Pasiones actuales
Augura a priori un enorme interés esta nueva producción de ABAO, el segundo título de su actual Temporada, un melodrama sentimental que entra justo en el concepto de la ópera de repertorio, quizás porque su representación no es tan frecuente -y menos en Bilbao- como la de otros títulos populares o, incluso, porque la ópera de Cilea da una vuelta de tuerca al concepto clásico del verismo -a base rasgos propios, refinados y elegantes-, exigiendo además para su interpretación grandes voces y una especial atención a unos giros argumentales repletos de intriga. Pero digo que este nuevo montaje de «Adriana Lecouvreur» goza de un interés anticipado por varias razones. La primera es la intensidad emocional de su argumento, perfectamente enraizado en la vida y en la muerte real de la célebre diva francesa del XVIII, cuyas vicisitudes son tan atemporales como reconocibles por ese torrente tremendista de pasiones bien presente en la contemporaneidad. Junto a ello, la finura melódica francesa en una composición musical entre Verdi y Puccini; sus arias expresivas y la exigencia al trío de intérpretes principales de un cierto virtuosismo vocal y de una notable vis dramática constituyen el gran atractivo de este título. Pero, volviendo al argumento, también esa narración de la ópera dentro de la ópera supone un aliciente adicional, en el que ver si Mario Pontiggia -arquitecto, músico, hombre de teatro, discípulo de Pier Luigi Pizzi y siempre con Visconti como inspiración escénica- puede mejorar ese otro suntuoso y sofisticado montaje de David McVicar, hasta ahora el referente tras su paso por teatros españoles y europeos. Por lo que se refiere al «cast» y a la dirección musical, si el buen momento actoral y vocal de María Agresta, de la mezzo Tro Santafe, del tenor tinerfeño Jorge de León o indiscutiblemente de Carlos Alvarez implican una garantía previa, también la experiencia y la sabiduría musical de Marco Armillato son una apuesta segura.