Enlutada
Lógico que la noche tuviera un sesgo enlutado en lo emocional y en lo estético. Lo emotivo, lo debido como tributo al inolvidable Carlos Saura, ... fue celebrado excelentemente en el arranque, primando en la escaleta su Goya de honor, prologando atinadamente con la música de Manuel Carrasco y Natalia Lafourcade, haciendo comparecer a Carmen Maura con su elocuencia inocente y rematando de forma sublime con ese discurso de su hijo Antonio, que fue una predica elegante sobre el feminismo y el amor filial. En cuanto al enlutado estético, el sobrio acromatismo del negro venció mayoritariamente entre los 'tailleurs', haciendo 'match' con el azul añil y el verde botella escénico.
Pero la pesadumbre del duelo siguió palpitando, también con Lolita emulando en su efeméride a La Faraona, con Israel Fernández y Pablo López versionando, ¡vaya por dios!, al desaparecido Ray Heredia; con el recuerdo de Esteso a Villaronga o con Bely Basarte y Guitarricadelafuente cantando con tristeza a los ausentes. Pena, penita, pena en toda la noche, insisto, también con las rogativas sociales y sectoriales al uso.
Menos mal que hubo algunas gotitas de chispa, como sucedió con la gestualidad melodramática del mismo Esteso o con el discurso inteligente y no exento de ironía del gran Méndez Leite, presidente con oficio y altura de la Academia. Pero, con tanto pesar, la gala decayó muy rápido en diversión y espectáculo, despertando el aburrimiento en la madrugada, aunque tuviera ritmo. Encima, la pareja de conductores no la levantó: De La Torre no estuvo especialmente gracioso, sino más bien reivindicativo, incluso con sus sarcasmos por el patio de butacas; lo mismo que Clara Lago, maravillosa en sus looks, pero previsible y tópica en su discurso. Una gala más, esta vez con razón enlutada, aunque ya se sabe que camisa y toca negra nunca sacan ánima de pena.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión