Paso de ecuador
Bien está celebrar el paso de ecuador de la actual Temporada de Ópera de ABAO con un título de la temprana madurez de Mozart, 'El ... rapto en el serrallo', una comedia escénica reforzada por una música y una fusión de estilos muy representada en los coliseos líricos del mundo, a menudo con los montajes exóticos y coloristas que derivan de su trama, a veces con un exceso atorrante de humor o incluso con parodias pretenciosas que utilizan el señuelo de Mozart como recurso para realizar lecturas que vinculan su 'plot' con la pertinencia de los temas más actuales: Oriente y musulmanes contra el Occidente cristiano. Algo ya usual en esta politización extrema y contemporánea de las artes, que en demasiadas ocasiones recientes parece haber convertido la ya no tan inocente ópera de Mozart en argumento ideológico que distrae de su verdadero fondo: la exigencia vocal para el bajo, el tenor y la soprano, la categorización vocal que refleja la humanidad de los personajes, la perfecta sincronía de la música sobre la palabra para resaltar el melodrama o ese 'plot' impregnado de exotismo y erotismo, con venas de humor y con personajes fantásticos.
Nada más ni nada menos, es decir, ópera, romanza y canción, una versión de la ABAO que ahora parece seguir exclusivamente los fundamentos creativos originales de Mozart y su romanticismo espiritual. Un tercer título de la Temporada que no se representa desde hace 29 años, una producción propia que más tarde podría exportarse y un 'cast' de prestigio -con un emergente Moisés Marín como Belmonte, cuyo reto será la expresión de cuatro emociones distintas en cuatro arias; y con la solvencia habitual de Jessica Prat-. Un paso de ecuador atractivo, en fin, que marcará los dos últimos títulos de la Temporada, 'Rigoletto' y 'La Bohème', de cuyo éxito comercial en la venta de entradas sueltas dependerá el balance económico de la ABAO.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión