Desaparecidas sin combate
La crisis del Covid-19 ha puesto sobre la mesa nuestra fragilidad como organización humana. Todo lo conocido se ha tambaleado y ha provocado la lamentable pérdida de miles de personas y una crisis económica a nivel mundial de la que empezamos a intuir la dimensión.
El 31 de octubre del año 2000, la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, abogó por la plena participación de las mujeres a todos los niveles de toma de decisiones en los procesos de resolución de conflictos y de consolidación de la paz. Fue una resolución histórica donde las mujeres, tenían el derecho por primera vez de estar presentes en la toma de decisiones, en la reconstrucción y en poder implementar medidas con perspectiva de género. Seguimos siendo más de la mitad de la población del planeta, así que algo tendremos que decir.
Entendiendo esta pandemia como un conflicto a resolver, vemos nuevamente como las mujeres y la perspectiva de género han sido desdibujadas por la urgencia de una reconstrucción que no cuenta con nosotras en la toma de decisiones y por consiguiente nos desaparece. Vemos que las primeras medidas de activación del empleo se basan en sistemas mayoritariamente masculinizados como es la construcción. Y volvemos a lo mismo de siempre, si no tenemos acceso a una independencia económica, no podremos salir de la dependencia de los hombres.
Las mujeres seguimos ignoradas y alejadas de estas mesas de decisiones en todos los ámbitos y en el deportivo más aún. Ni las leyes de igualdad ni los tratados internacionales nos han dado el espacio necesario para poder participar en esta reconstrucción de la vida que tenemos que reconstruir.
Las mujeres estamos en la preservación de la vida cotidiana. Esta crisis nos ha llevado a volver a ser las protagonistas de los cuidados, en detrimento de nuestra actividad profesional. Me contaba nuestra vicepresidenta que en esta crisis, todas las publicaciones científicas que se habían publicado, el 90% llevan firma masculina. Qué pena más grande me dio escuchar eso. La realidad nos apuñala con su indiferencia mientras que nos dedicamos a los cuidados tan necesarios.
De todas las fotografías que hemos visto en versión zoom de reuniones de diferentes federaciones, las mujeres se pueden contar con los dedos de una mano. Sigue esa omnipresencia masculina. Y si quieren la guinda de este pastel deportivo, la ausencia de mujeres en la liga de fútbol ha sido sonora. Ni estamos, ni cuentan con nosotras.
Ese aireado convenio de fútbol femenino ha resultado papel mojado con el que estamos haciendo nuestra mortaja. Estamos viendo clubes que finalizan el contrato y se lo comunican a la jugadora. Liquidan la cantidad y 'chimpum'. Y ellas lo firman, con un pésimo asesoramiento, sin solicitar la indemnización de 12 días por año.
Los Juegos Olímpicos también están en el aire, y si no hay metas ni certeza de campeonatos, muchas jugadoras tiran la toalla, cansadas de desplantes y de un carro cuesta arriba y en solitario que cuesta mucho llevar sin un horizonte claro.
El último informe que acaba de sacar Europa sobre deporte y género nos ha dado una gran llorera. No llegamos ni al 8% de representación femenina en las federaciones deportivas olímpicas nacionales en Europa. Y una de cada cinco, son entrenadoras de élite. Y muchas veces con problemas para ser convocadas. Casi un 70% de las federaciones nacionales tienen presidentes hombres… y así, si tienen ganas de ver cómo están las mujeres en el deporte profesional, lean el informe y cojan una caja de pañuelos.
No sabemos el futuro, pero el presente se está dibujando sin nosotras. O alzamos la voz, o seguiremos pequeñas. Y creo que nuestra grandeza no debería estar desdibujada. Depende de nosotras y de vindicar nuestro espacio de una vez. No abandonen, no se queden atónitas mirando su propio funeral. Saquen las cuotas y salgan a por todas. Algunas ya estamos en el camino.