La zarzuela luce un nuevo mantón
'El caserío' en 2026. ·
El Euskalduna recuperará un género que se ha puesto al día con montajes ambiciosos y rompedores para ganarse a los jóvenesPocos espectáculos más frescos y vitales. No en vano la expresión 'la alegría de la huerta' tiene su origen en el título de una zarzuela. ... Y si alguien piensa que 'a mí, plim', habrá que recordarle que eso ya se decía en el género chico. Lo llevamos en la sangre, así que es motivo de celebración que la zarzuela vuelva por la puerta grande al Euskalduna con un título de la envergadura de 'El caserío'. Eso sí, no lo hará en Aste Nagusia, que fue su medio natural y más festivo hasta 2019, con el aliciente de los fuegos artificiales en el entreacto o al término de las funciones, sino a finales de septiembre de 2026, con motivo del centenario de 'El caserío', de Jesús Guridi.
Una efeméride que será una fiesta, más allá de que no haya pirotecnia, porque se trata de un título mayúsculo del repertorio, ambientado en la aldea imaginaria de Arrigorri, con zortzikos y aurreskus, pero también ecos wagnerianos y un clima posromántico que cala como el sirimiri. «Llevamos tiempo dándole vueltas, porque es algo que se echa de menos. En el último año hemos hecho varios intentos de producir y coproducir. Al final, entre una cosa y otra, nos hemos decidido por la Masa Coral del Ensanche. Queremos que se haga al máximo nivel, con un título nuestro y una compañía local. Es una producción de ellos y todo un desafío», apunta Iñigo Iturrate, el director del Euskalduna.
En septiembre de 2026 se ofrecerán dos funciones de 'El caserío' pero ahí no se quedará todo. Es muy probable que la zarzuela recupere su espacio tradicional en Aste Nagusia y se haga ver y oír en navidades. Hace seis años se justificó su ausencia de la programación del Euskalduna porque, en palabras del entonces director Andoni Aldekoa, «era un espectáculo inviable económicamente sin apoyo externo». El diagnóstico no ha cambiado pero ahora hay voluntad para sacar adelante montajes de calidad, «porque no se ha perdido la afición y apenas hay oferta en Bilbao».
La Masa Coral del Ensanche , una agrupación de aficionados que mantiene viva la llama en el Teatro Campos, asumirá el reto de montar 'El caserío' con una orquesta y solistas todavía por determinar. «Nos mantenemos gracias a la recaudación y tenemos el apoyo del Ayuntamiento y la Diputación», apunta la presidenta, Ana Bastida, consciente de que para afrontar 'El caserío' necesitarán el respaldo de patrocinadores y mecenas. Tienen confianza y están dispuestos a dejar el pabellón muy alto. Les hace ilusión reivindicar el género en el auditorio más grande de Euskadi «porque allí debería haber sitio para todos». Les parece admirable que los musicales sean capaces de mantenerse en cartelera 17 días, pero no consideran sensato cerrarse en banda a otras propuestas. Hay un público fiel que se siente desatendido.
La pasada temporada, el Ministerio de Cultura otorgó a la zarzuela el rango de Patrimonio Cultural Inmaterial «y hay mucha energía nueva, talento y público, además de títulos maravillosos que pueden ayudarnos a devolverle el lugar que se merece dentro del panorama lírico», subraya la diseñadora de vestuario y figurinista bilbaína Naiara Beistegui, ganadora de un premio Talía por la ópera 'Ana Bolena' y ferviente defensora de un género que ya no huele a alcanfor. Hay que desechar la imagen de una momia con mantón de Manila y clavel detrás de la oreja, que a duras penas se mantiene en pie.
Aplausos y abucheos
Ahora más que nunca hay una clara intención de conectar con las nuevas generaciones. Antes de la pandemia ya impactó la propuesta de Lluís Pasqual, que hacía viajar 'Doña Francisquita' en el tiempo (la ambientación pasaba de la Segunda República a los años 60 y terminaba en el presente) y se ubicaba sucesivamente en un estudio de grabación, un plató televisivo y una sala de ensayos. Los puristas pusieron el grito en el cielo porque suprimió diálogos originales y redujo la orquesta. El estreno en el Teatro de la Zarzuela de Madrid fue tormentoso, entre aplausos y abucheos, pero ganó el Premio Max 2020.
Desde entonces ha sido aplaudida en Barcelona, Lausanne, Valencia y Oviedo. El año pasado, su regreso a Madrid se hizo por todo lo alto, con Guillermo García Calvo a la batuta y las voces de Sabina Puértolas e Ismael Jordi. Conclusión: la apertura de miras se impone. El último premio Talía al mejor espectáculo de lírica se lo ha llevado 'La rosa del azafrán', con la visión sin complejos de Ignacio García, que recrea el campo manchego con una fuerza verista y estética capaz de sacudir todo el polvo de la tradición.
Cada vez hay más jóvenes entre el público y hasta se encargan nuevas creaciones. Ya no dan miedo zarzuelas contemporáneas como 'Tres sombreros de copa', de Ricardo Llorca, inspirada en la obra de Miguel Mihura, que se ambienta en un circo italiano y echa mano del folclore napolitano. «Fueron siete funciones, se llenaron y la respuesta fue excelente», recalca el maestro alavés Diego Martin-Etxebarria, que dirigió la obra hace seis años en Madrid y se muestra relativamente optimista. «Se hacen cosas interesantes pero se tendría que programar más y en todas partes, sin escatimar presupuesto. Da pena que no sepamos valorar lo nuestro».
