«Oso ondo, soy un 'oso'»
El humorista que ha arrasado en la Aste Nagusia reconoce que su cara de «patibulario» le da «un caché interesante»
Goyo Jiménez se va de Bilbao como el triunfador de los monólogos. No hay quien pueda con él. 'Aiguantulivinamérica2' ha llenado todos los días en ... el Campos Elíseos.
- Impronunciable el espectáculo.
- Yo pensaba que para un vasco sería fácil. ¿Me vas a decir que con la forma de componer que tiene el euskera, echando paletas de letras y consonantes, no puedes decir 'Aiguantulivinamérica2'?
- Pues...
- A ver, yo desde siempre he querido vivir en América, por lo menos en la América de las películas.
- ¿Por qué?
- Veía series donde aparecían policías y no encofradores. En este último espectáculo hago una comparación entre el góspel y las canciones de misa españolas.
- ¿Cuáles salen peor paradas?
- Hombre, ¿tú que crees? No es lo mismo 'Oh happy day' que 'Juntos como hermanos'.
- Licenciado en Derecho y Arte Dramático, ¿tiene todas las carreras en regla?
- Ja, ja. Seguro que me sacan algo que me han dado por ahí... A ver, no tengo máster.
- ¿No le alcanza como al presidente del PP, Pablo Casado, y a Cristina Cifuentes?
- No, porque además mis títulos son de universidad pública.
- Es una bonita leyenda urbana, pero ¿sigue con el Código Penal al lado de la cama para asegurarse que no va a cometer ningún delito?
- Ja, ja. Está basado en una realidad. Te hablo de una época y de una persona para la que hacer el amor era un hecho excepcional. Siempre he escogido hacer el humor antes que el amor. Me pierde.
- Vale, es un chiste fácil. ¿Ahora hace más el amor o el humor?
- Cuando se me ocurre un chiste, yo no puedo evitar soltarlo porque si no me provoca una úlcera.
- Se ha arruinado cuatro veces. ¿Le queda menos para la siguiente?
- Ja, ja. ¡Espero no arruinarme más veces! Todas han sido económicas y vitales. Sin ánimo de ser filósofo del 'new age', la única cosa positiva que le saco a todo esto es que vuelves a empezar y al levantarte da una sensación de poder, fuerza y creer en uno que recomiendo siempre.
- Esas ruinas le llevaron a la cárcel, pero para trabajar como monitor cultural.
- Sí, sí. Con esta cara de patibulario, todo el mundo me miraba. Me daba un caché interesante. Fuera de la cárcel aparcaba donde quería y los vecinos nunca se quejaban. Pensaban 'este tío de la cárcel, no sé'.
- ¿Entrará alguna vez con esposas?
- Que no sea en Estremera, aunque tendría buena compañía. Como no tengo para gomina, en según qué prisiones no se me admitiría.
- ¿Ser buena persona es un buen negocio?
- A muy largo plazo, sí. Estoy en esa edad tan tonta que hay veces que me emociono con el piar de los pájaros.
- ¿Esa edad tonta atonta?
- Un poco. Tienes una especie de tercera juventud que de repente dices '¿y por qué no intentar un mundo mejor?' Y eso es de atontados. Tengo 48 años. Estoy ya en declive, en esa fase de la montaña rusa en que todo es cuesta abajo.
- Ensaya siempre con sus cinco perros y el gato delante. ¿Son su público más fiel?
- Se distraen con facilidad porque son perros pastores y todos quieren actuar conmigo.
- ¿Le aplauden a rabiar?
- Claro. Están entrenados para ello.
- Monologuista, humorista, actor... ¿El suyo es un circo con demasiadas pistas?
- Todos andamos metidos en una guerra de demasiados frentes. Ya no basta con ser el mejor en el trabajo, el mejor padre, el mejor compañero, el más bronceado... Nos complicamos innecesariamente la vida.
- ¿Por qué le gusta hacer reír a las señoras muy mayores?
- Uno de mis primeros fracasos fue ante un público de señoras mayores que esperaban tomar chocolate después de mi actuación. No estaban para escuchar mis tonterías. Lo pasé tan mal que decidí que a quien de verdad quería hacer reír era a las señoras mayores. Es fácil hacer reír a la gente de tu cuerda.
- De risa fácil.
- Pero hacer reír a alguien diametralmente opuesto es lo que de verdad hace que sientas si eres bueno o no.
- ¿La risa es muy cruel cuando no llega?
- Nunca, lo es el silencio. Para un humorista, cruel es solo encontrarte un silencio que no esperabas.
- ¿Por qué hemos dejado de reírnos de tantas cosas?
- Se está utilizando la risa de forma demasiado banal. Buscamos una risa que nos haga olvidarnos de la realidad y esto me preocupa. La risa debe servir para cambiar la realidad.
«Soy el bufón real»
- ¿Solo se autocensura con los temas de islamistas?
- No me autocensuro, en todo caso, me censurarían ellos. Ja, ja. De hecho, hay muchas formas de hacer humor sin tener que ir mirando luego los bajos de los coches o quién te afeita. Me autocensuro solo cuando creo que puedo provocar dolor a alguien. Hablo con autoridad moral: mi padre se me murió de cáncer en mis brazos después de un enorme sufrimiento. He intentado reír hasta el último momento con toda la gente que he perdido. Si es así, sirve la risa; si es para frivolizar, no.
- Con los Reyes entre el público, ¿es el nuevo bufón real?
- ¡Lo soy! El mejor bufón era el que decía verdades con la excusa de que estaba loco. Creo que era Luis XII el que se fiaba de su bufón y de su barbero. Cuando le preguntaban por qué respondía '¿de quién me voy a fiar más de quien tiene mi cuello al alcance de su navaja? El bufón y el barbero son buenos consejeros.
- ¿Se fía de su barbero?
- Por supuesto, pero porque me afeito yo. No dejo mi poco pelo al cuidado de un extraño.
- Con muchos dobles, ¿por qué tanta gente se parece a usted?
- Porque es un look muy exitoso entre un determinado sector de la población homosexual, cosa que agradezco. Este look de 'oso'... 'oso ondo, soy muy 'oso', me digo. El recurso del calvo es dejarse barba para parecer más intimidante, más viril...
- ¿Alguna copia supera al auténtico?
- Seguro. Soy muy fácil de superar.
- ¿Le consuela que todas sus ex le despidan con un 'me gustaría quedar más contigo'?
- No me gusta acabar mal con nadie. El amor es muy importante como para perderlo por una chorrada.
- ¿De qué tamaño son sus miserias?
- Pensé que iba a decir mis navajas, por aquello de ser de Albacete. Las navajas se miden en dedos y mis miserias tienen muchos dedos. Gracias a ellas hago monólogos. Mi fracaso me ha dado mucho éxito, lo que, en el fondo, es un problema. Si tienes éxito, dejas de fracasar y de tener cosas que contar a los demás. Espero tener miserias mucho tiempo y seguir riéndome de ellas. Es el consejo que doy a todo el mundo: no se tomen muy a pecho ni muy en serio.
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