Papillon, la persona y el personaje
Se cumplen 50 años de la muerte de Henri Charrière, un escritor rodeado de épica y dudas
La historia del escritor francés Henri Charrière es la de la persona suplantada por el personaje tal y como recogen sus dos obras autobiográficas, 'Papillon' (1969) y 'Banco' (1973). En la primera relata sus supuestos y numerosos intentos de fuga, aventuras, huidas y capturas desde su encarcelamiento en 1932 hasta su huida final hacia Venezuela, donde vivió desde 1945, se casó y obtuvo la nacionalidad en 1956. En este país fundó varios clubes nocturnos ('Gambrinus', 'Mi Vaca y Yo', 'Ninoska' y 'Normandy'), la Compañía Pesquera Capitán Chico y el restaurante 'Le Grand Café', en Caracas, en el que escribió unas memorias que se plasmaron en 'Papillon'.
Considerado por numerosos críticos literarios como un hito de la literatura francesa, el libro recoge numerosas historias y situaciones cuya veracidad fue puesta en duda por antiguos presos como Charles Brunier y periodistas como Gerard de Villiers ('Mariposa clavada'). En 2005, el citado Brunier manifestó que era el verdadero Papillon. Tenía 104 años y un tatuaje de una mariposa en el brazo izquierdo. A partir de este momento se revisó la historia de Charrière y se llegó a la conclusión de que algunos pasajes del libro no eran ciertos, o no los había protagonizado él. Además, las autoridades francesas publicaron los registros de la colonia penal de la Isla del Diablo y el nombre de Charrière no aparecía en ellos. Gerard de Villiers señala que solo un 10% de lo que cuenta es verdad y las últimas investigaciones han revelado que gran parte de la información de su libro son historias de otros presos. En la secuela 'Banco' relata con su estilo ameno y directo el azaroso camino recorrido desde su liberación del presidio de El Dorado (Venezuela) hasta su consagración literaria.
Charriére, alias Papillon, se alistó en la Armada Francesa en 1923, con 17 años, y dos años más tarde se licenció y comenzó a frecuentar los bajos fondos parisinos. Acusado del asesinato del proxeneta Roland Legrand, conocido como Roland le Petit, fue condenado a trabajos forzados el 26 de octubre de 1931. Le encarcelaron en el Centro Penitenciario de Saint Laurent du Maroni (Guayana Francesa) y después en la Isla del Diablo, donde inició un periplo vital que dio lugar a la historia recogida en las dos obras anteriormente citadas.
Nueve fugas
Desde 1933 hasta 1945 fue pasando de prisión a prisión, y de todas intentó fugarse buscando su libertad. Nueve fugas, la primera en 1933 del Hospital colonial André-Bouron hasta que un año después fue capturado e internado en la isla de Saint-Joseph, apodada la devoradora de hombres. Después pasó por la isla de Royale y por último por la Isla del Diablo, la más pequeña de las islas de la Salvación y de la que pensaban que era imposible escapar debido a las fuertes corrientes que la rodeaban. Allí realizó su noveno intento de fuga, en 1941, y tras ser capturado de nuevo lo enviaron a las Colonias Móviles de El Dorado, en las que estuvo 4 años hasta que el 18 de octubre de 1945 fue puesto en libertad. Como Venezuela no tenía tratado de extradición con Francia, Charriére decidió quedarse en Caracas y se casó con Rita Alcover.
Hasta que en 1967 prescribió su causa, siguió siendo un prófugo de la justicia francesa, y continuó de esta forma hasta que tres años más tarde lo indultó el presidente Georges Pompidou. Después se instaló en España. Iinicialmente en Fuengirola, donde encontró trabajo como actor y guionista en la película rodada en Venezuela 'Popsy Pop', protagonizada por Claudia Cardinale, y más tarde en Palma de Mallorca y Marbella. Poco tiempo después, el 29 de julio de 1973, hace 50 años, falleció en Madrid y fue enterrado en el cementerio de Lanas, en Ardéche.
La ficción está plagada de personajes que tienen que perseverar una y otra vez para poder alcanzar la libertad. La realidad también recoge casos semejantes. Que el de Henri Charriére sea uno de ellos es algo que no sabemos. Las luces y las sombras, las verdades y las mentiras, las certezas y las dudas están siempre presentes en casos como este. Quien siempre defendió su inocencia y luchó por su libertad con coraje y valentía, haciendo de sus intentos de fuga y su tesón una historia épica, puede habernos mentido en ocasiones y exagerado en otras. Pero lo que es una realidad incontestable es que Francia deportaba a su Guayana a los condenados y maleantes que pululaban por sus calles y que allí, entre mosquitos y palmeras, los sepultaba en vida; que la Isla del Diablo (utilizada por Napoleón III desde 1851 para deportar a asesinos comunes y presos políticos), a cuarenta metros de altura sobre el nivel del mar, con clima sofocante, calor y humedad perpetuos, hervidero de alimañas, era un atroz punto del mapa por el que pasaron en casi 90 años más de ochenta mil desventurados de los que el 40% murió el primer año de hambre, malaria, picaduras venenosas y castigos insoportables; que la crueldad y la tragedia humanas estaban a la orden del día, acompañadas de la corrupción, el dolor, la prostitución y el terror; y que el libro denunciaba al gran público el sistema penitenciario de mediados del siglo XX y también el judicial.
Por eso fue un éxito mundial de ventas. Porque recogía rasgos característicos y despreciables de la naturaleza humana a los que se sobrepone el ser humano. En dos meses y sobre trece cuadernos de anillas, vació la historia sudorosa de un personaje que decía ser él mismo. De una forma elemental, cruda, directa llenó esos cuadernos que posteriormente mandó al editor francés Jean Pierre Castelnau. A partir de 1969 el libro 'Papillon' vende millones de ejemplares, es traducido a veintisiete idiomas en cuatro continentes y se lleva al cine. La ciudadanía, la burguesía y el mundo del papel cuché lo encumbran como el antihéroe que se rebela contra la vengativa maquinaria del Estado y Charrière pasa a ser, a partir de entonces, figura imprescindible en estrenos, fiestas, presentaciones y saraos. Lo vivido y lo imaginado había merecido la pena. ¿O no?