El indiano Hevia mojando la gaita en La Habana y Santo Domingo
El músico asturiano homenajeó en el 39º Getxo Folk a sus paisanos gaiteros que emigraron a Hispanoamérica para vivir de su instrumento con éxito artístico y crematístico
Este viernes nos reunimos 290 almas melómanas en el Muxikebarri de Algorta, en la tercera de las cinco citas de abono del 39º Festival Internacional de Folk de Getxo. Actuaba el gaitero asturiano Hevia, que presentaba su disco-libro 'Al Son del Indianu', editado hace más de cinco años ya, en marzo de 2018, y que suena mejor equilibrado que lo que catamos en vivo: 17 piezas (contando el solo tamborero de su hermana, la percusionista María José Hevia) en 92 minutos en ochote, con tres vientos que a menudo no acababan de integrarse muy bien en el conjunto, aunque el concierto estuvo bien, no sólo por lo exótico.
Este disco 'Al Son del Indianu' lo ideó José Ángel Hevia Velasco (Villaviciosa, Asturias, 1967), inventor de la gaita electrónica (no la usó mucho en Getxo, aunque fue muy famoso en el cambio de siglo por sus sintonías para para La Vuelta Ciclista a España en 1999 y 2003), académico de honor de la Academia de la Lengua Asturiana y durante cuatro meses presidente de la SGAE, mientras vivía entre La Habana y Santo Domingo, o sea entre Cuba y República Dominicana, cuyas imágenes sirvieron de fondos durante casi todo el concierto. El esfuerzo resultó encomiable, el gran ochote a veces bulló salsero en plan La Fania (aunque a menudo sonaron descompensados en la mezcla los vientos, trombón, saxo y trompeta que tapaban a la gaita, a veces iban por otro lado y algunas aportaban arreglos chocantes), y el líder Hevia presentó casi todos los temas con una precisión divulgativa que facilita pergeñar esta reseña.
'Al Son del Indianu' es un homenaje de Hevia a los gaiteros asturianos que emigraron a Hispanoamérica, desde Chile hasta Tampa, Florida, para ganarse la vida con su instrumento. Algunos se marcharon a hacer las Américas hace un siglo. Dijo Hevia que en los 50 «La Habana era la primera o la segunda ciudad más importante de Asturias, pues el Centro Asturiano tenía cien mil socios», y procedió a tocar un 'Guantanamera' con exceso de músicas. Además el viernes Hevia recuperó el legado de paisanos inmigrantes como Emilio Rodríguez Moriyón, 'El gaitero de Gijón', que hizo carrera en Buenos Aires (más de 40 años estuvo fuera, antes de volver), que tenía una banda más grande que la que trajo Hevia y que fue un adelantado a su época, o José Remis Ovalle, que por la guerra civil aparcó la gaita, la recuperó en 1957, en 15 días de ensayos se puso al día, ganó un concurso y de la misma se embarcó en una gira americana donde acabó tocando diariamente en USA por 400 dólares la noche, ¡durante los años 50!
Getxo Folk 2023
Afirmó Hevia que músicos como esos fueron precursores del nuevo folk hoy en boga, avanzados de la fusión, y añadió que al igual que en el flamenco hay cantes de ida y vuelta (que han venido de América a España), esos gaiteros trajeron rumbas, fox-trot o sones. Su concierto de hora y media fue a más, y es que en su primera parte los metales sonaron demasiado efusivos y protagonistas (en alguna ocasión incluso fuera de órbita), la gaita a veces hasta chirriante (más equilibrada parecía la flauta travesera que a veces soplaba el líder), y la percusión de su hermana demasiado alta y sin coordinarse con el otro percusionista. Así contado parece un desastre, pero es que había demasiado ímpetu, ambiciosos arreglos mal amarrados, y en un tema cada cual parecía ir a su bola (en la alborada). La segunda mitad estuvo mejor, con el mismo empuje salsero pero todo mejor ordenado o coordinado, tanto que en un par de temas pensamos en La Bottine Souriante.
Hevia comenzó con 'Bachata para un intermedio', con partes inspiradas en la misa, pero el fondo visual estuvo mejor que el musical, y continuó con una 'merengaita', como las llama él: 'El berrido', la primera descarga jazz titulada con el apellido de uno de los dos productores del disco, que sonó casi entero este viernes. Agilizó la canción de trabajo 'carretera de Avilés', con la gaita dibujó la melodía de la citada 'Guantanamera', y con la bonita habanera creada en Asturias 'La capitana' el panorama comenzó a aclararse. Vía Moroyón adaptó tangos de Gardel como 'El día que me quieras' (en La Habana, con mucha fusión) y 'Volver' (muy jazz), revisó el cuplé de La Argentinita 'La panderetera' (encontró su partitura entre los papeles de Moroyón), de Ovalle escogió una 'Alborada merengada' pachanguera deluxe (eso que estaba inspirada en Rimski-Kórsakov), y los cuatro mejores temas del repertorio fueron dos piezas de jazz muy bien resueltas que no presentó ('Quizá, quizá, quizá' y 'El Cumbanchero'), la rumba 'Al Son del indiano', y el merengue jazzero 'Danzonete' (otra 'merengaita' titulada así por un personaje del pueblo de su madre, Cabrales, que ganaba todos los años el concurso de baile y que sin haber salido del pueblo hablaba con acento cubano).
Y ya en el epílogo bajó la tensión y la inspiración durante el solo tamborero de la hermana, una 'Rumba de reyes' muy a la La Bottine Souriante, y el bis doble abierto con 'Busindre reel' (su tema más famoso) y cerrado con la 'Marcha del 2 de mayo', una marcha de guerra contra Napoleón que él quiso el viernes convertir en una marcha de paz.