
Con su música hasta el fin del mundo
Giacomo Puccini ·
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Giacomo Puccini ·
De espíritu aventurero y apasionado, recorrió con sus óperas escenarios exóticos y expresó sus sentimientos más intensos en cada ariaAsier Vallejo Ugarte
Viernes, 22 de noviembre 2024
La de Giacomo Puccini fue una vida de novela, de vuelta siempre a su Toscana natal y destinada desde su infancia a la música. Nacido ... en 1858 en el seno de una larga dinastía de compositores y organistas, sus primeros años en Lucca nos hablan de un espíritu de vida aventurero que se daba de frente con el escolasticismo casi medieval que se respiraba en el seminario, donde informaban de que iba a clase «simplemente para desgastar sus pantalones en el asiento», pero que nos permite creer en la supuesta caminata nocturna realizada en 1876 desde Lucca hasta Pisa para ver una representación de 'Aida' de Verdi.
Tras terminar sus estudios musicales en Milán llegaba el momento de volar solo. Su primera obra escénica, 'Le Villi' (1884), fue tan bien recibida en la ciudad que un crítico celebró haber encontrado «al maestro que tanto necesita el arte italiano». La Italia unificada era una nación joven y necesitaba crear un fuerte sentimiento de identidad compartida que bien podía venir dado por la ópera. Pero en eso Puccini, para el que la política no significaba apenas nada, nunca estaría tan cerca de sus compatriotas como antes lo estuvo Verdi.
'Le Villi' llamó la atención del editor Giulio Ricordi, que se apresuró a encargarle una nueva ópera. Pero en el camino de 'Edgar' se cruzó su relación con la esposa de un viajante de comercio de Lucca llamada Elvira Gemignani, que decidió acompañar a Puccini dejando atrás un escándalo enorme. El paso del tiempo no se lo puso fácil a la pareja, pues sus ideas sobre la vida serían demasiado distintas y las aventuras de Puccini con otras mujeres demasiado frecuentes, pero ni todas las sombras les impedirían mantener la relación hasta el final.
El estreno de 'Edgar' (1889) no igualó el triunfo de 'Le Villi' y Puccini vio el momento de cambiar de rumbo. Le había gustado la novela 'Historie du Chevalier des Grieux et de Manon Lescaut' del Abbé Prévost, un tema antes tratado por Massenet del que él ofrecería una mirada muy distinta: «Massenet lo vive desde su condición de francés, con sus pelucas empolvadas y sus minués. Yo lo vivo como italiano, con una pasión desesperada». El argumento acabó en manos de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa y el estreno de 'Manon Lescaut' en Turín (1893) obtuvo un triunfo espectacular que resonó en toda Italia. El lenguaje armónico de Puccini era diferente del de sus contemporáneos y nunca en su vida, aunque hoy parezca asombroso, volvería a alcanzar un éxito similar.
Las cuatro óperas siguientes serían obras maestras, elaboradas de manera artesanal y pulidas hasta en sus últimos detalles, tan italianas como universalmente clásicas. De ahí que todo en su vida girase en torno a ellas, a sus largos procesos de composición y a los viajes realizados para asistir a sus reposiciones más importantes. El tema de la primera de ellas le vendría dado por las 'Scènes de la vie de bohème' de Henry Mürger (1848) y el modo de vida de los artistas bohemios del París en la década de 1840. Giacosa e Illica ofrecieron al compositor un drama de gran fuerza a partir de una historia de personas sencillas que respiran autenticidad tanto al disfrutar de la hermosura de la vida como al enfrentarse a su lado más oscuro.
Así nacería 'La Bohème', tan alejada de la grandeza de Verdi como del pathos extremo del verismo de la época, vinculándolo todo a una música moderna que proveía al tema de ambiente y atmósfera. Ahí quedaban esas arias con las que Puccini se daba a transmitir sus más fuertes sentimientos. El estreno en Turín (1896) no fue tan redondo como el de 'Manon Lescaut' pero con 'La Bohème', destinada a ser una de las óperas más representadas de todos los tiempos, Puccini se situaba en la antesala del siglo XX, preparado para nuevas conquistas musicales mientras en el resto de Europa el público recibía las grandes sinfonías de Mahler, la llegada del simbolismo de Debussy y el despertar de las naciones del este.
Con 'Tosca' dio una nueva vuelta de tuerca en su carrera. Visual y cinematográfica, con intensidad, escenas de acción y un ritmo trepidante, abordaba un tema político ambientado en la Roma de comienzos del XIX. Puccini buscó el máximo realismo, por ejemplo, escuchando el sonido de las campanas de los alrededores del Castillo de Sant'Angelo para recrearlas en el comienzo del acto III. Y puso música a una violencia inusual para la época, la del sanguinario jefe de policía Scarpia, pero esa tensión vendría a definir la vida política italiana que estaba cerca de venir de la mano del fascismo. He ahí la modernidad de 'Tosca', que en su primera noche en Roma (1900) vio bisadas sus arias como preludio de la imparable popularidad que ha disfrutado desde entonces.
