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Maruja Mallo, rodeada de sus obras en su estudio de Madrid en 1936. Centro Botín/Reina Sofía
Lecturas

Maruja Mallo: Sin sombrero y con rumbo bravo

Desafío. ·

Maruja Mallo rompió los roles establecidos en su época y destacó por su obra y su carácter

Begoña Gómez Moral

Viernes, 7 de marzo 2025, 19:54

En Viveiro, el pueblo de Lugo donde nació Maruja Mallo, conviven la costa espectacular, el vigor de centenares de hortensias y los atardeceres de porcelana ... con el recuerdo de un naufragio célebre: el de la fragata 'Magdalena', que durante la noche del 2 de noviembre de 1810 sucumbió con más de quinientas almas a bordo cuando estaba a punto de alcanzar la seguridad del puerto. Casi un siglo más tarde, cuando Maruja vino al mundo en la noche de Reyes de 1902, un bosque de cruces en la playa todavía recordaba que el mar, después de hacer pedazos el barco, había mecido hasta la orilla la mayoría de los cuerpos con la marea del amanecer. Ese paisaje, luminoso y sombrío a partes iguales, se antoja metáfora antepuesta de una generación trastocada por la guerra de un modo difícil de prever cuando, después de crecer en Avilés durante la mitad de sus veinte años, Maruja llegó a Madrid con su familia para ingresar en la Real Academia de San Fernando junto a uno de sus hermanos menores, Cristino, que alcanzaría renombre como escultor. Ambos usaban ya como nombre artístico el segundo apellido paterno, Mallo y dejaban atrás el Gómez González de la partida de bautismo.

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