El reciente montaje de 'Mari-Eli', de Guridi, que produjo el Teatro Arriaga con dirección escénica de Calixto Bieito, es otro ejemplo de modernización. Se simplificó la trama, sin necesidad de recurrir a la violencia sexual o la escatología, y dos actores travestidos pusieron el contrapunto añejo. El imaginario de Bieito basculó entre el sueño y el delirio, arropado por la BOS y la Coral de Bilbao. El espectáculo sorprendió pero dejó con ganas de más, ya que desde los tiempos de Emilio Sagi, director artístico del Arriaga entre 2008 y 2015, la zarzuela apenas ha tenido presencia en el teatro bilbaíno.
Lo cierto es que Emilio Sagi no puede vivir sin el género. Nieto y sobrino de cantantes de zarzuela, el director de escena asturiano ha creado escuela con una dosis justa de diversión y equilibrio¿Sus bazas? La iluminación, los colores pastel, el simbolismo (juguetes, trenes, cometas, globos...) y un punto irrenunciable de preciosismo. Entre sus propuestas, dejó huella su 'Katiuska', con un reparto liderado por Maite Alberola y Ángel Ódena. Han pasado 17 años y los aficionados no olvidan.
Radiografía
-
Un mundo por descubrir. Catálogo: Existen más de 10.000 títulos de zarzuela en España y aproximadamente 4.000 en América Latina. Se interpretan menos de 50.
-
'Termómetro de la calle'. Vigencia: Nacida en la corte de Felipe IV, ha sobrevivido casi 400 años gracias a su capacidad para integrar modas y discursos contemporáneos.
-
Sin víctimas humanas. Arriaga: El 22 de diciembre de 1914, un incendio destruyó el edificio. Estaba en cartel 'Alma de Dios', de José Serrano. Murió el perro guardián del teatro.
-
Las categorías básicas. Género chico y grande: El primero dura una hora como máximo; el segundo tiene dos o tres actos y mayores exigencias musicales y corales.
-
Situación en España. Temporadas específicas: La Zarzuela y La Latina en Madrid; Campoamor en Oviedo; Tomás Barrera en La Solana (Ciudad Real); y Festival de La Palma.
-
Programa pedagógico. Proyecto Zarza: Impulsado por el Teatro de la Zarzuela, encarga versiones juveniles. Ofrece funciones escolares y debates posteriores con el público.
-
Perfil del público. En proceso de cambio: Todavía predominan los mayores de 60 años, con presencia sobre todo de mujeres. Es un patrón habitual en las artes escénicas.
-
Mezzosoprano letona. Elīna Garanča: Una de las grandes difusoras de la zarzuela internacionalmente. De niña escuchaba los discos de Teresa Berganza y Victoria de los Ángeles.
Muchos también echan en falta los 'Encuentros de la Zarzuela' que Barakaldo acogió entre 1992 y 2014. Hasta 30 compañías llegaron a actuar en la villa fabril para cultivar la afición. «Dejar de programar no es la solución. La cultura es plural, igual que el público», advierte Marta Ubieta, profesora de técnica vocal en la Coral de Bilbao. Hace tiempo que no canta zarzuela en escena pero tiene la respuesta rápida cuando se le pregunta por lo que sentía entonces: «Ver que la gente se sabe las letras y canta contigo es algo que emociona mucho».
La pasión de Nietzsche por la 'Jota de los ratas'
Hasta Nietsche se enamoró de la zarzuela. Tras romper con Wagner y acabar cansado de la deriva metafísica y redentora del compositor alemán, se sintió en su salsa al escuchar en la temporada de 1888 'La Gran Vía', de Federico Chueca y Joaquín Valverde, en el Teatro Regio de Turín. Fue una inyección de vitalidad, sobre todo la famosa 'Jota de los ratas', con una letra que celebraba la vida canallesca y una música que definió como «lo más fuerte que he oído y visto, genial, imposible de clasificar».
Al filósofo, que sufría de sífilis, apenas le quedaba un año de cordura y aquel espectáculo le aligeró la carga de vivir. Nietzsche nunca fue la alegría de la huerta, pero se dejó arrebatar por 'La Gran Vía' al compás de polcas, valses, habaneras, mazurcas, chotis... En Bilbao hace mucho que no se representa íntegramente; la última vez que se escuchó algún número fue hace tres años en el Teatro Arriaga, en una antología que bajo el lema de 'Ay, babilonio que marea' incluía el Tango de la Menegilda y el Chotis del Elíseo. La soprano Vanessa Goikoetxea y el tenor Andeka Gorrotxategi lideraban el reparto, arropados por la Orquesta Sinfónica de Bilbao y la Coral, con el maestro Iker Sánchez al frente.
Aquella velada colgó el cartel de 'no hay billetes' y la crítica especializada no solo elogió la calidad del espectáculo, sino que celebró la participación del público, que se sabía las letras y se mostró muy afinado en los estribillos. La naturalidad del canto en la zarzuela, menos impostado y artificioso que el propio de la ópera, aunque también muy exigente, es una cualidad que Nietzsche también valoraba. Le gustaba más que la opereta vienesa, que también combina canto y partes habladas pero con una dosis concentrada de almíbar, al son de los valses. Sus argumentos son más ligeros y los protagonistas pertenecen a una burguesía idealizada o a la alta sociedad.
La zarzuela, en cambio, desde el siglo XIX, una vez superados sus orígenes cercanos a la corte y los periodos de crisis y languidez, no ha tenido nunca miramientos a la hora de radiografiar la sociedad española y mostrar sus vergüenzas. Son muchas las obras que abordan las desigualdades sociales, la corrupción, los accidentes laborales, la marginación social, el analfabetismo y la prostitución. Es un género que divierte al público al tiempo que muestra todos sus males, con un punto de sátira y crítica social que dejó pasmado al mismísimo Nietzsche.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión