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Es, seguramente, el debutante más extraordinario de toda la historia de la música: el saxofonista Marshall Allen tiene 100 años, lleva unos 70 de activísima ... carrera y es un nombre mítico en el jazz de vanguardia, pero nunca hasta ahora había editado un álbum a su nombre. Según él, nadie se lo había propuesto hasta que el capo del sello alemán Week-End, estupefacto al darse cuenta de que no existía ni una sola referencia suya firmada en solitario, dio el paso de hacerle llegar -sin mucha confianza- la oferta de poner en marcha algún proyecto. El resultado, 'New Dawn' (es decir, 'Nuevo amanecer'), se publicará el día de San Valentín y contiene siete temas que suenan frescos y estimulantes, más que los de muchos debutantes veinteañeros.
Allen nació en Kentucky en mayo de 1924. Citemos un par de hechos históricos a modo de contexto: el mes anterior, los fascistas de Mussolini habían ganado las elecciones en Italia; unos días después, se aprobó la ley estadounidense que reconocía a los indígenas americanos como ciudadanos de pleno derecho. En la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los 'Buffalo Soldiers', la única división afroamericana que combatió en Europa, y estuvo destinado en Alemania y Francia, pero no en primera línea: de día tocaba en la banda del regimiento y de noche, en una orquesta que interpretaba jazz para emitirlo por la radio. Tras la capitulación alemana, se quedó a estudiar clarinete en el conservatorio de París y después regresó a Estados Unidos, a Chicago, donde conoció al hombre que iba a marcar su arte y su vida y que, en cierto modo, es el responsable de que no cuente con discografía propia.
Se trataba de Sun Ra, una de las figuras más coloristas y desconcertantes de la historia del jazz, un visionario que rompía todos los moldes con su música y su filosofía: Herman Poole Blount, el nombre con el que lo inscribieron en el registro, solía presentarse como nacido en Saturno y predicaba una cosmovisión singular, en la que la cultura afroamericana se vinculaba con la mitología del Antiguo Egipto y con los nuevos horizontes de la era espacial. Su jazz combinaba reconfortantes pasajes de estructura más convencional con incómodas cacofonías atonales y adoptaba planteamientos poco comunes incluso entre los colegas más vanguardistas de su época, con improvisaciones en grupo y formaciones anómalas en las que acabaría dando cabida a los instrumentos electrónicos. Y su grupo, la Arkestra, se caracterizaba por los vistosos atuendos de fantasía y por un estilo de vida comunal que, en realidad, se parecía bastante a un monacato. El joven Marshall Allen se integró en ese universo tan rico en referencias y desafíos. Y ahí continúa: Sun Ra pasó a otra dimensión en 1993 y, dos años después, nuestro hombre se hizo cargo de la dirección de la Arkestra. Sigue residiendo, de hecho, en los cuarteles generales del grupo, el Arkestral Institute, un inmueble de Filadelfia que perteneció a su familia y que él mismo brindó en su momento a Sun Ra como sede.
Allen fue uno de los pilares de la Arkestra, aunque también grabó con otros 'jazzmen' como el pianista Paul Bley o el contrabajista Henry Grimes (otro con una historia sorprendente, ya que estuvo desaparecido, lo dieron por muerto y retomó la actividad tras más de treinta años de ausencia). Hoy continúa dirigiendo el legendario conjunto, cuyo prestigio se ha beneficiado de la revalorización crítica de la obra de Sun Ra. Eso sí, ya solo puede tocar en los conciertos más cercanos, porque los médicos le han prohibido volar a Europa. «No hay mayor hazaña en cuanto a perdurabilidad, a seguir trabajando en tu oficio y dejar tu ego al fondo de la habitación mientras apoyas a otros artistas», le ha elogiado el DJ y dinamizador musical Gilles Peterson.
Su nuevo álbum, grabado días después de cumplir los 100, «canaliza un siglo de inteligencia musical en siete cortes», según resume su sello, que ubica la música dentro de las coordenadas estilísticas y filosóficas del inevitable Sun Ra pero con «la propia voz singular» de Allen. Además del saxo, el veteranísimo debutante toca la kora y el EWI (un instrumento electrónico de viento) y se ha rodeado de personal de la propia Arkestra, estrellas de la escena de jazz de Filadelfia, un elegante conjunto de cuerda y una invitada especial, Neneh Cherry, que canta en la balada que da título al disco. Qué cosas, hace 43 años que Neneh lanzó su primer disco en solitario, y entonces Marshall ya tenía 57.
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