o el rechazo social. Probablemente esta serie de obstáculos hicieron que se convirtiera en la mejor jugadora del mundo. Pero lo que es más importante, hicieron que Marta entendiera, y en actualidad luche por que el fútbol pueda ser una vía de escape para que los jóvenes, especialmente aquellos más vulnerables, tengan una alternativa al mundo de las drogas y la delincuencia.