De los gaztetxes a los estadios: el bum de la música en euskera
Los dos San Mamés de Zetak con 'Mitoaroa' son el más reciente hito de un creciente éxito de los artistas euskaldunes
Llenar San Mamés en menos de tres horas y sin despeinarse y atreverse a anunciar una segunda fecha en el mismo recinto, el más grande ... de Euskadi. Semejante hito musical no lo han logrado Bruce Springsteen, AC/DC o los Rolling Stones, sino una banda navarra: Zetak, liderados por el carismático Pello Reparaz que con su novedosa propuesta multidisciplinar de 'Mitoaroa' ha batido todos los récords de la música euskaldun y de los conciertos masivos en Bizkaia en los últimos años, superando en ritmo de entradas vendidas a Metallica o Fito & Fitipaldis, que protagonizaron los últimos macroconciertos en el estadio de San Mamés, ambos en 2022.
Y no se trata solo de Zetak, que va a congregar a más de 80.000 personas en Bilbao con 'Mitoaroa III' tras arrasar en Pamplona y San Sebastián con su espectáculo, sino que en los últimos meses diversos artistas que cantan en euskera viven un auge que les ha llevado a ser superventas, al menos en lo que se refiere a entradas de conciertos.
Basta plasmar una pequeña radiografía de grandes eventos musicales recientes en Euskadi para ver que están copados por música en euskera. Zetak han congregado a 40.000 personas en sus tres noches en Illumbe y a 22.000 en las dos veladas primigenias de 'Mitoaroa' en el Navarra Arena. ETS metieron a un total de 45.000 personas en tres citas en el BEC en marzo, las mismas que van a asistir a los tres conciertos de despedida de Gatibu este mes de diciembre. E Izaro también llenó el mismo pabellón de Barakaldo el pasado mayo.
Hay más: la gira que Fermin Muguruza comenzó hace uno año para conmemorar sus cuatro décadas en la música ha sido de las más multitudinarias que se recuerdan, con dos noches a reventar en el Bilbao Arena la pasada Navidad y con un llenazo en Anoeta este verano. Y, mirando a los festivales, son ya citas más que consolidadas Ura Bere Bidean, donde muchos de estos artistas colaboran entre ellos y regraban exitosas versiones sinfónicas de sus temas, o el Zeidfest, ideado también desde el entorno de Zetak y que se ha convertido en una fiesta anual diversa y de impronta euskaldun en el BEC.
La diputada foral de Cultura, Leixuri Arrizabalaga, observa un «florecimiento de la música y de la cultura vasca» en general. «Me recuerda a los años 70, en el final de la dictadura, cuando por primera vez se popularizaron las actuaciones en euskera y se llenaron de gente comprometida y con militancia por el euskera», echa la vista atrás.
¿A qué achaca este resurgir? En buena parte, a la normalización de la lengua y su enseñanza en el sistema educativo. «Hoy en día, el 80% de los jóvenes saben euskera y eso ayuda, pero también es verdad que son un público complicado por la pujanza de otro tipo de contenidos y oferta en otras lenguas. Por eso es importante nuestro apoyo como Diputación, es nuestra competencia y compromiso impulsar y apoyar proyectos interesantes y de calidad como 'Mitoaroa', que ha recibido una respuesta con la que estamos abrumados», reflexiona la también responsable de euskera del ente foral.
Roberto Moso, veterano periodista cultural y vocalista de Zarama, pioneros del rock vasco, también recuerda que hace décadas la música en euskera también era capaz de llenar grandes recintos, aunque añade que era en ocasiones muy puntuales: «Ya en su día se conseguían algunos llenazos pero hacer dos San Mamés es muy sorprendente. Personalmente, estoy encantado porque es el fruto del trabajo de muchos años».
Su única preocupación al respecto es que sea un espejismo o algo pasajero vinculado a la fiebre del directo que azota la música a nivel internacional. «Hay que tener en cuenta que la realidad para la mayoría de los músicos en Euskadi son los apuros y la precariedad. Pero bueno, ojalá estos últimos éxitos sirvan de vagón de arrastre para beneficiar a todos», confía, a la par que reclama que los grandes eventos no sean excusa para descuidar las salas pequeñas y medianas, que son las que vertebran la escena todo el año en Euskadi.
