El batiburrillo de Pink Martini en el Euskalduna
La políglota orquestina de Oregón, escasa de volumen y exenta de solemnidad, hizo desde chachachá y boleros hasta swing, conga y folk maya ante un auditorio con 1.067 espectadores.
Si la víspera, el martes, el sonido resultó atronador en el Palacio Euskalduna durante el show con entradas agotadas de Pimpinela (Buenos Aires, 1981), ... este miércoles se percibió insuficiente el volumen del concierto de Pink Martini (Portland, Oregón, 1994), atendido por 1.067 personas (media entrada) predispuestas que obedecieron a todas las peticiones de palmas y se pusieron a bailar cuando lo requirieron desde la palestra.
Hummm... Es que el Euskalduna alquila el espacio, pero no pone el equipo de sonido: Pimpinela trajeron una gran producción apta para un pabellón, y Pink Martini se quedaron cortos con los watios (para más inri, no estuvieron bien ecualizados y no faltó el eco en el recinto) aplicados para su formación de once miembros, contando a las dos cantantes, la rubia tatuada yanqui Storm Large, de 1,82 sin tacones y 56 años muy bien llevados, y la mexicana Edna Vázquez, que toca la guitarra.
Fue un concierto muy extraño en todos los sentidos, desde el repertorio más disperso que diverso («esto es un batiburrillo absurdo: una canción malla, una conga, Chaikovski…», juzgó el amigo Óscar Esteban, testigo con cara de aburrido del evento) hasta la actitud de los actuantes, que rompieron la solemnidad del auditorio con trucos de banda animadora hotelera, en su caso de hotel caro por sus facultades y su estética trajeada. Tal animación hostelera mejor la hubiéramos atendido con una copa a mano, como en un club de jazz.
Liderados por el pianista Thomas Lauderdale, el único vestido de modo distinto a los demás (exceptuando a las dos damas, por supuesto), Pink Martini dieron un concierto políglota (al menos en inglés, español, francés, italiano y lengua maya) de 21 piezas convencionales por canónicas en 97 minutos. Estuvieron muy alejados del respetable debido al foso de la orquesta, pecaron de populacheros (esas palmas recurrentes, los bailes cabareteros de la tatuada Storm Large, el par de ocasiones en que pidieron al público que bailara sobre ese espacio desierto bajo el cual se halla el foso de la orquesta…), y los alejó aún más el bajo volumen.
Vestida de verde guindilla picante apareció después de la orquestina Storm, cantó con mucho acento el bolero gótico 'Amado mío' (¡de la película 'Gilda'!), también con acento el percusionista Timothy Nishimoto coprotagonizó 'El negro zumbón', Storm se desenvolvió mejor en el inglés de 'Lilly', e invitó a una espectadora que parlara francés para cantar a pachas 'Magnifique', muy coreada por el público.
Un concurso de baile hubo en la salsa 'Donde estás, Yolanda', original de la Sonora Santanera en 1969 (el primer premio era un poster de la gira, y así aprovecharon para anunciar que vendían merchandising), la mexicana entonó un manierista 'Bésame mucho' de nuevo en plan bolero gótico, al acabarlo jaleó 'gora Euskal Herria', y de seguido cantó el canto folk 'Sola soy', que desembocó en blues orquestal.
Y Martini Rosa prosiguieron con su batiburrillo de volumen y densidad insuficientes, con violín exótico y voces a lo Elefteria Arvanitaki, con aproximaciones balcánicas, con neoswing instrumental ('Ardilla voladora', con solos concatenados de guitarra, percusión, trombón…), su chachachá 'Let's Never Stop Falling in Love', y una dramática, cumbre y emocionante 'Esplendor en la hierba' que Storm Large (Tormenta Grande) entonó sentada al borde del escenario (de cerca se la veía juvenil y guapísima como la actriz Silvia Saint; en este tema peliculero Óscar Esteban reconoció un solo: «Es un fragmento del concierto número 1 para piano y orquesta en si bemol de Chaikovski. Lo tocará aquí esta temporada la Orquesta Sinfónica de Bilbao»).
Además se arrimaron al ragtime chasqueando los dedos en 'Hang on Little Tomato', mecieron un instrumental de piano flamenco, Edna cantó el bolero 'Piensa en mí', luego hicieron el 'Por qué te vas' de Jeanette provocando el jolgorio en la platea (lo tienen grabado en francés, pero lo hicieron en castellano en el Euskalduna), la gente coreó el itálico 'Una notte a Napoli', los martinis revisaron el swing 'Get happy' a menor velocidad que la habitual, y ya en el bis triple revisaron una maya 'Ixim Ixoq' (Mujer Maíz), una preciosidad cantada por el percusionista cubano Miguel Bernal que fue 'Destino' (mi destino es otro amor llorar), y el cierre fue para 'Brazil' y la conga montada a solas por Storm Large, subiendo a la cima de la platea y volviendo a bajar a su bola.
Fue un repertorio muy pensado para el público español, y lo cantan con acento de extranjeros. Ah, y se dejaron en el tintero 'Bella Ciao', tema que lanzaron en mayo en un EP homónimo de cuatro cortes. Quizá por no polarizar lo dejaron para otro día.
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