Encefalograma plano
Me voy a saltar una de mis normas internas y voy a empezar pidiendo perdón que es una cosa que me tengo prohibidisima. Tengo a la impostora interior de vacaciones así que no me disculpo porque crea que no merezco dar mi opinión, no es una «Captatio Benevolentia» al uso, tampoco creo que no esté preparada para expresarme o que no tenga los suficientes conocimientos. Llevo casi 50 años opinando a diestro y siniestro incluso cuando nadie me lo pide.
Yo, hoy, aquí y ahora no tengo opinión sobre nada. Lo siento.
Si me hicieran un encefalograma me saldría plano, si fuera un PCR mi cerebro sería asintomático, si fuese una liga deportiva profesional sería la de Futbol jugado por mujeres, que sigue sin existir. La actividad de mi cerebro es más baja que la de una piscina climatizada de Bilbao en agosto que están casi todas cerradas.
Entre el calor, el ambiente semivacacional (sin poder ir de vacaciones) y la pandemia yo ya no sé ni qué es lo que pienso.
En el día a día no me molesta, de hecho, les confieso que no me había dado cuenta hasta ahora que tengo que escribir esta columna de opinión y no tengo opiniones de nada. ¿Qué hago?
Darme a la fuga me parece de mal gusto, teniendo en cuenta el personaje que ha salido corriendo en estos días y solo sería una mala copia, nunca llegaría hasta República Dominicana...
¿Copiar la opinión de alguien? ¡Ay! Es que estoy muy despistada ¿hay alguien opinando de algo en estos momentos? No me digan que vaya a Twitter, por favor. Me he puesto la vacuna anti señoros y no veo sus tuits.
He tardado 10 minutos en poner el punto final del párrafo anterior, me he pillado escuchando el silencio, como decía aquel, o como debe de estar Marijo, la exguardameta del Espanyol que se lesionó una mano en pleno entrenamiento y su directiva decide rescindirle el contrato. Si te he visto no me acuerdo.
¡Piensa en algo, rápido! Tiene que haber algo que me interese por aquí -me digo rebuscando en mi mente como quien rebusca en un totebag lleno de basurillas varias.
Lo siento, no tengo NADA que decir.
Creo que estos meses de mascarilla y boca cerrada me han afectado más de lo que pensaba. Estoy con la mandíbula tensa, la lengua apretada, la respiración corta, el cuerpo lejano, el cerebro vacio. Las manos tensas, la piel sensible. Estos meses de distancia social me están alejando de mí misma.
Aquí estoy sin coronavirus y sin opinión.