Rescata un antiguo debate del que fue partícipe y que afortunadamente ha quedado enterrado. «Cuando nosotros empezábamos había mucha gente que decía que el pop y el rock no quedaban bien en euskera, que el euskera debía ceñirse al folklore y los cantautores. Nos criticaron mucho, pero el tiempo cada vez nos da más la razón a los que dijimos que todos los géneros se podían cantar perfectamente en euskera», rememora Moso, que precisamente acaba de reeditar en versión ampliada 'Loreak Zaraman', libro donde narra sus recuerdos de los inicios de su banda y del rock en euskera.
'Clase media' de artistas
No todo son hits y conciertos masivos, también hay una interesante 'clase media' de artistas que se están labrando poco a poco un nombre en la escena vasca, propuestas como las de Olatz Salvador, Bulego, Nøgen o Maren. Esta última confía en que esta eclosión sirva de empuje a toda una nueva generación de músicos. «Igual la gente se piensa que ahora es más fácil cantar en euskera, pero no es así y además hay mucha competencia. Espero que estos grandes conciertos se generalicen y sirvan para todo el colectivo, que nos sean de ayuda a todos», defiende la joven bilbaína, que proclama que la música euskaldun «no debe quedarse en un circuito de culto, hay que explorar el 'mainstream'».
Maren ve el circuito todavía «en expansión» y con pasos por dar «para que sea beneficioso para todos y que los artistas que estamos en esa 'clase media' tengamos cada vez más oportunidades». Pero la tendencia es positiva y celebra que, entre los jóvenes, cada vez es mayor la normalización de la lengua: «Y no solo en la música, sino también en las redes e internet, donde cada vez más personas usan el euskera mayoritariamente».
No todo es cuestión de nuevas generaciones, también artistas que llevan décadas sobre los escenarios han logrado últimamente altas cotas de popularidad, como en el caso de Gatibu, Zea Mays o Gorka Urbizu, ahora reinventándose en solitario tras una fructífera carrera con Berri Txarrak que allanó el terreno a lo que ha venido después. En aquella aventura lo acompañó David González, que desde la experiencia observa los nuevos tiempos con cierta prudencia: «La pandemia fue un antes y un después y han llegado nuevas generaciones que han irrumpido con fuerza y popularidad en géneros como el urbano y utilizando las redes. Y cada vez más un concierto se convierte en un evento social en el que hay que estar. Ahora es todo más visual y estético, se venden productos que entran más por los ojos que por los oídos».
Ello le hace recelar acerca de la duración de algunos fenómenos. «Tengo dudas de cuánto van a durar algunos proyectos que se han vuelto masivos de la noche a la mañana y cuya lógica obedece más a la cantidad que a la calidad», alerta el bajista bilbaíno, ahora en Pi L.T. y Cobra, que en cualquier caso celebra que «el euskera musicalmente se ha ampliado un montón, con más abanico estilístico que nunca».
Traspasar fronteras
Otra derivada de este fenómeno es que ha trascendido las fronteras vascas y la música en euskera se desenvuelve con normalidad y éxito en el panorama español y en el extranjero. Así, el circuito de gaztetxes y salas pequeñas donde habituaban a moverse las bandas se ha ampliado a recintos grandes y medianos no solo en Euskadi, sino también a nivel nacional, con ETS o Muguruza llenando en Madrid y Barcelona (Movistar Arena, Cruïlla, Palau Sant Jordi...) y pasando este año por el Sonorama.
Si Zea Mays, Berri Txarrak o Muguruza ya giraban por Japón en salas y festivales hace una década, no es tan sorprendente que ETS o Zetak tengan éxito en lugares cercanos como Madrid o Cataluña, más si cabe en un mundo globalizado e interconectado en el que el idioma cada vez es una barrera menor. «Mucha gente nos dice que Berri Txarrak fuimos la llave que abrió esa puerta. Puede ser, aunque no fue de manera premeditada. Ahora, salir fuera a tocar es mucho más sencillo y es bueno que sea así para que las bandas puedan curtirse y llevarse golpes de realidad», reivindica David González.
Sobre esta apertura de fronteras, Maren atestigua que el público en otros países tiene los oídos muy abiertos: «En el extranjero no te marginan por la lengua en la que cantas. Nosotros estuvimos en Londres y todo el público era inglés y estaban encantados, salir a otros países es un escaparate muy potente para el euskera».
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