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Este jueves, ante 840 almas congregadas en el Euskalduna, los vallisoletanos Celtas Cortos cerraron su gira sinfónica, acometida de enero a mayo con la Orquesta Sinfónica Virtuos Mediterrani dirigida por Genaro Estrada. Y los pucelanos ya tienen organizada para 2026 su nueva gira titulada '40 Años Contando Cuentos', la cual, Dios mediante, el 17 de abril de 2026 recalará en el Pabellón de Miribilla. Será «una gira especial de tan solo 10 conciertos únicos, con una producción especial y muchas sorpresas que ninguno de los seguidores del grupo, o del pop y rock en castellano debe perderse». En los once meses del interin, es probable que Celtas Cortos paren por Bizkaia para amenizar algunas jaiak y así.
El concierto del Euskalduna, de 131 minutos para 22 temas (muchos de ellos pertenecientes a su último álbum, 'El mundo al revés', de 2024, donde también participa la Virtuos Mediterrani), interpretado por una veintena de músicos (una quincena de la orquesta más los pucelanos, entre ellos los tres miembros que salen en las fotos, los tres jefes de la empresa: Jesús Cifuentes, Alberto García y Goyo Yebes, éste el único que no habló al público), funcionó muy bien y se articuló sobre tres pivotes: los instrumentales no sólo de herencia céltica, las canciones de amor con mucho calado lírico y melódico, y los temas más reivindicativos.
Los dos temas políticos más subrayados en la velada fueron 'El inmigrante', una denuncia con ritmos alegres y el vocablo 'fascista' en su letra, lo cual le resta potencial para perdurar en el tiempo (hablando de inmigración, vayan a ver al cine 'La historia de Souleymane'; y sirva esta apelación como notificación a la Hacienda Foral), y la versión instrumental de 'Adiós presidente', entre lo balcánico y el western crepuscular, y según Alberto García una pieza dedicada a Trump la primera vez que dejó la Casa Blanca. YAh, y también explícita era la camiseta de 'Free Palestine' que vestía Cifu, quien en un momento protestó por las guerras de Gaza y de Ucrania.
El concierto estuvo muy bien, el sonido fue bueno (aunque a veces se saturaba y no se entendían las letras), la pantalla de fondo podría haber sido un poco más grande, y la orquesta aportó más capas reforzadas de arreglos rítmicos (llegamos a pensar en el sonido Madchester) que de armonizaciones, que también las hubo y a menudo muy cinematográficas (por ejemplo en la inaugural 'My barely', y por el epílogo en la muy 'Misión imposible' titulada 'Missing mandoline', ambas incluidas en el último álbum).
Y los cuatro temas más coreados fueron sendos hits de celtas Cortos: 'Tranquilo majete', cuesta abajo en plan Los Pogues; '20 de abril', correcto sin más a pesar de la ilusión que le hizo al respetable; un nostálgico 'La senda del tiempo' que resultó lo más coreado de todo el repertorio); y a modo de bis definitivo, tras la larga presentación de las dos decenas de actuantes, 'Cuéntame un cuento', que les quedó muy folk.
Cifuentes a menudo aulló y ululó con uh-uhs copiados descaradamente a los Waterboys y no habló mucho. O sea no se puso pesado: un par de veces anunció la gira de los 40 años (seguro que hace tantos años no decía «vosotros y vosotras»), aseguró que esta gira que terminaba en Bilbao era «una propuesta absolutamente flipante», en un discurso o sermón buenista apeló a los abrazos mundiales de la humanidad o algo así, y llegó a concluir que «en la cocina componemos las canciones entre todos, compartiendo ideas, ideología, alegría y hasta bota de vino».
El nivel general fue muy bueno, ya se ha dicho, incluso en los temas políticamente más explícitos, y además hubo momentos ciertamente emotivos. Repasando el setlist vemos que 'Los dibujos de las nubes' fue un rock muy bonito, que 'Silencio', un rock muy Waterboys, refulgió como una preciosa canción de amor («Dame tu mano por favor / quiero seguir siempre a tu lado»), que 'Quetedenpolkas', asítodoseguido, fue un instrumental acelerado en la estela de Los Pogues otra vez (o de los Chieftains, claro), que 'República de Sanjes' se aleó cual híbrido denso y roquista entre La Bottine Souriante y La Frontera, que la citada 'Tranquilo majete' fue de lo mejor de lote, y que 'Macedonia oriental' fue otro instrumental con acantilados y frenesí céltico.
¿Algún tema malo? No, ni siquiera el más panfletario, 'El inmigrante'. Aunque bien es verdad que '20 de abril' nos llegó un tanto mustio, y que el pacifista y objetor '¿Qué voy a hacer yo?' está un poco demodé y hasta los chavales ignoran de qué va la vaina (de la mili obligatoria, sí).
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