Vecindades
Quien haya visto la película 'Cómo robar un millón' recordará a Peter O'Toole lanzando un boomerang para robar una supuesta Venus de Cellini en ... un museo parisino. Al hacerlo, activa las alarmas del museo, desespera a la policía y despierta al presidente de la República; el Elíseo queda cerca. La alarma es desconectada para evitar más problemas y O'Toole ya puede robar tranquilo en compañía de su partner in crime, una Audrey Hepburn atónita que se ha convertido, siempre leal a su Givenchy, en el mejor icono naif de los sesenta. Esa audacia une a la pareja y su historia de amor tiene, evidentemente, un final feliz.
No es seguro que los recientes ladrones del Louvre se parezcan en algo a O'Toole y a Hepburn, salvo en el atrevimiento. Pero el suceso ayuda a hundir a muchos franceses en una depresión comprensible. Para empezar, hoy no hacen falta boomerangs para quitarle el sueño a Macron, que ya tiene problemas de sobra que se pueden resumir en uno: el legado de la Revolución como herencia colectiva y hasta ahora incuestionable pierde fuerza porque los extremos tiran de él para apropiárselo. Tampoco ayuda nada la comparación que ha salido en prensa sobre lo bien guardados que están los tesoros de la Torre de Londres. Fijarse en la solvencia del vecino cuando te acabas de llevar un disgusto en tu gran templo cultural es mal asunto.
Y para colmo de todo, hoy es el aniversario de la batalla de Azincourt, en la que Enrique V -bueno, el de Shakespeare- hace ante sus tropas un discurso famoso. Las exhorta a creer en la victoria contra los franceses que les superan en número y les dice que ese día de San Crispín, patrono de los zapateros, (¿tendremos que buscarle a eso más miga?) quedará registrado en la historia. La caballería francesa se estrelló contra los arqueros ingleses y galeses, que la diezmaron. Como había llovido la noche anterior, el barro entorpeció las cargas de los jinetes y aquello fue una matanza. Y como los arqueros vencedores y los nobles feudales vencidos pertenecían a clases sociales muy distintas, la derrota tuvo algo de ultraje. En fin, cosas de vecinos, se llevan como se llevan. Aprende a hablar con fluidez, querido, pero no como ellos, le dice un personaje de Jilly Cooper a su nieto cuando él se va a Francia. Feliz fin de mes.
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