«Películas y novelas lo hicieron creíble durante la Guerra Fría»
Joseba Martín
Sábado, 26 de agosto 2023, 00:03
El doctor Tobias Nanz (Kronach, Alemania, 1976) es un erudito en historia de los medios y cultura popular. Vinculado a universidades de Alemania, Austria y Dinamarca, actualmente trabaja con la beca 'Marie Skłodowska-Curie' de la Comisión Europea en su investigación sobre el teléfono rojo como parte de su proyecto 'Comunicación de crisis y disuasión: la interacción de hechos y ficciones' en la Universidad del Sur de Dinamarca.
- En un artículo de 2014 sobre el teléfono rojo, lo define como un 'objeto híbrido'. ¿Cómo explica este concepto?
- Elegí este término porque la hibridación apunta a la mezcla de dos cosas o entidades, en mi caso 'hechos' -los teléfonos existen- y 'ficciones', que tratan sobre el miedo a la Guerra Fría y la escalada nuclear. Tenía sentido para la gente que los políticos usaran teléfonos para discutir temas políticos. Y aunque existía comunicación trasatlántica desde el siglo XIX, el teléfono rojo es una ficción. Nunca existió como un objeto real en un escritorio de la Casa Blanca; era una pantalla de proyección de los temores de la Guerra Fría y procesaba la amenaza de una guerra nuclear y la aniquilación por accidente o error de cálculo. Así, el objeto material se enriquece con las ficciones y los miedos de la Guerra Fría y se remodela con cada nueva situación de crisis.
- ¿Cómo ha conseguido la cultura popular convertir el teléfono rojo en un objeto casi real?
- El mundo de la Guerra Fría quedó atrapado en el llamado 'equilibrio del terror' debido a la absurda carrera armamentista y la amenaza nuclear por accidente o error de cálculo o, peor aún, por un loco en el poder capaz de lanzar armas atómicas. Los líderes políticos y militares restaron importancia a tales escenarios, por lo que dependía de la cultura popular señalar y discutir los peligros de esta amenaza. Los misiles balísticos intercontinentales de los años 60 podían devastar al enemigo en 30-45 minutos. Las películas y la literatura, como parte de la Guerra Fría, ofrecieron una situación de escalada obvia y realista y avanzaron posibles escenarios futuros. La aparición repetida del teléfono rojo lo hizo creíble.
- McLuhan decía que el medio es el mensaje, pero el teléfono rojo, como medio, pone en riesgo el mensaje. ¿Evitan riesgos las tecnologías utilizadas?
- Para McLuhan, la infraestructura de comunicación, es decir, el medio, es lo más importante: cambia el desarrollo de las sociedades, independientemente del contenido transmitido. Pero es cierto: en una situación de crisis política, el ruido en el canal o una mala interpretación del mensaje podría agravar toda la situación. Esta es una de las razones por las que el teléfono rojo no se estableció. Los políticos tienen que responder espontáneamente al teléfono y pueden ser impulsivos o irracionales, agresivos o sumisos, y el traductor puede equivocarse. Tras la Guerra de los Seis Días de 1967, donde se utilizó el 'hotline' con teletipos, un funcionario propuso mejorar la conexión con un teléfono: la Casa Blanca lo desechó de inmediato. No existe un canal seguro, pero un sistema de 'hotline', que es más lento que un teléfono, permite más controles y una ganancia de tiempo, lo que puede aumentar el margen de actuación.
- ¿Existía una paranoia atómica?
- No sé si paranoia es el término adecuado. Pero, como argumenta Joseph Masco en su estudio 'The Theatre of Operations', podemos identificar un miedo latente y real a la Guerra Fría. Las situaciones de crisis, las guerras de poder, los ejercicios de defensa civil, la carrera armamentista, los accidentes y las ficciones sobre la guerra nuclear contribuyeron a este miedo duradero. No veo que la paranoia de la Guerra Fría fuera un fenómeno de masas, pero la paranoia escénica era atractiva para la cultura popular. El general Jack D. Ripper de 'Dr. Strangelove' es quizás el mejor ejemplo: él mismo lanza el ataque nuclear contra Rusia, viendo infiltración y conspiración comunista en todas partes y preocupado por sus «preciosos fluidos corporales».
- Hay menciones al teléfono rojo en la literatura anterior a 1963, que en ocasiones sirvieron de base a películas. ¿Cuál es su favorita?
- La adaptación cinematográfica de Sidney Lumet de la novela de Burdick/Wheeler 'Fail-Safe', un thriller que aborda la escalada y desescalada de una situación de crisis, incorporando la teoría de juegos contemporánea y el uso del teléfono rojo. Además, dos grandes actores (Henry Fonda como presidente y Larry Hagman como intérprete) muestran negociaciones emocionales y miedo a una guerra nuclear con un estilo muy teatral y unos primeros planos intensos. La introducción de un intérprete, ya presente en el relato breve 'Abraham '59', es una gran idea para una película emotiva, pero por otro lado quizás no sea una buena solución en situaciones de crisis reales. Hollywood necesita emoción, pero es recomendable que la política internacional siga un protocolo diferente en caso de crisis.
- ¿Cuál es su opinión sobre 'Dr. Strangelove'?
- Kubrick era un experto en la Guerra Fría y analizó teoría de juegos, artículos militares y políticos. El primer guion era serio, en lugar de satírico, con una narrativa bastante similar a 'Fail-Safe'. Pero decidió reescribirlo, sintiendo que la amenaza de las armas nucleares necesitaba ser retratada a través de una historia satírica. En la versión definitiva los líderes usan el teléfono rojo; quizás la escena más famosa es cuando se escucha la voz de un presidente ruso borracho mientras el de EE UU intenta mantener la calma.