Una top model pasma a los jueces de 'Mask singer': «Es la máscara que más nos ha despistado»

Lleva desde los 16 años en el mundo de la moda, pero nunca le había tocado disfrazarse de rinoceronte. Esther Cañadas dejó a todos (menos a una) con la boca abierta. La top model se escondía detrás de Rino en 'Mask singer'. Solo Ana Milán apostó por ella. «¡No me lo puedo creer!», exclamaba la actriz al ver que había acertado. Y la aludida se encogía de hombros. «¿Cómo puede ser que lo hayas adivinado?», cuestionaba extrañada. Y es que una de las razones que le habían llevado a la modelo a participar en el show era que ninguno de sus amigos iba a pensar que ella podía formar parte de un concurso así. «Me ha sorprendido porque creía que nadie podía imaginarse que yo estaba bajo esta máscara. No soy muy de hacer este tipo de cosas», aseguraba.

Los expertos habían apostado por Amelia Bono, Beatriz Luengo o Maribel Verdú, pero era Esther Cañadas quien les había vacilado desde el primer día. «Lo has hecho tan bien», ponderaban emocionados. Y argumentaban: «Ha sido espectacular como lo has hecho con el despiste, los acentos…». Ella asentía, su intención desde el minuto uno era confundirles. Y tenía otro objetivo. «Me animé a venir para poder conocer a Los Javis», afirmaba. Los cineastas aplaudían sus palabras.

En la última noche, a Rino le tocaba compartir escenario y cantó con Chenoa. Además, su actuación hizo que Alaska abandonara su puesto entre los investigadores. «¿Me lo estás diciendo en serio?», preguntaba la artista cuando escuchó que la máscara le sugería que le acompañase sobre las tablas. «Así le verás más de cerca», animaba Arturo Valls. Y así fue, Alaska ejerció de Dj al tiempo que Rino y Chenoa cantaban el tema 'Baila conmigo'. «Es la primera vez que un investigador está tan cerca», proclamaba Alaska examinando cara a cara al personaje. Con todo, no atinó.

«Me da una rabia haberme quedado a las puertas de la final», se lamentaba Cañadas que aseguraba haber guardado el secreto a tope. «Mi hija va a alucinar y mis amigos, también. Lo de no contarlo es un dramón. Tienes que engañar a todo el mundo», comentaba. Y Javier Ambrossi elogiaba su labor. «Es la máscara que más nos ha despistado y una de las favoritas de todas las ediciones», ensalzaba. 

Para poder actuar con soltura, Cañadas tenía que aprenderse casi de memoria los espacios que le rodeaban. «Lo que se sufre aquí. No puedes entender el calor que se pasa ahí debajo, tuve que tomar isotónicos, chocolate, gominolas… Todo para poder tener un poco más de energía. Notaba que me caían las gotas de sudor por todo el cuerpo. A veces creía que me iba a desmayar. Y para colmo, la visibilidad era muy reducida», protestaba con salero la maniquí que sorprendió a la audiencia y a sí misma. «Es muy difícil de asimilar todo esto. Mira que llevo años trabajando y creo que este reto ha sido el más complicado», remataba.

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