Al poco de estrenarse 'Tosca', Puccini estableció su residencia permanente en Torre del Lago, un rincón de la Toscana que le parecía el paraíso en la tierra y donde podría trabajar con serenidad en sus óperas. De todas fue 'Madama Butterfly' la más conmovedora, además de la primera ambientada en un escenario remoto y exótico. Contaba la historia de un teniente de la marina estadounidense que, haciendo escala en el puerto de Nagasaki, abandonaba a una geisha tras casarse con ella según la ley japonesa. Para recrear la atmósfera adecuada Puccini investigó sobre las costumbres de Japón y se acercó a algunas de sus melodías populares, sumando una orquestación de gran diversidad de colores y el duro retrato de la protagonista en su tránsito de la infancia a la madurez, de la inocencia a la plena conciencia de su realidad. Sus arias y escenas son de lo más emocionante que le debemos.
No era realmente la época más feliz de su vida y el sonado fracaso de 'Butterfly' en la Scala de Milán (1904) no hizo sino complicar las cosas. Pero Puccini, que veía enemigos por todas partes y estaba convencido de que el linchamiento había sido organizado, realizó ciertos cambios sin dar del todo su brazo a torcer, seguro de haber compuesto «una ópera viva y sincera, y que sin duda resurgirá». 'Butterfly' tardaría mucho en volver a la Scala, pero muy poco en empezar a dar la vuelta al mundo.
Sobre su mesa pasaron después varias ideas para una nueva ópera hasta decidirse por la historia del lejano oeste de 'La fanciulla del West'. La elección terminó siendo un acierto, el mayor de todos según Alessandro Baricco, que ve en la nueva ópera «la intuición exacta de un horizonte imaginario-realista, el del wéstern, que luego el cine demostraría que era el formato ideal fantástico de los sueños de cierto público de la modernidad» 'La fanciulla' recuperaba el ritmo de 'Tosca' como ópera de acción y desde el punto de vista orquestal la influencia de Debussy era creciente. El estreno en Nueva York (1910) fue un acontecimiento espléndido, pero la nueva ópera nunca alcanzaría la popularidad de las anteriores. Para Julian Budden, sencillamente, «Puccini había sobrepasado el gusto del público contemporáneo».
Siete años transcurrieron entre los estrenos de 'La fanciulla' y 'La rondine', una obra entre la ópera y la comedia musical que no llegaría demasiado lejos. Mayor relevancia tuvo el proyecto de componer tres breves óperas unidas bajo el título de 'Il trittico', de tonos sombríos 'Il tabarro', envuelta en una atmósfera religiosa 'Suor Angelica', poética y vivaz 'Gianni Schicchi'. Puccini insistió siempre en que debía ofrecerse en su totalidad y así fue en el estreno en Nueva York (1918), al que no pudo asistir por el peligro de minas sin explotar en el Atlántico. Y no debería sorprendernos el triunfo de una comedia como 'Gianni Schicchi' en un mundo que acababa de vivir el infierno de la Gran Guerra.
Puccini se planteó volver a escribir una ópera cómica, pero entonces se le presentó la historia de una despiadada princesa de la China imperial, de nombre Turandot, que acababa descubriendo el sentido del amor. El paso del tiempo había atemperado su carácter, le había permitido amasar una gran fortuna y labrarse una sólida reputación, pero mantenía un entusiasmo juvenil ante los nuevos proyectos. De ahí que la idea de 'Turandot' le emocionase hasta el punto de pedir a sus libretistas, Giuseppe Adami y Renato Simoni, que creasen «algo que haga sollozar al mundo».
Para escuchar
Thomas Beecham
Intérpretes: Victoria de los Ángeles, Jussi Björling. Sello: Warner.
Victor de Sabata
Intérpretes: Maria Callas, Giuseppe di Stefano, Tito Gobbi. Sello: Warner.
John Barbirolli
Intépretes: Renata Scotto, Carlo Bergonzi. Sello: Warner.
Zubin Mehta
Intérpretes: Joan Sutherland, Luciano Pavarotti, Montserrat Caballé. Sello: Decca.
De nuevo se encontraba ante el reto de ambientar una ópera en un escenario remoto, esta vez Pekín en época legendaria. El realismo daba paso a la fantasía. Pero la composición de 'Turandot' acabó resultando demasiado lenta y la muerte le sorprendió sin terminarla el 29 noviembre de 1924 debido a un cáncer de garganta. Lo que dejó era grandioso: una espectacularidad ligada a la elección del tema, una ampliación sin precedentes de las dimensiones de la orquesta, audaces innovaciones en la armonía y melodías inolvidables. Con los bocetos dejados al morir fue Franco Alfano el encargado de terminar la obra y Arturo Toscanini el responsable de su estreno en la Scala (1926).
'Turandot' comenzaba su carrera internacional a la vez que la tradición de la ópera italiana, ininterrumpida desde los tiempos de Monteverdi, llegaba a su destino final. La nueva Italia participaría en el despegue de la música contemporánea y en la formación de las vanguardias, mientras la ópera tradicional permanecería viva en los teatros de la península entera. Y así se mantiene actualmente en todo el mundo, con Puccini hablando alto y claro sobre lo que concierne íntimamente a los seres humanos de cualquier época y sus óperas dando la razón a la idea de Montaigne de que «es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices».
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