Ermonela Jaho: «Ya no tengo expectativas, eso me hace más libre»
La cantante albanesa pone hoy colofón a la temporada de la ABAO con el papel de Desdémona, «una mujer que confía en las segundas oportunidades»
Es menuda y parece muy frágil pero sus abrazos hacen crujir las vértebras. «¡Soy una gran abrazadora!», certifica con mucho ímpetu y los ojos cerrados ... la soprano Ermonela Jaho (Tirana, 1974), sin soltar a su presa, al término de una charla con EL CORREO en su camerino del Euskalduna, poco antes de que Izaskun, su asistente personal, entre a probarle la peluca que llevará en las cuatro funciones de 'Otello' que pondrán broche a la temporada de la ABAO. Esta tarde, a las 19.00 horas, la cantante albanesa abordará por primera vez en Bilbao el rol de Desdémona, junto a sus colegas Jorge de León y Claudio Sgura, con la Orquesta Sinfónica de Kiev a las órdenes del maestro Francesco Ivan Ciampa.
Hija de un militar y una maestra, lleva más de tres décadas volcada en su trabajo. Dejó su país natal, Albania, para formarse como soprano en Italia y hace tiempo que es una de las artistas más cotizadas en Nueva York, Viena, Milán, París y Berlín. «Vuelvo a Bilbao después de 'La Traviata', que canté en 2012, y el recital de hace dos años en el Arriaga. Estoy muy, muy feliz. Tiene mérito la labor de director artístico de la ABAO, Cesidio Niño, que elige a profesionales y grupos que tienen química para garantizar el mejor rendimiento, eso es importante y yo lo valoro mucho», subraya la soprano, con la partitura de la ópera de Verdi abierta de par en par.
– ¿Qué sueños le quedan por cumplir?
– Si le soy sincera, ahora tengo una paz y tranquilidad que antes no tenía. He sido una luchadora infatigable. Salí de mi país a los 18 años para labrarme un futuro y he sido durísima conmigo misma. Nunca me daba cuartel. Siempre luchando, siempre luchando...
– ¿Y ahora?
– Beso el escenario después de cada función porque nadie descarta que no vaya a ser la última. Valoro cada momento, dentro y fuera del escenario. La pandemia me hizo cambiar de perspectiva y reflexionar. Hasta entonces, parece mentira, no había pensado en que mi trabajo tiene fecha de caducidad. O que puedes perderlo de la noche a la mañana.
– ¿No le quita energía esa certidumbre?
– Todo lo contrario, me hace más fuerte. Usted me preguntaba por mis sueños y es algo que me emociona pero ya no me impulsa. Ahora no tengo ansias ni expectativas, por eso me siento libre, mucho más libre. No tengo más ambición que ser honesta conmigo misma. Y eso significa cantar con la voz del personaje que interpreto. Ahora quiero colorear mi voz con el alma de Desdémona; sonar como ella.
– ¿Cómo ve usted a la mujer de Otello?
– Es una mujer de la nobleza veneciana con personalidad, muy fuerte. Había que serlo para casarse con un hombre de color en el siglo XV.
– ¿No le parece demasiado ingenua? Es incapaz de ver que Otello es presa de los celos y detesta a Cassio...
– No, no. Es pureza. Está convencida de que todo puede salir bien. Perdona y ama hasta el final. Cree en la paz y eso, en este mundo nuestro, yo creo que debe reivindicarse. Cree en la paz y las segundas oportunidades. Antes de morir estrangulada, reza una oración por todo el mundo.
«No es el mal personificado»
– ¿Un tipo tan maligno como Yago también merece una segunda oportunidad? ¿El hombre que anima a Otello para que mate a su mujer en la cama?
– Sí, sí. No es el mal personificado, sino un alma atormentada. Es víctima de la sociedad de su época; no puede evitar sentir envidia de Desdémona y Otello. No soporta la idea de que un hombre como él haya llegado tan alto. Tomas malas decisiones y nadie está libre de eso. El entorno, la política, el instinto de supervivencia..., todo eso te puede llevar por un mal camino. Nadie nace malvado.
– ¿Se siente en su mejor momento para hacer justicia a una ópera como Otello?
– Sí, en términos de experiencia personal y profesional tengo más reflejos. He ganado en profundidad, aunque también he perdido otras cosas. Tengo 51 años y las fuerzas, seamos sinceras, no son las de antes. El canto sin micrófono requiere mucha fortaleza física. A los 20, 30 y 40 años es algo que te sobra; luego, ya no tanto. Pero, no dramaticemos, se puede compensar con otros recursos. A esta edad eres más consciente de tus fortalezas y debilidades. Ese autoconocimiento te hace más eficiente.
– ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?
– No tengo la voz más hermosa del mundo, pero siempre he sabido contar una historia. Eso es lo que pide el público a lo largo de las tres horas que dura una ópera. Se trata de hacer ver y escuchar una historia. Hay que arriesgar y no tener miedo a mostrarnos vulnerables. No somos perfectos, eso es un hecho y hay que defenderlo. Y no me refiero únicamente a la voz, sino a lo que llevamos dentro. La inteligencia artificial puede copiar nuestra voz pero nunca podrá replicar el corazón humano.
– Usted se ha volcado en cuerpo y alma en el canto. ¿De qué se arrepiente?
– De no haber estado junto a mis padres cuando fallecieron. Me duele, me duele, nunca creí que eso pasaría. Pensaba que me daría tiempo. Desde los 18 años estoy lejos de mi familia y eso pesa.
– Vive en Nueva York desde 2003 con su marido (un ingeniero albanés). ¿Piensa quedarse allí para siempre? ¿Ha echado raíces?
– Adoro mi tierra y siempre que puedo viajo a Albania. Usted es la primera persona a la que se lo digo... ¡Desearía volver! Con el paso del tiempo, es inevitable, sientes la llamada de tus orígenes. Te vuelves más emotiva y sabes priorizar. Tienes más claro lo que es importante.
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