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Andrew Litton, en acción durante un ensayo en Estados Unidos. Amanda Tipton
Andrew Litton | Director de orquesta

«Quedan atrás los tiempos del grito y la humillación; eso ya no se tolera»

El maestro neoyorquino se pone al frente de la Sinfónica de Galicia en el Euskalduna para rendir tributo a Ravel en el inicio de Musika Música

Jueves, 6 de marzo 2025

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Hace trece años se puso al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) y enseguida saltó la chispa. Es una de sus batutas habituales «y la relación es casi familiar, me han llegado a llamar 'su tío invitado principal', un concepto que me encanta, todo lo que sea crear buen ambiente me gusta», revela Andrew Litton (Nueva York, 1959), un neoyorquino universal al que se recibe con los brazos abiertos tanto en Singapur como en Noruega, Italia y España. Sabe adaptarse al medio y a la gente. Hasta los 10 años soñaba con ser bombero, pero ver a Leonard Bernstein le cambió la vida.

Otras citas de hoy

  • Teatro Arriaga, 19.00 BOS y Coral de Bilbao, con Erik Nielsen a la batuta. Obras de Wagner, Chaikovski y Borodin.

  • Sala 0B del Euskalduna, 19.30 El grupo barroco OBNI, con la violinista Miriam Hontana al frente. Música de Vivaldi.

  • Sala 0D, 20.15 Cuarteto Casals. Piezas de Boccherini, Coll y Arriaga.

  • Sala 0A, 19.45 Iagoba Fanlo (chelo) y Miguel Ituarte (piano). Sonatas nº 3, nº 4 y nº 5 de Beethoven.

«Parecía un mago, cómo se agitaba y conjuraba la música... Me impresionó muchísimo, sobre todo con el final de 'Pinos de Roma', de Respighi. Esos metales maravillosos -seis fliscornos nada menos- que tocan mientras las legiones romanas marchan sobre la ciudad... ¡Guau!», exclama con admiración. Esta tarde, como todos los días que dirige una orquesta, se acordará de aquella vez que vio a Bernstein. «Llevo tiempo haciendo realidad el sueño de mi infancia y eso me da una fuerza tremenda». A las 20.30 horas, cogerá la batuta en el Euskalduna para celebrar en la primera jornada de Musika Música -bajo el lema de 'Emociones'- el 150º aniversario de Ravel con 'Valses nobles y sentimentales', 'La Valse' y el 'Bolero'.

- Apenas pasa 16 semanas al año en su ciudad, donde es director musical del New York City Ballet.

- Es fantástico. El resto del tiempo recorro medio mundo como director invitado.

- ¿De dónde saca la energía?

- Le voy a ser sincero. Me gustaría conservar la que tenía hace 20 años. Dicho esto, ahora me siento más relajado. Gestiono mejor el estrés y la presión. Soluciono los problemas con más rapidez.

- Ahora todo el mundo está obsesionado con los jóvenes.

- Aaaah, usted quiere hablar del maestro finlandés Klaus Mäkelä.

- Que tiene 29 años y en 2027 asumirá la dirección de la Concertgebouw de Ámsterdam y la Sinfónica de Chicago, dos de las mejores orquestas del mundo.

- ¡Bien! Me alegro por él, porque sabe muy bien lo que hace. Eso sí, será todavía mejor dentro de 20 años. La experiencia ayuda mucho. El tiempo es nuestro aliado.

- ¿Siempre?

- Bueno, yo soy como esos músicos que sufren tendinitis. Les dicen que, si les duele, se relajen para seguir adelante. Yo también, pese a la edad, quiero continuar ampliando mi repertorio y revisitando las obras que más me gustan.

- Ha dejado huella en orquestas como la de Bournemouth, en el Reino Unido, la Sinfónica de Dallas y la Filarmónica de Bergen, en Noruega. ¿Cuál es su secreto?

- Trabajo duro y amor. Quedan atrás los tiempos del grito y la humillación. Eso ya no se tolera. Del pasado hay que atesorar únicamente lo valioso.

- De niño tuvo el privilegio de ver a los más grandes muy cerca. ¿Le marcó esa experiencia?

- ¡No se imagina cuánto! Mi padres eran amigos de Richard Horowitz, timbalista del Metropolitan de Nueva York, que me daba la oportunidad de estar a su lado en el foso. Iba tres veces por semana al foso y aprendí muchísimo.

Pasión por el jazz

- ¿Y cómo descubrió el jazz?

- Al cumplir 16 años, un amigo me regaló un LP de Oscar Peterson. Me puse 'Give Me the Simple' y me quedé enganchado para siempre.

- ¿Se volvió un fan?

- Hombre, claro. Empecé a seguirlo por todo el mundo. También adoraba a Ella Fitzgerald.

- Usted no tiene prejuicios.

- Estamos hablando de buena música. Yo he crecido escuchando 'Otello' y 'Hello, Dolly'.

- Y a los 18 años acompañó al piano en Broadway a... Nureyev.

- Sí, en el espectáculo 'Nureyev and Friends'. Era encantador. Solo se enfadaba con los incompetentes.

- Parece que estaba destinado a dirigir musicalmente el New York City Ballet...

- Bueno, tardé en alcanzar ese puesto. La música sinfónica y la ópera concentraban mis energías. Nunca sabes los derroteros que puede tomar tu carrera.

- Hoy se volcará en Ravel.

- ¡Una delicia de programa!

- Llama la atención que vaya a enlazar 'Valses nobles y sentimentales' y 'La Valse' sin hacer ninguna pausa.

- Gustará, gustará. Balanchine coreografió un montaje con las dos piezas y la idea es fantástica. El propio Ravel había pensado en ello...

- ¿Por qué?

- Porque tiene lógica interna. Ravel era meticuloso, como un relojero suizo. Trabajaba con lentitud.

- Usted, en cambio, es un 'hombre-orquesta' que ha grabado más de 140 discos.

- Me encantan. No lo digo por los míos, sino en general. Escucho muchos discos.

- Antes de quedar fascinado por Bernstein, quería ser bombero. ¿Se puede saber por qué?

- ¡Por el camión! Antaño en Nueva York tenían unos vehículos increíbles y en la parte de atrás había una persona que lo conducía en lo alto. Yo quería ser ese tipo.

- Al final se ha pasado la vida en un podio, dirigiendo a los demás.

- Jajaja, sí. Pero conste que vamos todos juntos en la misma dirección. No soy nadie sin el equipo.

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«Quedan atrás los tiempos del grito y la humillación; eso ya no se tolera»